El disparador surgió en la búsqueda de personalidades que cambiaron la historia. A partir del universo digital en el que vivimos, el camino terminó allá, por el siglo XV, con el alemán Johannes Gutenberg y su célebre invento, la imprenta de tipos móviles. “Fue el disparador para generar un cuento fantástico. Convertimos a este personaje material en algo mucho más abstracto, que generó casi una máquina de tiempo y espacio que nos permite ingresar en un portal de imaginación que se termina ramificando. Es como una ópera moderna, pero a su vez escapa porque tiene la cuestión audiovisual”, cuenta Andrés Varela, director artístico y autor (junto con Sebastián Bednarik, productor general) de Gutenberg (El inicio de una nueva era), el espectáculo que se estrena hoy a las 21.00 en el Antel Arena.

El show es una mezcla de teatro con música, aunque Varela se anima a describirlo como “multidisciplinario”, en el que “las artes no tienen límites” y cada artista es una pieza del puzle con un guion que los conduce en función del espectáculo. El elenco es de lo más variado y proveniente de distintas disciplinas: María Noel Riccetto (bailarina del Ballet Nacional del SODRE), Juan Campodónico (músico de Bajofondo, Campo y El Peyote Asesino), Eiko Senda (soprano), Stéphane Chivot (actor, integrante del Cirque du Soleil), Pedro Dalton (cantante de Buenos Muchachos), Nicolás Arnicho (percusionista), Andrés Cuello (multiinstrumentista) e Ignacio Echeverría (bajista de Buenos Muchachos y de Los Druidas), entre otros tantos.

Varela explica que la selección de artistas se fue dando en base a lo que buscaban para cada escena. Por ejemplo, Riccetto participa cuando toca Campodónico, en una de las escenas más “etéreas”; en cambio, Dalton aparece en una parte “mucho más rasposa”, de guerra, como una especie de general manipulador, “con un registro cercano a Tom Waits”.

“Se va construyendo desde el lugar que se necesita y se quiere comunicar, y así es como surge, sin ningún pudor; tanto Sebastián como yo no tenemos prejuicios de generar ese tipo de armonías, como capaz hacía [Eduardo] Mateo en la música, de tomar de muchos lados para construir un universo”, señala Varela, y acota que, si bien varios de los artistas convocados se sorprendieron por la propuesta, dado el carácter diverso del espectáculo, todos aceptaron de inmediato. El director cree que a él y a Bednarik los avala la experiencia con la ópera moderna El delirio, basada en la vida y obra de Gerardo Matos Rodríguez (creador de La cumparsita), que se estrenó en el estadio Centenario y que luego se hizo película.

El espectáculo se desarrolla en tres escenarios. El principal está en el medio de la cancha, con todo el público alrededor, es decir, 360 grados de cuarta pared. A su vez, hay dos escenarios insertos en las tribunas, para aprovechar al máximo posible el espacio del novel Antel Arena. Como si faltara algo, se le suma una enorme pantalla circular, para que las 10.000 personas que asistan estén constantemente incentivadas por estímulos sonoros y visuales. “En el Antel Arena no va a suceder por muchísimo tiempo un desafío de esta magnitud, porque el margen que te puede dejar un espectáculo así no es negocio. Es un espectáculo de autor y por eso tampoco se ve mucho, es tanto lo que lleva poder producirlo que no funciona como negocio”, enfatiza Varela. Además, subraya que si bien en el show utilizan un montón de recursos, cada uno tiene su razón para contar la historia. “No tenemos chirimbolos”, finaliza. Las entradas para el espectáculo se consiguen por Tickantel y van desde $ 980 a $ 3.950.