Las murgas a la uruguaya siguen ganando adeptos en toda Latinoamérica, y en Chile particularmente se ha dado una explosión en los últimos años. Muchos amantes del género ahorran durante el año dinero para poder venir a nuestro país en la época de carnaval y recorrer tablados.
A partir de este entusiasmo por la murga de estilo uruguayo, surgió La Chilenera, un colectivo especialmente formado para este viaje, que anduvo por Montevideo y Canelones durante el fin de semana y feriado de carnaval. Sus componentes pertenecen a distintas murgas de Santiago de Chile y Valparaíso, y se plantearon venir a Uruguay a mostrar lo suyo.
“Yo estuve hace un año y me enteré de Más Carnaval. Supe que estaban haciendo como una recuperación de la esencia de la fiesta: fuera del concurso, enfocándose más en la autogestión, apostando a diferentes expresiones. Me interesó mucho”, señala Pepe Santiago, director de La Chilenera y alma máter del proyecto.
En noviembre, después de un intento fallido con su murga de aquel entonces, Santiago se embarcó en la posibilidad de actuar en Montevideo con un grupo murguero de cuatro personas, que ya tenían comprados los pasajes porque suelen venir para el carnaval. Pero la idea fue mutando: “Empezamos a hablar con más murguistas de Chile que tenían pensado viajar a Montevideo. Y así empezamos a reclutar gente de Valparaíso (la mitad de la murga es de ahí) y de otros conjuntos, y terminamos siendo 17 personas”.
Fue importante en este desafío que afrontó la murga el apoyo de SUCAU [Sindicato Único de Carnavaleras y Carnavaleros del Uruguay] y de la propuesta Más Carnaval. Les proporcionaron alojamiento y transporte para moverse. También coordinaron las actuaciones, que tras la suspensión por lluvia del primer día, terminaron siendo siete, en tablados populares en el Covisunca de Parque Rivera, Las Piedras, Marindia, entre otros.
”Somos unos desquiciados”
Santiago, quien estuvo a cargo del guión con colaboraciones de Ramón Aguirre y Geordette Escuti, explica que, más allá de algún cuplé, como “Quiero ser uruguayo”, donde se da una interacción con un mate y no saben cómo usarlo, la propuesta también trajo cosas propias de Chile, que generaban “ciertos miedos” e incertidumbre de cómo podían funcionar aquí.
“Nos habían dicho que podía ser interesante para los uruguayos ver cosas que nosotros hacíamos allá. Entonces mezclamos un saludo, canciones, una especie de cuplé, con una cueca chilena. Una referencia a la dictadura, al silencio de ese tiempo. También hicimos una cacharpaya, propia del carnaval andino, y fue una parte que emocionó mucho. A veces tuvimos problemas en el canto, nos equivocamos, pero el mensaje fue muy potente y la recepción muy buena”.
En esas vueltas de bañaderas y tablados, La Chilenera coincidió con otras murgas, como por ejemplo La Gran Siete: “Compartimos un montón y nos enseñaron cosas. Ay, Alberto! [Murga Joven] también nos ayudó, nos invitó a cantar con ellos. En general, fue una locura. Se me acercó gente llorando, emocionada con lo que había visto. Nos vamos con una satisfacción tremenda”.
“Actuar acá fue un sueño. Pasamos viendo muchos videos de la murga uruguaya. Para nosotros tiene mucho sentido porque es un género tan dúctil, tan amplio, con diversas disciplinas dentro de ella misma, que además recoge las experiencias del pueblo, la denuncia, el humor. Nos encanta. Somos unos desquiciados que estamos todo el año escuchando murga y juntando plata para venir en febrero”, agregó Santiago, quien asegura que el año próximo el desafío es volver, pero con las murgas completas de cada uno, y no con “un rejunte”.
Los Trapos Sucios, La Urdemales, Canto y Alarido, La Clandestina y A Calzón Quitado serán algunos de los títulos que desde el otro lado de la cordillera podríamos tener en febrero de 2024 en Uruguay: “El camino se abrió y esperamos que no se cierre más”.