Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
La ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, se ha reunido con los líderes de los partidos que integran la coalición de gobierno para presentarles el proyecto de Rendición de Cuentas del Poder Ejecutivo. Esto implica un avance en el funcionamiento del oficialismo, pero probablemente no es lo que prefieren los aliados del Partido Nacional (PN).
El año pasado, el proyecto de Presupuesto fue enviado al Parlamento sin acuerdos previos y su tratamiento se complicó. El presidente Luis Lacalle Pou había incluido en él iniciativas que no contaban con los votos necesarios para ser aprobadas y quedaron por el camino. Es muy razonable que se trate de evitar algo semejante este año, en aras de la racionalidad legislativa e incluso para no dar una imagen desprolija, pero lo que más les interesa, desde el punto de vista político, a los dirigentes no nacionalistas del oficialismo (e incluso a algunos nacionalistas) es fortalecer su propia proyección ante la ciudadanía. En este sentido, una reunión con Arbeleche rinde mucho menos que una cumbre con Lacalle Pou rodeada de periodistas.
Entre los socios del PN, al que más se le notan las intenciones es a Cabildo Abierto (CA), que viene realizando gestos políticos significativos. Por un lado, frena la urgencia presidencial por el tratamiento del nuevo proyecto de Ley de Medios, y parece muy probable que esto sea una reacción al tratamiento con paños fríos de su proyecto para limitar la forestación, que se aprobó en Diputados con apoyo del Frente Amplio (FA), para disgusto de nacionalistas y colorados. Por otro lado, y dando un paso más en la marcación de perfil propio, ayer Guido Manini Ríos salió personalmente a expresar su desacuerdo con el aumento de precios del gasoil y el supergás.
En este asunto, las promesas de campaña del actual oficialismo vuelven como un búmeran. Durante mucho tiempo se afirmó que las tarifas públicas eran prácticamente lo mismo que impuestos, se acusó al gobierno anterior de excesos en el manejo de ambas cosas para financiar burocracia, clientelismo y despilfarros, y se aseguró que tras la derrota electoral del FA llegaría la hora de que el esfuerzo lo hiciera el Estado, reduciendo sus gastos y sus ingresos.
Esta afirmación general tuvo un especial énfasis en el caso del precio del gasoil. Así se reforzó la contraposición de trazo grueso entre un Estado presuntamente abusivo y “el campo”, muy en sintonía con la prédica de Un Solo Uruguay, y parte del actual oficialismo avaló alegremente la tesis de que el combustible sería mucho más barato si se permitiera su libre importación, quitándole el monopolio a Ancap.
Una vez que se asumieron responsabilidades de gobierno es mucho más difícil sostener lo mismo, pero cuando CA juega a tener un pie adentro y el otro afuera, se aligera lo suficiente para presentarse como el único partido que cumple con lo prometido sobre el gasoil. De postre, se opone también al aumento del supergás para los hogares, en un fino gesto de sensibilidad social. Cuando Manini dice que “las decisiones que se toman no son las que nosotros queremos o proponemos”, ese “nosotros” no es la coalición, sino su partido.
Hasta mañana.