Que los episodios circunstanciales electorales no nos hagan olvidar que el fin último de lo que llaman batalla cultural y su tufillo militar es mucho más amplio y se dirige a una defensa del capitalismo y sus principios.
Si alguien pretende siempre arrogarse el mérito de todo éxito, debe tener el valor de asumir las derrotas, y por eso debe afirmarse la responsabilidad de Luis en la derrota, aunque la narrativa lo excluya de toda culpa.
Desde el primer momento, el modo principal para enfrentar a Orsi fue construirlo, a pesar de que se trata de un profesor de Historia, y un jerarca con una larga actuación publica, como una especie de tonto inexperto
Uruguay también fue tierra anarquista. En las décadas del 20 y el 30 del siglo pasado hubo militantes catalanes, argentinos y locales que buscaron liberar al pueblo del yugo burgués mediante robos y expropiaciones. La sociedad estaba aterrada y los condenó desde la prensa, pero también desde la psiquiatría, convirtiéndolos en amorales y anormales. El investigador Fabricio Vomero hizo un recorrido por prontuarios y diarios de la época para contar una historia que revive con cada A negra pintada en un monolito.
En todas las explicaciones que justifican las caídas en las encuestas hay alguien que nunca aparece como responsable: Luis, el gran ausente, el que siempre es quitado de la escena de la culpa.
El herrerismo de siglo XXI, el luisismo, ya domina completamente al Partido Nacional, y su voracidad se dirige hacia afuera, presentándose como una colectividad que puede incluso expresar otras sensibilidades sociales.
Los tres escenarios de miedo en los que el gobierno se propone confrontar con la oposición justamente hacen foco en algunos de los miedos característicos de nuestra sensibilidad de época.
En abril de 1955 el poemario Tata Vizcacha, de un jovencísimo Washington Benavides, fue quemado en la plaza pública de Tacuarembó. Esa pira ardiente no solo representó el aterrizaje en el norte profundo de la Guerra Fría que estremecía al planeta en ese tiempo, ni fue solamente el anuncio de la dictadura que llegaría dos décadas más tarde. Fue un ejemplo de una larga costumbre de incinerar libros con la intención de que ardan también las ideas que contienen y, de ser posible, sus autores. Este artículo revisa el caso, su contexto y la caracterización del “fascismo intemporal” como una práctica social con gran capacidad para usar el disfraz del “sentido común”.
Todos estos movimientos de último momento dejan ver a un Manini que trata de reordenar sus tropas ante lo que parece una desbandada general e irreversible.
La ética del lucro y del interés puede parecer el marco de conducta racional, lógico y hasta inteligente en el mundo capitalista y neoliberal en el que vivimos, pero seguramente vuelva dudoso el actuar de quien lo practique
Toda esa crítica que se organizó en torno de la ciclovía, tan ocupada en lo secundario, se olvidó del principal problema que quiso resolver su construcción: la integridad de los ciclistas que circulan por el centro de la ciudad.
A pesar de lo que pretenden quienes utilizan la renuncia redentora como método, éstas no dignifican a nadie, porque siempre se realizaron luego de ser descubiertos o al hacerse públicos escándalos o denuncias.
Un mito, un caudillo con rasgos monárquicos, un hombre que sintetizó y consolidó el pensamiento de una corriente política conservadora con fuerte incidencia en el presente
Se entiende que quienes predican que en esta vida sólo resta adaptarse a lo existente sientan oprobio ante una rama del pensamiento que busca romper los esquemas establecidos mediante la duda que busca imaginar otras vías posibles de nuestra existencia.
El término de inspiración militar “batalla cultural” parece impropio, ya que la cultura es un terreno en el que los seres humanos deberíamos poder encontrar las herramientas necesarias para mejorar nuestras vidas.