Desde que empezaron a anunciarse las primeras aprobaciones de emergencia de las vacunas contra la covid-19, surgieron voces opositoras con distintos argumentos. Entre ellos, se afirmó que debido a su rápida aprobación, podían ser peligrosas e incluso ocasionar la muerte a quienes sean inoculados. Sin embargo, los datos relevados a nivel global indican lo contrario.

Primero durante las distintas fases de los ensayos clínicos y luego con los datos relevados tras su distribución al público en general, la información revela que las vacunas contra el coronavirus no son peligrosas, sino todo lo contrario: son seguras.

Un artículo publicado en febrero por la revista Nature señala que “las vacunas contra el coronavirus son seguras y efectivas”, y que a medida que llegan a más personas, “los investigadores están aprendiendo sobre el alcance y la naturaleza de los efectos secundarios”, que por supuesto que pueden existir, pero sin llegar a los niveles de gravedad planteados por grupos de disidentes de la pandemia o de movimientos antivacunas.

Según Nature, se reportaron efectos secundarios tales como fiebre o dolor de cabeza, que coinciden con lo sucedido durante los ensayos clínicos, y otros nuevos, como reacciones alérgicas, sin llegar a mayor gravedad. En Uruguay, donde 29% de la población ya ha sido vacunada con la segunda dosis de una vacuna contra la covid-19, según los datos del Ministerio de Salud Pública, es común que se haga esperar al recién vacunado entre 15 y 30 minutos en caso de que presente algún efecto adverso.

Al 25 de mayo, no hay reportes científicos ni oficiales sobre muertes vinculadas con vacunas covid-19 desde el inicio de la vacunación masiva.

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En Estados Unidos, uno de los países con mayor tasa poblacional vacunada contra el coronavirus, se monitorean las consecuencias de la vacunación a través del Sistema de Notificación de Eventos Adversos (Vaers), mediante el cual los usuarios pueden denunciar si entienden que la inoculación les causó algún efecto secundario. Entre el 14 de diciembre de 2020 y el 17 mayo de 2021 se administraron 273 millones de vacunas y se reportaron 4.647 fallecidos entre personas que habían sido inoculadas, sin que una cosa esté relacionada directamente con la otra. Esto representa 0,0017% de los vacunados. Una extensa investigación de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de cada uno de los casos indicó que no había relación entre las muertes y la aplicación de vacunas.

En Reino Unido, el primer país en autorizar la vacuna de los laboratorios Pfizer-Biontech, están los informes del sistema Yellow Card, de la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA), que registra denuncias realizadas por usuarios a través de un número de teléfono o un formulario en la web. En ese país, la mayoría de las vacunas proporcionadas son las de Astrazeneca, una vacuna que contiene un adenovirus inactivado con instrucciones genéticas para producir proteínas de coronavirus que activen la inmunidad.

Según la MHRA, al 19 de mayo, 37,5 millones de personas se habían inoculado con al menos una dosis de la vacuna de Pfizer, Moderna o Astrazeneca en Reino Unido, y los usuarios reportaron 246.970 supuestos casos de efectos adversos al sistema Yellow Card. Es decir, 0,66% de los vacunados.

En cuanto a los reportes por fallecimientos, se reportó la muerte de 382 personas que habían sido vacunadas con Pfizer y de 806 con Astrazeneca, un total de 0,0031% de los vacunados. Al igual que con las denuncias en Estados Unidos, no hay una relación directa entre la vacunación y el fallecimiento. Y al igual que con las denuncias a través del Vaers, hay que dejar claro que el sistema Yellow Card registra denuncias, no casos confirmados.

“La naturaleza de los informes de la Yellow Card significa que los eventos notificados no siempre son efectos secundarios probados. Algunos eventos pueden haber ocurrido de todos modos, independientemente de la vacunación. Este es el caso cuando se vacuna a millones de personas, y especialmente cuando la mayoría de las vacunas se administran a las personas más ancianas y a las que tienen una enfermedad subyacente”, se indica en la página web.

Quien sí se encarga de confirmar casos en Reino Unido es la Oficina Nacional de Estadísticas de Inglaterra, que al 20 de mayo informaba que sólo dos fallecimientos tenían una mención a los posibles efectos adversos tras la vacunación contra la covid-19 en el certificado de defunción, y que en ninguno de los casos esto fue lo que determinó la muerte, por lo que el número de fallecimientos vinculados con la vacunación seguía siendo cero.

La MHRA presentó el 27 de mayo un estudio respecto de los eventos trombóticos vinculados con la vacuna de Astrazeneca, que motivó que algunos países suspendieran su administración por algunos días, aunque luego retomaron la inoculación. Un informe de la MHRA publicado el jueves 27 de mayo asegura que la incidencia general de eventos trombóticos después de la primera dosis o dosis desconocidas fue de 13 por millón de dosis. Y para la segunda dosis, esa incidencia bajó a 1,6 por millón de dosis. Con la primera se detectaron un total de 294 casos en 23,9 millones de personas vacunadas, mientras que con la segunda hubo 15 casos entre nueve millones de personas inoculadas.

Este contenido forma parte del proyecto Aliados contra la Desinformación, apoyado por OPS/OMS y Unicef para brindar información de calidad sobre las vacunas contra la covid-19.