En marzo de 2023, personal de la Intendencia de Montevideo notó algo extraño en un arce japonés (Acer japonicum) que se encontraba en el Jardín Japonés del museo Blanes, en el Prado de Montevideo. La conjugación en pasado al referirnos a este árbol, cuyo bello follaje formaba un efecto de túnel a la entrada del jardín, tiene mucho que ver con el protagonista de esta historia.

El tronco y las ramas del arce japonés estaban llenos de afloraciones de aserrín que salían de múltiples agujeros, como si fueran tarugos de madera colgantes. Los trabajadores de la intendencia le enviaron las fotos al docente e investigador Martín Bollazzi, de la Unidad de Entomología del Departamento de Protección Vegetal de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República, para entender qué podía estar causando síntomas tan inusuales.

Martín Bollazzi.

Martín Bollazzi.

Foto: Alessandro Maradei

Martín sospechó enseguida quién era el responsable de los destrozos, porque estaba advertido de que síntomas como esos podían aparecer en árboles en Uruguay. Por la cantidad de ataques que había sufrido, el arce japonés estaba “condenado”, asegura. Tenía ya algunas ramas secas, y aunque se le realizaron varios cortes, llegó un momento en que fue imposible de salvar.

“Les pedí que cortaran la rama más afectada, que la embolsaran y la depositaran en un lugar frío. Después me la traje al laboratorio”, cuenta. Con la colaboración de la ingeniera agrónoma Agustina Armand Pilón, estudiante suya de doctorado en la Facultad de Agronomía, Martín se dispuso a confirmar sus sospechas.

Rama de arce japonés atacado por el escarabajo de la ambrosía en el Museo Blanes.
Foto gentileza Martín Bollazzi

Rama de arce japonés atacado por el escarabajo de la ambrosía en el Museo Blanes. Foto gentileza Martín Bollazzi

Sus investigaciones derivaron en un trabajo a tres puntas entre Uruguay, Argentina y Estados Unidos, que se publicó recientemente en la revista NeoBiota, que se especializa en invasiones biológicas.

Con la firma de Esteban Ceriani y Ana Trebino, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires; el uruguayo Demian Gómez, del Servicio Forestal de Texas (Estados Unidos); Andrea Listre, de la Dirección General de Servicios Agrícolas del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP); Luciana Ingaramo, de la empresa Lumin de Rivera; Agustina Armand Pilón, de la Estación Experimental Mario Cassinoni de la Facultad de Agronomía en Paysandú, y Martín Bollazzi, de Entomología de la Facultad de Agronomía, el artículo revela la presencia en nuestro país de un invasor peligroso que llega en un momento incómodo.

Asociación para delinquir

Martín conocía los síntomas observados porque en los últimos años trabajó junto con su colega argentino Esteban Ceriani en algunas especies de escarabajos de la ambrosía, un grupo amplio de insectos que deben su nombre a su estrecha asociación con los llamados hongos de la ambrosía.

Los escarabajos de la ambrosía son unos diminutos agricultores de hongos que llevan decenas de millones de años dedicados a esta actividad. Excavan galerías en los árboles y arrastran con ellos esporas de hongos que llevan en el cuerpo. El hongo, que crece dentro del árbol, es necesario para la supervivencia de estos escarabajos, porque les permite a las larvas alimentarse de la madera que degradan. “Para ellos es como tener un sistema de digestión externo, que les permite procesar los componentes de las plantas que serían demasiado duros para las larvas”, explica Martín.

Durante sus trabajos, su colega argentino Esteban le advirtió que una de estas especies de escarabajos, Euwallacea fornicatus, había sido detectada en Argentina. “Me dijo que era cuestión de tiempo para que entrara a Uruguay”, comenta Martín. Y sabía que era un problema en puerta.

Algunas especies de escarabajos de la ambrosía son invasores muy exitosos y también dañinos. En el caso particular de Euwallacea fornicatus, su nombre científico da algunas pistas claras. Tiene una impresionante capacidad reproductiva, a tal punto que hermanos y hermanas procrean entre sí, lo que permite a la especie colonizar nuevas regiones con pocos individuos.

Estas características, más su asociación con los hongos y la cantidad de especies que pueden afectar (más de 600 reportadas hasta ahora), lo vuelven una pésima noticia para cualquier país al que llegue. Y ha invadido muchos desde su primera detección como invasor de importancia fuera de Asia a comienzos de los 2000, cuando se lo registró en Estados Unidos probablemente gracias al comercio de plantas.

“Hablamos de un insecto peligroso, no sólo por las galerías que hace dentro de los árboles, sino por los daños que provocan los hongos, por ejemplo del género Fusarium, con los que se asocia, que también debilitan al árbol hospedero. Puede que el escarabajo muera, pero el hongo queda y allí empieza una patología diferente para las plantas”, cuenta Martín.

Arce japonés atacado por el escarabajo de la ambrosía en el Museo Blanes.
Foto gentileza Martín Bollazzi

Arce japonés atacado por el escarabajo de la ambrosía en el Museo Blanes. Foto gentileza Martín Bollazzi

La guerra contra Ewallacea fornicatus

Como vimos, Martín tenía sospechas muy firmes de que este temible invasor era el responsable de los daños en el arce del Jardín Japonés, pero debía confirmarlas. Euwallacea fornicatus ha formado históricamente un complejo de especies difíciles de diferenciar, confusión en la que colaboró la Segunda Guerra Mundial.

El holotipo (es decir, el ejemplar con el que se describió la especie), que fue colectado en Sri Lanka y descrito para la ciencia en 1868, fue destruido en los bombardeos aliados sobre Hamburgo, que afectaron al Museo Zoológico en que había sido depositado. Esto ha llevado a que desde entonces se agrupen bajo este mismo nombre especies distintas pero con diferencias mínimas.

En este caso, Martín, Agustina y la también entomóloga Andrea Listre se valieron del valioso trabajo de otro uruguayo coautor del artículo , actualmente radicado en Estados Unidos: Demian Gómez, que en una investigación previa definió claves taxonómicas para identificar a la especie.

Además de analizar bajo lupa las características de los ejemplares de este escarabajo recolectados en el Jardín Japonés, los investigadores unieron fuerzas con Esteban en Buenos Aires para hacer un análisis genético de los individuos recolectados.

En medio de este proceso, se les abrió otro frente de lucha. Luciana Ingaramo, que trabaja en la empresa forestal Lumin, encontró en Rivera algunos árboles del ornato público con los mismos síntomas y halló en ellos a estos escarabajos, que fueron recolectados y pasaron también por los mismos análisis.

Los resultados del trabajo del equipo despejaron todas las dudas: el insecto que había afectado a ambos árboles era el temido escarabajo de la ambrosía de la especie Ewallacea fornicatus. El análisis de ADN mostró que los ejemplares hallados en Uruguay son genéticamente casi iguales a los detectados en Brasil y Argentina, y que también tienen una “afinidad notable” con poblaciones de Hainan (China) y otras recientemente introducidas a invernaderos de Países Bajos y Alemania.

En resumen, Uruguay tiene dos localidades donde se registró la presencia de esta especie separadas por 500 kilómetros, y se suma así a los registros recientes publicados en Argentina (2023) y Brasil (2024), pero es probable que el insecto esté en la región ya desde hace un tiempo, tal cual aclara Martín.

“Como en otras invasiones biológicas, aquí el problema es que el insecto llega a un sitio en el cual sus hospederos potenciales no están adaptados a él. Y lo que sorprende de Ewallacea fornicatus es el rango tan amplio de hospederos; en cada lugar que llega empieza a atacar cosas nuevas”, dice Martín.

Eso fue justamente lo que se propusieron hacer en su trabajo: descubrir qué nuevas especies de plantas estaba atacando este insecto. Para eso había que abrir el panorama y salir del Jardín Japonés para explorar sus inmediaciones.

Escarabajo de la ambrosía.
Foto: Cecile Roux (iNaturalist)

Escarabajo de la ambrosía. Foto: Cecile Roux (iNaturalist)

Toco madera

Martín y sus colegas hicieron un relevamiento para determinar el nivel de infestación y la distribución de este escarabajo en algunas áreas clave, como el Jardín Botánico, el Jardín Japonés, los alrededores del Prado y el puerto de Montevideo, especialmente en zonas en las que abundan especies exóticas como plátanos, casuarinas, arces y álamos, víctimas usuales de este escarabajo.

El ala argentina del equipo hizo también otro relevamiento en busca de plantas afectadas en el Jardín Botánico de Buenos Aires entre 2024 y 2025. En ambos casos, clasificaron a las plantas analizadas en nativas o exóticas, y definieron su estatus de conservación según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Los resultados en Buenos Aires fueron preocupantes: hallaron a este escarabajo en 14 especies no reportadas previamente en el mundo como susceptibles de ser atacadas, tanto exóticas como nativas: araucaria, chañar, arrayán, guayabo del país, gardenia, pezuña de vaca, floripón, tala, caqui nativo, dos especies de higueras, canelón, caldén y uruca. El trabajo de 2024 hecho en Argentina ya había identificado otros seis nuevos hospederos, entre ellos especies nativas presentes en Uruguay como el molle, la tipa y el tabaquillo.

Para Montevideo, el artículo aclara que hasta ahora el escarabajo ha atacado ejemplares de cuatro especies presentes en el ornato público de Montevideo: plátano (Platanus x acerifolia), casuarina (Casuarina cunninghamiana), arce (Acer negundo) y el ya mencionado arce japonés. Las especies afectadas por este escarabajo en estos relevamientos hechos en Uruguay y Argentina, señala el trabajo, “cumplen múltiples funciones ecológicas y económicas”, lo que abre un panorama que podría ser complicado.

Antes de proyectarse al futuro, es importante hacer una visita al pasado: ¿cómo llegó este indeseable cascarudo asiático a Sudamérica y más específicamente a Uruguay? El artículo ofrece una posible explicación en base a lo que sabemos hasta ahora.

El patrón temporal de estas introducciones “sugiere un establecimiento inicial en Brasil durante la última década, seguido de eventos de colonización más recientes en Argentina y Uruguay, ambos dentro de los últimos cinco años”. En Uruguay, lo más probable es que se haya producido un escenario de invasión a dos puntas (uno en Rivera y el otro en Montevideo) en eventos independientes.

Dada la presencia confirmada de este escarabajo en múltiples localidades cercanas de Brasil, es probable que a Rivera haya llegado a través de la “frontera seca” que forman esta ciudad y su hermana Santana do Livramento, donde hay un “movimiento diario de mercancías, personas y, de manera involuntaria, materiales biológicos”.

En contraste, el establecimiento de este escarabajo de la ambrosía en Montevideo “sugiere una vía de invasión diferente, probablemente relacionada con el comercio marítimo”. El patrón de infestación observado en nuestra capital es “notablemente similar” a las etapas iniciales reportadas en Buenos Aires, y a juzgar por los niveles de infestación registrados en especies centinela como el arce, la plaga podría haber llegado entre 2021 y 2022.

“La experiencia en el manejo de otras regiones invadidas sugiere una ventana de oportunidad limitada para una respuesta y erradicación efectivas, ya que se vuelve cada vez más complejo con el tiempo”, advierte el artículo, algo que se recomienda no sólo en este caso sino siempre que se detecta la presencia de una especie exótica invasora. El problema es que Euwallacea fornicatus llega en muy mal momento como para pensar en respuestas rápidas y efectivas.

Plátano atacado por el escarabajo de la ambrosía en arbolado de Montevideo.
Foto gentileza Martín Bollazzi

Plátano atacado por el escarabajo de la ambrosía en arbolado de Montevideo. Foto gentileza Martín Bollazzi

Asia acá

La invasión de un escarabajo proveniente del sudeste asiático, que podría generar severos daños en árboles emblemáticos del país, suena a déjà vu, considerando todo lo que se ha dicho sobre el picudo rojo y las palmeras. Dadas estas coincidencias, es posible incluso que parte del público esté ya cansado y descrea de la seriedad de las advertencias.

En este panorama, dirimir si uno de estos escarabajos invasores es más perjudicial que el otro no es la pregunta a hacerse, a juicio de Martín Bollazzi, sino entender qué intereses afecta cada uno.

“La definición de plaga para una especie no es biológica, es humana. Una plaga es aquello que entra en conflicto con los intereses de alguien”, dice. Y el problema con Ewallacea fornicatus es que puede afectar muchos intereses bien distintos, aunque sus efectos no sean tan visibles en el paisaje urbano como los del picudo rojo.

“Creo que Ewallacea fornicatus es más completo en el sentido malo. Porque en la lista de hospederos hay algunas especies de interés productivo alimentario, otras de valor ornamental y otras que son importantes para los ecosistemas de bosques nativos. El rango de impactos y de conflictos de interés con el humano es potencialmente mayor”, dice Martín. La industria forestal, por ejemplo, tiene el ojo muy atento en los eucaliptos. Si bien hasta ahora no se halló a este escarabajo en ningún ejemplar de estos árboles en Uruguay, hay antecedentes de ataques a eucaliptos en Australia.

“Al entrar a Uruguay y a Argentina, sería la primera vez que se enfrente con algunas especies de eucaliptos. Y no sabemos aún qué va a pasar. Es importante estar precavidos y atentos”, agrega Martín.

A juzgar por lo que se ha visto en Buenos Aires, Martín cree que las primeras víctimas notorias de este escarabajo en Uruguay podrían ser los plátanos. No significa esto que los plátanos se vayan a morir, aclara, sino que serán los primeros en ser atacados. Esto puede ser recibido como una gran noticia por los alérgicos, que los maldicen en primavera, pero es malo si consideramos todos los beneficios que nos brindan estos árboles y lo importantes que son en nuestra ciudad.

Tal cual dice el artículo, “las consecuencias económicas del establecimiento de Euwallacea fornicatus en Sudamérica podrían ser considerables, tomando como referencia la experiencia en otras regiones invadidas”. En Australia, su erradicación en algunas zonas, mediante la remoción de árboles infectados, requirió una inversión económica estimada en aproximadamente diez millones de dólares anuales durante un período de al menos tres años consecutivos. En varios países ha sido una pesadilla para la producción de té, de palta y de cítricos, entre otros cultivos.

Pero la investigación muestra que este escarabajo afecta también a especies nativas de nuestra región, y en ese caso no importa cuán grande sea la billetera para solucionar el problema. “Lo preocupante es que pueden pasar a especies que están en los montes nativos”, advierte Martín. “Si uno hace un plan nacional de manejo, una cosa es que esté en la ciudad y otra que salte a los montes nativos, porque ahí ya no tenés control. No podés ponerte a cortar árboles ahí”, agrega.

Y ahora, ¿quién podrá ayudarnos?

Este escarabajo exótico invasor presenta varios desafíos en estos tiempos. Los escarabajos de ambrosía son en general difíciles de controlar con insecticidas, porque viven dentro del tronco toda su vida, excepto durante el breve período del vuelo nupcial, cuando salen a copular y se dispersan. La remoción del material infestado suele ser la estrategia más común.

Pese a estas dificultades, el artículo llama a desarrollar una estrategia regional de manejo ecológico coordinado, lo que implica una vigilancia sistemática de jardines botánicos y bosques urbanos (buenos centinelas para detectar plagas), la realización de intervenciones preventivas en zonas de alto riesgo, y asignar recursos para investigación que permita “evaluar daños y desarrollar estrategias de control adaptativas”.

Por ahora, sin embargo, el artículo sostiene que esta especie invasora “sigue siendo críticamente subestimada dentro de los marcos fitosanitarios sudamericanos y en la conciencia pública”, a pesar de su potencial dañino en varios niveles, entre ellos “modificar sustancialmente la dinámica de la biodiversidad, tanto nativa como exótica”.

Con respecto a Uruguay, el equipo de investigadores cree que lo primero que hay que hacer es monitorear. “Las zonas aledañas a Montevideo conforman un buen sitio experimental, porque hay muchos árboles comunes en el ornato público, pero también especies emparentadas con las de producción y especies nativas. Es interesante hacer relevamiento en especies clave, que son indicadoras, como el arce Acer negundo. Sabemos que si hay Euwallacea fornicatus, atacará a los arces”, aclara Martín.

Un relevamiento centrado en arces permitiría tener una primera aproximación de la distribución de esta especie invasora en Uruguay y entender en qué zonas anda. “El problema es que para todo se necesitan fondos. Y en este momento hay insectos que te están prendiendo fuego todo, y estos otros, que potencialmente podrían hacer mucho daño, pasan a segundo plano, porque no tenés recursos humanos ni dinero para atenderlo. El inconveniente con Ewallacea fornicatus es ese, nos agarró en un momento en que estamos atacando otros problemas”, se lamenta Martín, aludiendo al picudo rojo sin mencionarlo directamente.

Puede que este escarabajo de la ambrosía no sea tan notorio como el picudo rojo, o que los arces y plátanos no despierten tanta simpatía como las palmeras, pero la duda no debería ser elegir uno u otro. La cuestión no es picudo rojo o escarabajo de la ambrosía, sino más bien picudo rojo y escarabajo de la ambrosía, y visón en Melilla, y ligustro y glicina en los montes nativos, y rana toro en las charcas, y las acacias y la garra de león en los ecosistemas costeros, y el pasto capin annoni en los pastizales, entre otras. Cuando se trata de la naturaleza y protección de la biodiversidad, atacar a una especie exótica invasora en un momento sin hacer nada por las otras que están ya causando daño, es una estrategia totalmente contraproducente.

Artículo: Increasing breeding host range and fast spread across Uruguay reveals the invasion potential of Euwallacea fornicatus (Coleoptera, Scolytinae) in South America
Publicación: NeoBiota (abril de 2025)
Autores: Esteban Ceriani, Demian Gómez, Ana Trebino, Andrea Listre, Luciana Ingaramo, Agustina Armand Pilón y Martín Bollazzi.