Es comprensible que a la gente le guste publicar las fotos en las que le parece que salió más linda, y no llama la atención que el Poder Ejecutivo haga algo parecido cuando habla de su gestión, sobre todo cuando faltan apenas seis semanas para el referéndum sobre 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC). Sin embargo, parece un poco excesivo el modo en que se enseñaron los datos en la presentación realizada ayer por la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche.
En términos generales, es sin duda mejor el aumento de la producción que su estancamiento o su caída, pero resulta insólito que la ministra, cuando le tocó referirse a las causas de ese resultado, haya destacado los apoyos gubernamentales para paliar efectos de la pandemia, la campaña de vacunación contra la covid-19 y la reducción del déficit fiscal sin haber aumentado impuestos.
Se podría decir que, a su criterio, no tuvo mucha importancia la combinación de una enorme demanda de materias primas producidas por Uruguay y de un extraordinario aumento de sus precios internacionales. Esto es especialmente llamativo porque quienes integran el actual gobierno nacional estuvieron, hasta 2019, muy alineados en un análisis del crecimiento económico durante los gobiernos del Frente Amplio (FA) que lo atribuía al “viento de cola” causado por los mismos factores.
Aquel viento, que había amainado durante el segundo mandato de Tabaré Vázquez, ahora tiene una fuerza mucho mayor que antes, pero escuchando a Arbeleche parece que la economía uruguaya se ha convertido en una embarcación sin velas, que avanza exclusivamente por la fuerza de sus propios motores.
La ministra, fiel a una concepción ideológica que el oficialismo no quiere llamar neoliberal, reafirmó que esos motores son los de la actividad privada, y reclamó para el gobierno que integra solamente el mérito de no haberle exigido, pese a la grave crisis social, alguna contribución tributaria adicional. Con esa visión del país lo importante es, como dijo desde el comienzo el presidente Luis Lacalle Pou, aliviar cuanto sea posible a los “malla oro”, para que no desistan de “crear riqueza”, y resulta impertinente acotar que enriquecerse no significa enriquecer “al país”, como mostró el notorio aumento de los depósitos de uruguayos en el extranjero.
Por otra parte, cabe señalar que, en estos años de coyuntura internacional excepcionalmente propicia para los grandes exportadores, sería impensable que estos dejaran de aprovecharla, contrariados por algún punto porcentual adicional en sus aportes al fisco.
Mientras tanto, es un hecho innegable que la capacidad de compra de los salarios, las jubilaciones y las pensiones ha caído en estos años tan favorables para quienes dicen ser “el país productivo”, y que está por verse cuándo dejará de caer. De eso no habló Arbeleche. Prefirió entusiasmarse con la tendencia a la recuperación del empleo, que aún no ha vuelto a los niveles que el actual oficialismo consideraba muy malos cuando era oposición. También enfatizó que 50.000 personas salieron de su situación de pobreza, sin resaltar que eran 100.000 las que habían caído en ella con la crisis.