En una conferencia realizada el lunes en la Alianza Francesa fue lanzado el proyecto “El palacio perdido - Le Palais Perdu”, un intento por recuperar una esquina algo desestimada de Ciudad Vieja: “Recién comenzamos a esbozarlo, tiene que ver con la puesta en valor del edificio que se llamaba Pietracaprina, el mismo nombre que después le pusieron a la casa que es hoy la embajada de Brasil, en Bulevar Artigas”, explica la profesora de historia y máster en Políticas Públicas Adriana Careaga, además de vecina del palacio en cuestión y presidenta de la organización Icomos Uruguay. Esta ONG, que es parte del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, junto con los propietarios y el arquitecto Federico Lagomarsino son quienes ponen en marcha la idea.
Ubicado en 25 de Mayo y Juncal, el inmueble fue encargado hace un siglo por Roberto Pietracaprina a los entonces jóvenes arquitectos Rafael Ruano y Gonzalo Vázquez Barriere. “El hecho es que el edificio de 25 de Mayo es de la carrera temprana de Ruano, formado en la École des Beaux Arts de París, que viene acá y le revalidan el título. Y es un estilo de influencia francesa. Luego Ruano se dedica totalmente al art déco. Por eso lo del palacio perdido -aclara Careaga-, porque de alguna forma es una obra poco conocida, que salió en El libro del centenario del Uruguay, en 1930, donde aparece con otras obras en Carrasco. Es un edificio que quedó en el olvido. Está declarado de interés departamental y la idea es una puesta en valor para que sea declarado monumento histórico, como el edificio de al lado”.
Identidad
Careaga cuenta que hay datos confusos que figuran en el inventario de Ciudad Vieja o que directamente no se encuentran, entre ellos por qué el edificio, de 1917, delega su nombre. Al mismo tiempo, la iniciativa apunta a recuperar elementos perdidos, como la cúpula, que fue derribada a mediados de los años 1970. “De alguna forma también queremos recomponer esas ausencias que tiene arquitectónicamente, y, por qué no, pensarlo también desde un punto de vista turístico”.
La profesora piensa que eventualmente se podrían organizar paseos que involucren el lugar, del que es necesario recabar más información. Aunque se sabe algo de sus moradores, quieren conocer más: “Allí vivió, por ejemplo, Antonio Pezzino, que fue discípulo de Joaquín Torres García y tuvo este año una retrospectiva en el Museo Nacional de Artes Visuales”, apunta Careaga.
Este es el primer llamado de atención, agrega: “El objetivo mayor es la puesta en valor de tramos o edificios significativos en Ciudad Vieja. Ayudar a recuperar la memoria desde una óptica y en clave colectiva, donde está la academia, donde está además el nieto de Ruano, donde están los vecinos, donde está la comunidad. Es decir, repensar el patrimonio desde una mirada abarcativa y holística”.
En lo alto
Este antiguo edificio de rentas -un tipo de negocio que fue un motor de construcción en el barrio- es una pieza que expone, en definitiva, una condición en la que han entrado a través de los años muchos inmuebles de la zona, cierta decadencia que se evidencia en la ausencia de piezas como la cúpula o la desaparecida mansarda. “Mi rol se inicia con un posible proyecto para la cúpula del edificio”, se presenta el arquitecto Federico Lagomarsino, quien desde 2015 trabaja sobre el tema, esto es, ha diseñado cúpulas, en el marco de una preocupación mayor; “esta lógica de operar desde algunos vacíos, pensando que también son posibilidades para la práctica contemporánea”. Si bien esa fue su conexión inicial, se fue involucrando más en el proyecto a medida que se ampliaba. “Básicamente el plan que hay hoy es una carta de intenciones, de pensar un proyecto para la cúpula del edificio y posibilidades para recuperar otros elementos de la fachada, de pensar juntos una agenda cultural, incluso visitas, una posible publicación, una investigación que tenga que ver con la influencia del estilo francés en la arquitectura uruguaya, acotada a Ciudad Vieja”.
En paralelo, el equipo busca contar con un primer audiovisual que sea un punto de partida para empezar a ir concretando todas esas intenciones, entre ellas la captación de fondos. El vínculo con las instituciones francesas pueden facilitar contactos en ese sentido.
“Hay una dimensión arquitectónica de la cúpula bastante interesante, es un elemento clásico que es un traductor del ritmo, de la proporción, de la simetría y además tiene una carácter simbólico importante. Hay un trabajo de Christian Norberg-Schulz que aborda este tema, y todo lo que tiene que ver con las jerarquías que proponen remates por sobre otros. Hay un tema comunicacional de las cúpulas. Desde la complejidad y el interés que tienen estas piezas, la oportunidad de proponer desde la contemporaneidad elementos nuevos es parte de mis investigaciones: cómo lograr unir, poner en simbiosis, dos elementos creados en distintos tiempos por distintas personas en distintos contextos y que eso funcione. Eso implica distintas cosas: que funcione a nivel disciplinar, desde los aspectos más duros de la arquitectura, que funcione desde un aspecto social y desde los estudios de cultura visual”, observa el arquitecto y artista plástico.
Por ahora son bocetos, pero Lagomarsino, que cuenta con experiencia en soluciones de cúpulas notorias de Montevideo, como el remate del Palacio Salvo, especie de faro urbano que inauguró en 2017, o la cúpula facetada, casi una persiana, que ideó para el Palacio Trambauer, de Buenos Aires y Misiones, tomaría claramente la vía contemporánea. O lo más contemporánea que habiliten las protecciones patrimoniales, utilizando algunos componentes del diseño base. “La discusión puede estar dividida entre actores que piensan que hay que ir por el lado de los falsos históricos, de simular exactamente lo anterior, y otras perspectivas que buscan justamente diferenciar lo original de lo nuevo. Para mí, por lo menos, es lo más interesante; incluso se realza más el original cuando uno puede leer la historia del edificio en sus distintas etapas”, argumenta.
Por otro lado dice que “es perfectamente entendible” que parte de la ciudadanía extrañe la antena del Salvo: “Es interesante ver cómo funciona el patrimonio afectivo: la permanencia de algunos objetos, por más alienantes que sean, hace que si están el tiempo suficiente, se incorporan al paisaje”.
Pero volviendo al ex Pietracaprina, Lagomarsino subraya que hay un detalle no menor en el proyecto de los arquitectos Vázquez Barriere-Ruano: “Es una sociedad relevante en el desarrollo de la obra de arquitectura moderna, art déco, en Uruguay. Ruano fue el que hizo el Trocadero, El Mástil, varios edificios surgieron de esta dupla, sobre todo de Ruano”.
Cúpulas como mojones
¿Cómo suele rematar Montevideo?, ¿qué dicen sus cúpulas en comparación a otras ciudades? “La semana pasada salió en Argentina un programa de televisión sobre cúpulas. En Argentina capaz que pueden tener diez capítulos de cúpulas. En Montevideo también se puede decir que es un elemento que hace bastante al paisaje urbano. Alcanza ir mirando para arriba en casi toda 18 de Julio: hay varias cúpulas, algunas refaccionadas, algunas que se mantienen de época. Me acuerdo ahora de la cúpula del London-París, que en realidad remata en una pieza escultórica con el Atlas. Sin acercarnos a la situación de Buenos Aires, que es como un campo minado de soluciones con cúpulas, acá hay un montón de ejemplos interesantes y de referentes a tener en cuenta. Por eso hay complicidad de que se recuperen”.
Confirma Lagomarsino que “la concentración de arquitectura europea de principios de siglo XX, que en definitiva es la que trae este tipo de soluciones”, se concentra en el Centro y en la Ciudad Vieja. “Después hay otras cosas: yéndome lejos, está la cúpula de la iglesia del Cerrito de la Victoria, que va por otro lado; y en facultad me matarían, pero dentro de esta cultura de bóvedas, el diseño que planteó Eladio Dieste con la cerámica armada, salvando las distancias, aunque no son cúpulas, hay una lógica arquitectónica de cubrir espacios con cierta complejidad técnica. Esa bóveda que Dieste construye en la Iglesia Cristo Obrero, recientemente señalada por Unesco, claramente tiene un interés simbólico y trascendental. No es sólo una solución funcional. En gran medida las cúpulas hacen eso también: tienen que ver con destacar un edificio en la ciudad con elementos reconocibles para ‘navegarla’, incluso, algo que hacemos de forma inconsciente, para ubicarnos”.
Paseos gratuitos a bodegas turísticas
En el marco del Día Internacional del Enoturismo, que se celebra el segundo domingo de noviembre, la División Turismo de la Intendencia organiza cuatro recorridos gratuitos por dos bodegas de Montevideo. Los paseos serán el sábado 13 y domingo 14, en dos turnos por día: a las 10.00 y a las 14.30. Las excursiones hacia las bodegas Beretta y Fallabrino partirán desde la explanada de la intendencia en dos ómnibus con capacidad para 45 personas. Los interesados en concurrir tienen que agendarse en ladiaria.com.uy/Ud9.
A pocos minutos del Centro, en la zona rural, funcionan bodegas familiares, chacras y granjas turísticas. En el departamento hay más de 40 registradas en el Instituto Nacional de Vitivinicultura.
Diálogos con el arte urbano
“Influencias del arte clásico en el street art” es el título de la charla gratuita y para todo público que mantendrá mañana a las 18.00, en el Museo Gurvich, Theic, un artista dedicado a la pintura mural y en pequeños formatos. El encuentro tiene cupos limitados así que es requisito la inscripción previa a través del correo [email protected].
Interesado en la pintura clásica, la mitología griega, egipcia y romana, Theic desarrolla su obra inspirado en el arte antiguo. Él es parte del Colectivo Licuado, junto a Fitz, y en su currículum figura la participación en proyectos artísticos en Lisboa, Berlín, Roma, Viena, Nueva Delhi, Santiago de Chile, Buenos Aires y Montevideo.