La población de Juan Lacaze fue una de las más castigadas por la represión en el departamento de Colonia. Decenas de estudiantes y trabajadores fueron detenidos. Cientos debieron marchar al exilio. Varios fueron asesinados en operativos represivos en Uruguay y en Argentina. Al menos tres militantes murieron de modo dudoso en las cárceles. Y tres personas continúan desaparecidas.
Walter Cruz -obrero, periodista, militante comunista fallecido este año- conoció de cerca a gran parte de los lacazinos que fueron perseguidos por los aparatos represivos. En una entrevista de 2017, Cruz recordaba a Hugo Dermit, Juan Nito Pino y Mirtho Perdomo, quienes murieron en las cárceles de la dictadura.
En los primeros dos casos, la Justicia Militar señaló que se habían “suicidado”. Perdomo, según los expedientes judiciales, habría muerto por falta de atención médica. En esos casos, para Cruz, las muertes siempre quedarán envueltas entre las dudas.
Cruz, quien vivió en Buenos Aires en la década de 1970, también siguió las pistas de tres lacazinos que desaparecieron en Argentina: Valentín Laneri, Carlos Guaz y Walner Bentancour Garín.
En las listas oficiales de desaparecidos figura que Laneri fue detenido en 1982 en la capital argentina, y que desde entonces no se supo cuál fue su destino. Cruz recordaba que en 1979 vio a Laneri en Buenos Aires “por última vez. Vivía en La Boca. Era militante de la Federación Ancap, del plenario intersindical de Juan Lacaze y del Partido Comunista”.
Bentancour nació en Juan Lacaze en 1954. Hasta 1973 trabajó en la extextil Campomar. Ese año se exilió junto a su familia en Argentina, donde se incorporó al Partido por la Victoria del Pueblo (PVP). Bentancour fue detenido en un operativo realizado en la localidad de Avellaneda. Según el expediente judicial, el 3 de setiembre de 1976 “un grupo de veinte personas armadas, sin identificación, allanan su domicilio en presencia de familiares”. Los miembros del operativo mostraron “una foto de Walner Ademir Bentancour, quien no se encuentra en el momento” y “permanecen en el domicilio hasta que este regresa (a las 7 am). Le solicitan documentación y lo ingresan en una camioneta”.
El expediente también relata que los autores de la detención “realizan en el domicilio rupturas y boquetes” y que “escriben en las paredes con alquitrán: Ex-ERP”. Su padre, Altamar Bentancour, su madre, Corina Garin, y sus tres hermanos fueron testigos de esa detención.
En 2008, los padres de Bentancour, radicados en Suecia, presentaron una denuncia para que se investigara el caso de su hijo, e identificaron como uno de los responsables del secuestro al exmilitar José Nino Gavazzo. En marzo del año siguiente Gavazzo y José Ricardo Arab Fernández fueron procesados como autores de 28 delitos de homicidios muy especialmente agravados, entre ellos el de Bentancour, con una pena de 25 años de penitenciaría. Actualmente Gavazzo se encuentra en prisión domiciliaria. Los restos de Bentancour Garín continúan sin aparecer.
Carlos Guaz también desapareció en Argentina. Los militantes lacazinos Julio Picca (ya fallecido) y Alejandro Buscarons declararon ante Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos que, de acuerdo a la información que ellos habían recibido, el 24 de diciembre de 1975 Guaz concurre “a la casa de unos amigos, llega con una herida en la cabeza (un rozón) y comenta que había participado en el combate de Monte Chingolo [había sido el 23 de diciembre de 1975]. Guaz fue visto por última vez el 28 de diciembre, cuando concurrió a “un cumpleaños en una casa familiar”.
Carlos Mar y Rolando Morales Itza, también trabajadores textiles lacazinos, fueron asesinados en Buenos Aires. Los documentos de los servicios de Inteligencia señalan que Mar se trasladó hacia la capital argentina en 1974, con otros 50 trabajadores lacazinos textiles, exobreros de Campomar e “izquierdistas activos”. Mar, militante comunista, fue asesinado en 1974, “en un enfrentamiento entre militantes de izquierda y fuerzas de seguridad”. Tenía 43 años.
Rolando Morales tenía 26 años en 1975, cuando fue acribillado en Buenos Aires “por el accionar de las Fuerzas Armadas, tal como surge de la prueba contundente acompañada posteriormente”. Este caso “encuadra entre las previsiones de la Ley 24.411, pues está plenamente probado que estas muertes fueron a consecuencia de la aplicación del terrorismo de Estado”, según señala la investigación desarrollada por el equipo de investigadores de la Facultad de Humanidades.
Nueva Helvecia: la profesora y el bancario
En 1974 Nibia Sabalsagaray (1949) era profesora de Literatura recién recibida del Instituto de Profesores Artigas (IPA) y militaba en la Juventud del Partido Comunista del Uruguay. Ese año la joven fue detenida en el Hogar Textil de Juan Lacaze, en Montevideo, donde residía, y conducida a dependencias militares, donde falleció producto de la tortura.
En 2013 la Justicia condenó al militar Miguel Dalmao, quien se encontraba en actividad, por la muerte de la joven nacida en Nueva Helvecia. El fallo judicial dividió las aguas en el gobierno conducido por el expresidente José Mujica, ya que algunos miembros del ex Movimiento de Liberación Nacional (MLN) sostuvieron que Dalmao no intervino directamente en el homicidio de la joven coloniense. Dalmao murió en la cárcel a finales de 2014.
El recordado docente Omar Moreira -fallecido en 2017-, profesor y amigo de Sabalsagaray, describió el significado que tuvo la muerte de la joven para su comunidad de origen: “El cuerpo de Nibia apareció y pudo hacerse el duelo, y golpeó tan fuerte, que la gente de la ciudad que no estaba tan convencida de lo que estaba pasando pudo sentir el horror de la dictadura”.
Moreira dijo que Nibia formaba parte de “una familia queridísima” y que ella “era una gurisa espléndida, alegre, estudiosa, proactiva, y le dieron muerte de esa manera tan cruenta”. Nibia “ya había terminado el IPA, estaba preparando su casamiento, y fue malograda en la flor de la vida”.
Esas condiciones que rodearon a Sabalsagaray “asientan todas las condiciones de una mártir de la dictadura, que luchaba por ideas y no con las armas, que también es un símbolo muy fuerte. Tanto es así que tiene un monumento en la ciudad que, de alguna manera, ya es una referencia”, destacó Moreira.
Julio Escudero, militante bancario oriundo de Nueva Helvecia, fue detenido en octubre de 1976, en Montevideo. El cuerpo de Escudero sigue sin aparecer. “De jovencito, en Nueva Helvecia, Julio pertenecía a las filas blancas del herrerismo de Colonia, y las defendía, y a sus amigos de su juventud les extrañaba su posición, que fue cercana a la JUP [Juventud Uruguaya de Pie, movimiento de la derecha uruguaya] en algún momento. Él se alejó de ese encolumnamiento nacionalista tras ver algunas cosas bastante oscuras en alguna reunión. Posteriormente ingresó a la banca privada, se transformó en dirigente sindical, y se hizo comunista”, recordó Moreira.
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Las noticias sobre la detención llegaron a Nueva Helvecia, a oídos de Moreira. “Conocidos suyos nos informaron que él iba a una reunión que se desarrollaba muy cerca del Hospital de Clínicas, y había quedado con sus compañeros en que si no llegaba a tiempo era porque había sido detenido. Los aparatos de defensa del PCU [Partido Comunista del Uruguay] tenían establecido que si alguno de los compañeros no aparecía a las 24 horas era porque había caído prisionero”.
Poco y nada se supo de Escudero a partir de aquel momento. “Se perdió su voz, y lo único que quedó fue el testimonio de una detenida que estaba siendo torturada, que, por debajo de la capucha, vio que tiraron arriba de la mesa la cédula de identidad de Julio, con un dicho terrible por parte del torturador: ‘Este se fue al cielo’”. El torturador Jorge Pajarito Silveira habría formado parte del escuadrón que secuestró al dirigente neohelvético.
“Hoy por Julio no sólo están pidiendo información su familia y sus camaradas, sino todo un pueblo, para poder salir de ese pasado que nos llama y que de alguna manera tiene que cerrarse para crear algo nuevo, que no es otra cosa que creer en sí mismo y en lo mejor de sí mismo, que son ideales de toda la humanidad, como es la dignidad humana”, reflexionó Moreira pocos años antes de fallecer.
Muerto en Catamarca
Rutilio Betancour nació en Rosario el 12 de julio de 1950, cuatro días antes del triunfo de Uruguay en Maracaná. A los 17 años Rutilio partió rumbo a Montevideo, con la intención de cursar preparatorios, trabajar y tratarse la dislexia que le afectaba desde su niñez. En Montevideo, el joven se incorporó al MLN-Tupamaros. En 1969 fue detenido por las fuerzas conjuntas.
A principios de 1972, cumplida la condena, el gobierno de Juan María Bordaberry le brindó dos alternativas: abandonar el país o continuar en prisión. El joven rosarino decidió partir de Uruguay rumbo a Chile. A partir de ese momento los familiares de Rutilio perdieron conocimiento de su paradero. Pero en 1974 se enteraron de que había sido fusilado por militares en la provincia argentina de Catamarca, a pesar de que, al igual que varios de sus compañeros, había obedecido la voz de alto y entregado su arma. La detención y el fusilamiento de Rutilio Betancour y de otros 15 jóvenes más, efectuado el 12 de agosto de 1974, es conocido como “la masacre de la Capilla del Rosario”.
Los restos de Rutilio permanecieron desaparecidos durante 32 años. En 2006 el análisis comparativo de ADN que se realizó entre los restos hallados en Catamarca y la muestra de sangre de la madre de Rutilio (fallecida en junio de ese año) arrojó el resultado de que uno de esos cuerpos era del joven rosarino.
Carmelo: El asesinato de Perrini
El caso de Aldo Chiquito Perrini se transformó en una bandera que unió de modo silencioso a Carmelo durante varias décadas. Sin contar con un frondoso accionar político, Perrini fue detenido en Carmelo en 1974 y conducido hacia el batallón de Colonia. Allí fue golpeado de modo salvaje, al querer defender a una joven que estaba siendo abusada por los soldados. En 2015, cuatro décadas después de cometido el crimen, la Justicia determinó que los exmilitares Pedro Barneix y José Luis Puigvert fueron los responsables de la muerte del comerciante carmelitano. Barneix se suicidó minutos antes de su detención.