Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
En el fin de semana se realizó un congreso del Nuevo Espacio (NE), y el líder del sector, Rafael Michelini, se refirió a la necesidad de “construir amplitud” para ganar las elecciones de 2024, mediante una coalición que exceda al Frente Amplio (FA) y sea semejante a la Nueva Mayoría con la que Tabaré Vázquez ganó por primera vez la presidencia, en 2004.
Más allá del futuro que pueda tener esta iniciativa, y de qué socios atraiga, es oportuno recordar qué fue la Nueva Mayoría, cuyos antecedentes ya tienen hoy más de medio siglo y que poco duró en su momento.
Una antigua referencia es la política de alianzas del Partido Comunista de Uruguay, que en 1962 buscó rebasar el cerco del anticomunismo con la formación del Frente Izquierda de Liberación (muy oportunamente nombrado para que su acrónimo, en pleno impacto de la revolución cubana, fuera Fidel), junto a sectores y personas provenientes de la izquierda y de los partidos llamados tradicionales. Después de la creación del FA en 1971 persistió, hasta hoy, el Fidel, aunque no con la misma integración. Para las mismas elecciones de 1962 y con peores resultados, el Partido Socialista decidió ser parte de otro frente, llamado Unión Popular.
Con una lógica similar y hace bastante menos, varios sectores frenteamplistas crearon “espacios” en alianza con organizaciones y personas, por lo general identificados mediante el número de la lista común (Espacio 90, Espacio 609, Espacio 1001).
En 1994 tuvo un significado político distinto la fundación del Encuentro Progresista (EP), que reunió al FA con el Partido Demócrata Cristiano (tras una separación de cinco años), Alianza Progresista (procedente del Partido Nacional y liderado por Rodolfo Nin Novoa), y el grupo de origen colorado Batllismo Progresista.
Lo del EP no sólo fue una operación simbólica; le permitió a Vázquez y a los nuevos aliados coordinar sus acciones a nivel de cúpula, sin la compleja estructura frenteamplista con representantes de comités de base en todos los organismos. Así pudo, además, definir una plataforma electoral más moderada que la viable en aquel momento dentro del FA. No fue un nuevo “círculo concéntrico”, aunque el FA era sin duda su parte más poderosa: el verdadero centro común era Vázquez.
La identidad “encuentrista” no logró mucho arraigo, y se hablaba de “Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA)” aunque en teoría el FA era parte del EP, pero para las siguientes elecciones se formó la Nueva Mayoría, como coalición del EP-FA y el NE (del que se escindió, por no estar de acuerdo con esa movida, el grupo fundador del Partido Independiente).
Así, llegó un momento en el que, por ejemplo, para situar la identidad partidaria de José Mujica había que escribir, entre paréntesis, “Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, Movimiento de Participación Popular, Espacio 609, Frente Amplio, Encuentro Progresista, Nueva Mayoría”, lo cual resultaba sin duda excesivo.
En 2005, después de la primera victoria de Vázquez, todos los socios del FA se incorporaron a este, y la nomenclatura se simplificó. Habrá que ver si ahora vuelve a complejizarse, y si esto sirve para superar en alguna medida la barrera del antifrenteamplismo.
Hasta mañana.