El 2022 no fue un año con grandes anuncios para la ciencia. Con la pandemia oficialmente culminada –lo que no implica que el virus no siga entre nosotros–, la comunidad científica esperaba que el gobierno, tras tanto haber alabado a la ciencia, anunciara acciones concretas de apoyo a la actividad científica. Como dijo el presidente de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay (Anciu) y excoordinador del Grupo Asesor Científico Honorario, Rafael Radi, luego de reunirse con la ministra de Economía y Finanzas antes de la Rendición de Cuentas: “Llegada la mitad del período de gobierno, es el momento de dar señales”.

De acuerdo con un documento elaborado por la propia Anciu, en el que se reconocía “la situación crítica de escasos recursos nacionales para ciencia y tecnología”, se establecían 16 “acciones urgentes” a tomar de cara al presupuesto para apoyar al Sistema de Ciencia y Tecnología. El documento fue entregado al presidente Luis Lacalle Pou, luego al Ministerio de Economía y, finalmente, a la Comisión Permanente de Ciencia, Innovación y Tecnología del Senado.

Fue justamente en esa comisión que se buscó cuantificar el dinero necesario para revertir la acuciante situación del cascoteado sistema de ciencia y tecnología, que llevaba años sin aumentos presupuestales, sufriendo congelamientos de partidas y reduciendo su capacidad de retener y dar lugar a los jóvenes investigadores. Al comparecer en el Senado, Radi estimó que, “para mover la aguja”, el aumento en la inversión debería “estar en la zona de 0,05 a 0,06% del PIB [producto interno bruto]”, lo que dejaría al país con una inversión en investigación y desarrollo de entre 0,45 y 0,46% del PIB.

“Los puntos que trajo la Academia Nacional de Ciencias no venían presupuestados, pero para mí era importante tratar de cuantificar esta idea de cara a la Rendición de Cuentas”, decía la presidenta de la comisión, Silvia Nane (Frente Amplio, FA). Así que en la sesión, en la que estuvieron, además, los otros integrantes de la comisión, Gloria Rodríguez y Sebastián da Silva (Partido Nacional), Liliam Kechichian (FA), Raúl Batlle (Partido Colorado) y Marcos Methol (Cabildo Abierto), se pasaron los porcentajes de Radi a plata: mover la aguja, entonces, “andaría entre los 30 y los 40 millones de dólares”.

El asunto es que cuando llegó la Rendición de Cuentas enviada por el Ejecutivo, el aumento destinado a la ciencia estaba muy pero muy por debajo de la señal esperada: apenas unos cuatro millones de dólares, lo que generó una gran preocupación y decepción en la comunidad científica. Si a eso se suma la falta de refuerzo presupuestal a la Universidad de la República, el panorama era aún más complejo (gran parte de la ciencia del país se hace allí). Esfuerzos y negociaciones llevados adelante por parlamentarios de varios partidos permitieron mejorar un poco algunos aspectos, pero la señal había sido clara: el apoyo a la ciencia del Ejecutivo era apenas discursivo.

Algunas pequeñas acciones sobre fin de año, que no son suficientes para decir que se está pensando en el problema de la ciencia desde una perspectiva de política de Estado, lograron ponerle un toque apenas más dulce a un 2022 que venía amarguísimo. Por ejemplo, la marcha atrás con dejar vacantes los cargos de jefe de laboratorio del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE) tras el retiro de sus titulares, o los anuncios de que los investigadores de posgrado pasarían a tener aportes. En este contexto, los fallos de los llamados para proyectos de investigación de los fondos María Viñas y Clemente Estable, que entrega la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), son una linda noticia para ir cerrando 2022.

¡Más proyectos ganadores!

“En esta oportunidad, los dos fondos apoyarán un total de 90 proyectos: 56 con el fondo Clemente Estable y 34 con el fondo María Viñas. Esto representa un aumento respecto a las tres ediciones anteriores de la misma modalidad (60 en 2016, 55 en 2018 y 48 en 2020)”, dice el comunicado de la ANII que anuncia los informes finales de evaluación.

El fondo Clemente Estable está dirigido, según sus bases, “al financiamiento de la investigación básica en todas las áreas del conocimiento”, entendiendo por eso “trabajos experimentales o teóricos que se emprenden fundamentalmente para obtener nuevos conocimientos acerca de los fundamentos de fenómenos y hechos observables, sin pensar en darles ninguna aplicación o utilización determinada”.

Por su parte, el fondo María Viñas está dirigido a “proyectos de investigación aplicada en todas las áreas del conocimiento”, esto es, “trabajos originales realizados para adquirir nuevos conocimientos que persigan un objetivo práctico específico”. Según las bases, “la investigación aplicada se emprende para determinar los posibles usos de los resultados de la investigación básica, o para determinar nuevos métodos o formas de alcanzar objetivos específicos predeterminados”.

En 2022, ambos fondos estaban dirigidos a “investigadores iniciados en proceso de consolidación académica como investigador independiente”, es decir, a quienes están dando sus primeros pasos para establecer un camino propio y ensanchar la base de la ciencia que tenemos. Esto dentro de la ANII se denomina “llamados de la Modalidad II” y se alternan, salvo excepciones, anualmente con los de la “Modalidad I”, que están dirigidos a investigadores e investigadoras ya consolidados. Por esta razón es que para comparar con las ediciones pasadas hay que ver cuántos proyectos fueron financiados en 2020, 2018 y 2016.

“El crecimiento en el número de proyectos apoyados se acompaña, además, de un aumento en los montos por iniciativa. En la convocatoria 2022, el monto máximo por proyecto es de $ 1.200.000, para su realización en un plazo máximo de 2 años”, señala también el comunicado de la ANII, por lo que, en pesos, hay un aumento cercano a 20% respecto de lo entregado en 2020, lo que implica salir del plano del congelamiento y lograr que los montos no pierdan pie en relación con la inflación y otros fenómenos que afectan el bolsillo. Veamos entonces un poco más en detalle lo que sucede en cada uno de los fondos.

Fondo Estable: récord de proyectos excelentes financiados

En 2022 se presentaron 150 proyectos de investigación al fondo Clemente Estable Modalidad II, de los que 147 pasaron a la evaluación técnica.

De los 147 proyectos evaluados, 113 correspondían a proyectos de investigadoras e investigadores de la Universidad de la República (Udelar), lo que representa 76,8% de las propuestas a evaluar, y dentro de la Udelar lideró la Facultad de Ciencias (desde donde se presentaron 39 proyectos de investigación), seguida por la Facultad de Química (20 proyectos), Facultad de Medicina (11), Facultad de Agronomía (8), y luego otros centros. Por fuera de la Udelar, la institución que presentó mayor cantidad de proyectos fue el IIBCE, con 10,2%, seguido por el Institut Pasteur de Montevideo (Ipmon), con 5,4% de los proyectos a evaluar, la Universidad Católica, con 3,4%, y la UTEC, con 1,3%, entre otros.

En cuanto al género, de los 147 proyectos que pasaron a ser evaluados, 89 (60,54%) tenían como responsable científico a una investigadora. Al ver por cada una de las áreas de evaluación (biología celular y molecular, ciencias agrarias y veterinarias, ciencias biológicas y de la tierra, ciencias exactas, ciencias médicas y de la salud, ciencias sociales, ingeniería y tecnología y humanidades), algunas disparidades llaman la atención. Por ejemplo, en ciencias agrarias y veterinarias se da la mayor diferencia de predominancia femenina (13 proyectos con investigadoras responsables contra tres con investigadores), mientras que en ingeniería y tecnología y en ciencias sociales son las dos únicas áreas en las que se imponen los investigadores responsables (cinco a tres en el primer caso, siete a seis en el segundo).

De los 147 proyectos estudiados por los comités de evaluación, 89 fueron considerados “excelentes”, es decir, 60,54% de las investigaciones propuestas reunían condiciones de calidad y relevancia para la ciencia. De todas ellas, se decidió otorgar financiación a 56, lo que implica darles dinero a 63,9% de los proyectos considerados excelentes para hacerlos posible. Es aquí donde está el mayor indicador para alegrarnos el año: en las ediciones pasadas de la Modalidad II del fondo Clemente Estable no se había superado el umbral de 30% de los proyectos excelentes financiados (21,21% en el fatídico 2020, el guarismo más bajo desde que se otorgan estos fondos, y 27,27% en 2018). También en proyectos financiados los números de 2022 son elocuentes: este año se premian 56 proyectos, en 2020 fueron unos vergonzosos 23, en 2018, 30 y en 2016, 34.

Como decía el comunicado de la ANII, este año los proyectos podían solicitar un máximo de $ 1.200.000 a ejecutarse en dos años. Los 56 proyectos aprobados implicarán el desembolso de $ 66.076.580, lo que implica un promedio de $ 1.179.938 por proyecto de investigación. En 2020 el monto total dedicado al fondo Clemente Estable fue de apenas $ 22.438.705 ($ 975.595 de promedio por proyecto), en 2018 fueron $ 29.472.248 ($ 982.408 por proyecto) y en 2016, $ 25.140.000 ($ 739.411 por proyecto).

Foto del artículo 'Por primera vez en años, la ANII aumentó la cantidad de proyectos de investigación financiados en los fondos María Viñas y Clemente Estable'

María Viñas: saliendo del freezer

En el caso del fondo María Viñas, esta edición Modalidad II de 2022 también trajo sus buenas nuevas. Como dice el comunicado de la ANII, en esta ocasión los proyectos “que cuenten con una contraparte (empresa, entidad estatal, cooperativa, organización social, etc.) que aporte fondos al proyecto por al menos el 20% del monto solicitado, acceden a un monto adicional (matching funds) aportado por ANII de hasta $ 240.000”. Sin embargo, de los 126 proyectos presentados, sólo dos lo hicieron con una contraparte.

Del total, 123 pasaron a evaluación técnica. Al igual que en el fondo Clemente Estable, la institución que presentó más proyectos de investigación aplicada fue la Udelar, con 86 trabajos que pasaron a ser evaluados. Dentro de la Udelar, la que lideró la presentación fue la Facultad de Química (17 proyectos presentados), seguida por las facultades de Agronomía (10), Medicina (9), Ingeniería (8), Veterinaria (8), Ciencias (7), y otras. Luego de la Udelar, que presentó 70% de la oferta de investigación aplicada, las instituciones más representadas fueron la UTEC (7,3 %), el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (6,5%), el Ipmon (6,5%) y la Universidad Católica (4,1%).

En cuanto a género, de los 123 proyectos a ser evaluados, 74 (60,16%) tenían como responsable a una investigadora. En este caso, la mayor diferencia, con predominio femenino, se da en el área ciencias médicas y de la salud (19 proyectos con investigadoras responsables contra cinco con investigadores), mientras que en ciencias sociales y humanidades se observa el único caso de predominio de investigadores responsables (siete contra cinco proyectos con investigadoras responsables).

De los 123 proyectos evaluados, los comités señalaron que 104 eran elegibles, es decir, que 84,55% reunía condiciones de calidad y pertinencia. De todos ellos, se decidió financiar a 34 proyectos de investigación aplicada, lo que representa 32,69% de los considerados de calidad para financiar. En este caso, si bien el número total de proyectos financiados es mayor que en ediciones anteriores (34 en 2022, 23 en 2020, 25 en 2018 y 26 en 2016), el porcentaje de proyectos considerados financiables que efectivamente obtienen fondos no se despega demasiado de ediciones anteriores, salvo para el triste 2020, en el que apenas se adjudicaron fondos para 17,69% de los proyectos que reunían condiciones para obtenerlos. Pero, a modo de ejemplo, 32,69% de 2022 no está muy lejos de 30,86% de 2018.

En cuanto a los montos, en 2022 los ganadores, contando un único proyecto con contraparte financiado con $ 240.000 extra, obtuvieron $ 40.126.986, una cifra mucho mayor que los magros $ 22.670.554 destinados en 2020 o los $ 24.247.532 de 2018. Si nos fijamos en los promedios de dinero a otorgar a cada proyecto, en 2022 se destinan $ 1.180.205 a cada uno, lo que en dólares, a cotización del 6 de diciembre, son unos U$S 31.058, un monto casi idéntico al promedio otorgado en 2018, que con un dólar a $ 31,53 al 20 de diciembre, implicaba unos U$S 30.761 para cada proyecto ganador ($ 969.902 a 25 proyectos).

Si bien en el fondo María Viñas la cantidad de proyectos premiados no aumentó tanto como en los premiados en el Clemente Estable, aunque el porcentaje de proyectos financiables efectivamente financiados tampoco se despega mucho de ediciones anteriores –salvando el paupérrimo 2020–, todos los indicadores muestran leves mejoras y un despegue de la inercia que llevaba al congelamiento.

¿Aumentos circunstanciales o conquistas?

En el comunicado enviado por la ANII a raíz de estos fondos, se establecía que el presidente de la agencia, Flavio Caiafa, declaró que “esta cantidad récord de proyectos apoyados y la actualización que venimos realizando en los montos otorgados, reafirma el compromiso del gobierno y de la agencia con el desarrollo de la ciencia y la investigación en Uruguay, en forma sostenible”.

Como puede verse al observar a lo largo del tiempo los montos, la cantidad de proyectos financiados y el porcentaje de trabajos excelentes que obtienen financiación, las resoluciones de este año de los fondos Estable y Viñas rompen una tendencia preocupante que lleva más de media década. Más allá de que la peor caída de todos estos indicadores se dio en 2020, cuando el presidente de la agencia era también Caiafa y el mismo Ejecutivo estaba al frente del país, el congelamiento y estancamiento de estas herramientas fundamentales para la investigación científica era notorio y venía de antes.

La pregunta que queda flotando en el aire es si estas mejoras en montos, cantidad de proyectos y excelentes financiados es circunstancial o forma parte de una serie de medidas de más largo aliento que no impliquen que cada dos años tengamos que hacer notas comparando las cifras. ¿Se actualizarán los fondos mediante algún criterio que asegure su no congelamiento? ¿Se seguirá con esta idea, más notoria en el fondo Clemente Estable, de reducir la cantidad de proyectos de calidad que no encuentran financiación? ¿O, en cambio, año a año, veremos fluctuar estas cifras de acuerdo a la caja u otros criterios coyunturales? No lo sabemos aún. Por ahora celebremos que este año los fondos Clemente Estable y María Viñas parecen haber salido del freezer.