Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Son muy interesantes los debates que comienzan en la actual coalición de gobierno, acerca de los motivos por los que la fórmula integrada por Álvaro Delgado y Valeria Ripoll perdió en el balotaje. Habrá tiempo y ocasión para comentarlos, pero hoy parece prioritario empezar a considerar cómo y por qué ganaron Yamandú Orsi y Carolina Cosse. Además, los motivos del triunfo ayudan a comprender mejor los de la derrota, aunque no sean, por supuesto, idénticos.

Un buen punto de ingreso son dos análisis comparativos: el de las votaciones por departamento en la primera y la segunda vuelta, y el de los resultados, también por departamento, de los balotajes realizados en 2019 y el domingo pasado. Estos datos no dicen nada sobre los contenidos de las campañas, pero muestran resultados en forma muy significativa.

Hace cinco años, y también ahora, el Frente Amplio (FA) necesitaba sumar una cantidad importante de votos en la segunda vuelta. En ambas ocasiones importaba quitarle directamente apoyos al otro bloque, conquistar el respaldo de gente que no había votado a ninguno de los dos bloques en la primera vuelta (un grupo bastante mayor este año que en 2019) y convencer a personas que habían votado en blanco o anulado.

Tradicionalmente no se logra mucho en la última categoría, pero esta vez hubo un tipo de expresión electoral distinta, en blanco para la disputa entre partidos, pero con el Sí a una propuesta de reforma constitucional (muy probablemente, en la mayoría de los casos con la papeleta blanca sobre seguridad social).

Entre las más de 34.000 personas que sufragaron así, era mucho mayor la chance de cosechar para Orsi y Cosse. Y como este grupo tiene seguramente un perfil en gran medida urbano, politizado y de izquierda, no fue casualidad que se le haya asignado protagonismo a la exintendenta de Montevideo en las recorridas por el área metropolitana, donde se concentró también más de la mitad de los casi 66.000 votantes de Identidad Soberana, el partido de Gustavo Salle.

En la disputa directa entre bloques, el FA estuvo a la ofensiva. Era previsible que Delgado conquistara a pocos votantes frenteamplistas y Orsi, a pocos votantes nacionalistas. Lo que estaba en juego era el apoyo de personas que respaldaron a otros partidos oficialistas en octubre y podían volcarse hacia la fórmula que terminó ganando.

Delgado recorrió el país tratando de evitar la fuga en todas partes. La campaña del FA estableció prioridades y, si bien cubrió todo el territorio, concentró esfuerzos donde había expectativas de conquistar más votos nuevos.

El caso de Rivera es un ejemplo claro. En la lectura inmediata de los datos, se destacó que allí la votación a Delgado-Ripoll fue especialmente alta, en el orden de 60%, y quizá alguien pensó que había sido un error del FA dedicarle mucha atención a ese departamento, donde incluso realizó una última movilización el jueves de la semana pasada, antes de que comenzara la veda. Sin embargo, el rendimiento de ese trabajo muestra que fue un acierto. De octubre a noviembre, la votación frenteamplista aumentó 8,4%, con una nada desdeñable suma de 6.360 votos en términos absolutos.

Hasta mañana.