“La zona suroeste del país, en particular Arazatí, Kiyú y alrededores en el departamento de San José, es de un gran valor paleontológico, geológico y arqueológico”, comienza diciendo el texto titulado Solicitud de declaración de Monumento Histórico a dos localidades de la franja costera de San José: Arazatí y Kiyú, remitido por una veintena de paleontólogos, paleontólogas e investigadores de la Facultad de Ciencias y del Museo Nacional de Historia Natural a la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación en diciembre de 2024.

En el documento se fundamenta que las barrancas de ambas zonas costeras son “periódicamente relevadas para la prospección de fósiles muy diversos” que tienen una antigüedad que abarca un período de unos diez millones de años comprendidos entre el Mioceno tardío y el Pleistoceno tardío, “así como evidencias arqueológicas de los primeros pobladores humanos en la zona”. Por este motivo, el patrimonio arqueológico, geológico y paleontológico de la zona permite “reconstruir cómo ha sido la evolución de la biodiversidad, los ambientes y paisajes en el territorio uruguayo”, con “implicancias también de índole regional”. Dado que quienes firman trabajan en el área de paleontología, afirman que “muchos de los restos fósiles” allí recuperados pertenecen a especies que “sólo se encuentran representadas en esta parte del planeta”, lo que hace que esos fósiles sean “únicos para la ciencia, con gran impacto en la comunidad académica”.

¿Qué tanto impactan esos fósiles? En el documento señalan que “han sido y son sustrato de múltiples estudios, involucrando el desarrollo de tesis de grado y de posgrado en el marco del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas y publicaciones científicas en medios internacionales de primer nivel, así como en medios de difusión nacionales y regionales”.

Fósil de _Neobrachytherium ullumense_ asomando en los sedimentos de Kiyú. Foto: gentileza Ana Clara Badín.

Fósil de Neobrachytherium ullumense asomando en los sedimentos de Kiyú. Foto: gentileza Ana Clara Badín.

Lo que dicen puede corroborarse fácilmente en las páginas de nuestra sección dedicada a la ciencia: en noviembre de 2024 hacíamos una nota respecto al tigre dientes de cimitarra más grande que vivió en América gracias a fósiles encontrados en Arazatí; en marzo de 2024 reportábamos el trabajo que señalaba la presencia en Uruguay de un herbívoro que se pensaba que sólo vivió en Argentina, Neobrachytherium ullumense, en base a fósiles encontrados en Kiyú y Arazatí, que resultaron de gran interés regional ya que son los restos más modernos conocidos para la especie, extendiendo en un millón de años el período en que sabemos que estos animales, similares a una cruza entre minicaballos y ciervos, habitaron el continente; en diciembre de 2023 dábamos a conocer la investigación sobre túneles cavados en Kiyú por cuatro especies de mamíferos hace entre 11 y seis millones de años; el estudio del tamaño del cerebro del roedor más grande conocido de todos los tiempos, el Josephoartigasia monesi, conocido a través de un cráneo encontrado en Kiyú; o podemos mencionar que de los siete fósiles más relevantes de 2024, cuatro provenían de los barrancos de San José o Kiyú. Antes de eso hemos también comunicado trabajos sobre el vampiro más antiguo de Sudamérica reportado a partir del estudio de un húmero encontrado en las barrancas de Kiyú, el fósil más antiguo del país de un mamífero Carnivora, dos especies nuevas de herbívoros de hace entre diez millones y 100.000 años, los proterotéridos Pseudobrachytherium breve y Uruguayodon alius, o el mamífero con el nombre más uruguayo de todos, Charruatoxodon uruguayensis, una mezcla de rinoceronte e hipopótamo, descrito a partir de fósiles encontrados en Arazatí por maestros de escuela en la década de 1990 que fuera luego estudiado por paleontólogas y paleontólogos de distintas instituciones.

En el texto, los investigadores e investigadoras señalan que “las zonas geográficas a considerar” en su solicitud “se delimitan en dos localidades bien precisas”. En el caso de Arazatí, abarca las “plataformas y barrancas costeras desde la desembocadura del arroyo Sauce hasta seis kilómetros al sureste de dicho punto”, proporcionando entonces las respectivas coordenadas, mientras que en el caso de Kiyú se propone la “zona ubicada entre las desembocaduras de los arroyos San Gregorio y Mauricio, abarcando nueve km de plataformas y barrancas costeras”; se adjuntan también las coordenadas de referencia.

Mapa adjuntado en la solicitud para Kiyú (la línea roja representa la zona a declarar Monumento Histórico).

Mapa adjuntado en la solicitud para Kiyú (la línea roja representa la zona a declarar Monumento Histórico).

¿Qué suerte ha corrido el pedido de considerar ambos lugares como monumento histórico nacional?

Reactivando el trámite

Daniel Perea, paleontólogo de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, es uno de los firmantes de la solicitud de declaración de monumento histórico para los barrancos y plataformas de Kiyú y Arazatí. “El pedido de declaración de Monumento Histórico lo presentamos a fines de 2024”, comentó a la diaria, señalando que, tras un silencio inicial, el director general designado por la nueva administración para la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, Marcel Suárez, les dijo que la solicitud estaba entre las pendientes para ser estudiada. El propio Suárez afirmó a este medio que esa solicitud forma parte de otras tantas que están pendientes para ser consideradas por la comisión, que ahora justamente se encuentra en la etapa de definir sus integrantes.

“Ahora estamos esperando. La nota que enviamos, más que nada, hace hincapié en los fósiles, si bien menciona también la riqueza geológica y arqueológica, porque nosotros no nos quisimos meter en temas que están por fuera de nuestra especialidad”, comenta Perea. A ese respecto, Suárez adelantó a la diaria que el abordaje de los diversos sitios de patrimonio paleontológico que requerirían atención de la comisión es un debe que se arrastra desde hace tiempo y que su aspiración sería poder incorporar a alguien del área de la paleontología a los funcionarios de la comisión, porque hay casos, como el de estos barrancos de San José, que requieren un abordaje técnico, y lo ideal sería contar con un paleontólogo o paleontóloga en la comisión. Más allá de eso, Suárez adelantó que el informe ya estaría y lo que ahora falta es la consideración por parte de la comisión.

Arazatí y sus barrancas. Foto: gentileza Daniel Perea.

Arazatí y sus barrancas. Foto: gentileza Daniel Perea.

Dos etapas para lograr protección

Perea afirma que hay “dos planos” pensados respecto a la protección de estos sitios.“Uno sería la declaración formal de Monumento Histórico, que es la manera que tiene la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación de proteger un sitio patrimonial natural”, sostiene.

“Lo que planteamos, junto con otros colegas, fue proteger los frentes de las barrancas de Kiyú y Arazatí, porque en ellas permanentemente estamos haciendo paleontología y geología. De ahí es que surge este valor patrimonial, porque de ahí salen los fósiles y de ahí se conocen esas rocas que son únicas. Son materiales muy relevantes de un período particular de Uruguay, del continente, e incluso del mundo también. Esa es la justificación para que eso se proteja de alguna manera”, explica Daniel. También señalan que sumaron esfuerzos junto a colectivos locales, como es el caso de Sin Pavimento, Portal Playa Kiyú y Kiyutópicos, de Kiyú, o la Agrupación Tucu-tucu, de Arazatí.

Barrancas en Arazatí (archivo, octubre de 2024).

Barrancas en Arazatí (archivo, octubre de 2024).

Foto: Mara Quintero

“Acumulamos esfuerzos junto a esos colectivos para poder declarar estos lugares como Monumento Histórico, en una primera instancia, pero está la idea, en un segundo plano, de llegar a la figura de geoparque, que es una figura internacional, como es el geoparque de las Grutas del Palacio”, adelanta Daniel. “Esta zona podría declararse también como geoparque porque tiene un valor geológico y paleontológico muy importante, y porque además los geoparques tienen otras connotaciones también que abarcan el paisaje, la cultura y otra cantidad de aspectos más”, sostiene, y agrega que lograr que el sitio sea declarado como un geoparque de la Unesco es un camino que “lleva mucho más tiempo”.