Lo de Edinson Cavani el jueves en la semifinal de vuelta de la Copa Libertadores fue enorme. Toda la presión del fútbol argentino y de su propia estirpe de goleador nato corrieron por su espalda. El delantero nacido en Salto, que la rompió de botija en Danubio donde creció y saltó al Palermo donde explotó y así siguió hasta el día de ayer, realizó un partido con oficio. Pivoteó, contribuyó a la presión tras pérdida y a la presión en salida que incomodó al equipo local.

Es cierto que en el partido de ida Edinson Cavani tuvo dos chances, aunque como él mismo aclaró, no fueron claras. Un centro fuerte desde la izquierda por su compatriota Marcelo Sarachi, y otra similar del lado opuesto tras jugada del Colo Barcos despertaron a una hinchada urgida de glorias máximas. El mismo Edinson se encargó de aclarar, valga la redundancia, que aquellas no habían sido jugadas claras, sino oportunidades que el propio juego dispone.

Apenas un gol traía Cavani con la camiseta gloriosa de Boca Juniors, lo que lo ponía en tela de juicio. En el superclásico ganado por River de visita en la Bombonera, el uruguayo arrancó en el banco de los suplentes. Y desde que ingresó generó entusiasmo y emoción. Es un jugador empático Cavani y pudo haber convertido uno de los goles de su vida, pero el VAR terminó por declinar la idea del festejo.

Boca Juniors es nuevamente finalista de la Copa Libertadores de América, el certamen más importante de nuestro continente y uno de los más importantes del Mundo. Cavani peleará por consumar su sueño de campeón, con una de las camisetas más laureadas de la historia. Algo que según manifestó a su llegada, conforma un “sueño” de esos que se sueñan de chiquilín.

Quizás Luis Suárez antes de venir a Nacional, cuando tanto se habló de su llegada a River Plate, podría haber optado por esa cercanía con la posibilidad de pelear esta consagración, pero el delantero, también salteño, optó por los colores que le dieron orígen como futbolista y también de alguna manera cumplió el sueño de volver.

Al mismo tiempo, otros uruguayos están en la conversación de este galardón. Joaquín Piqueréz, el exfutbolista de Defensor Sporting y de River Plate de Uruguay, confirmó su brillante momento en el carril derecho de Palmeiras. Un equipo grande de un país acostumbrado a “fabricar” jugadores con este perfil. El uruguayo convirtió el gol de su equipo, lo que le permitió respirar, avanzar en el campo y hasta provocar un tembladeral en la defensa argentina.

Finalmente festejaron los “bosteros”, el conjunto Xeneize de Edinson Cavani, Marcelo Sarachi y Miguel Merentiel, que también cumplió un partido a la altura de sus posibilidades. Merentiel es un jugador de perfil bajo, que supo ir al banco siendo de los mejores, una vez que llegó su compatriota y como por arte de magia, el Pipa Benedetto pareció comerle el puesto de segundo nueve.

En otro partido para el infarto, Fluminense derrotó a Inter en Porto Alegre. En el partido que terminó por definirse en los cinco minutos finales, incluso en los descuentos, estuvieron presentes los uruguayos. De un lado, el Chino Sergio Rochet, que fue figura en los rojos, y Carlos De Pena que entró en el segundo tiempo, cuando todavía el equipo del Chacho Coudet, corría con ventaja.

Pero lo cierto es que el equipo que dirige magistralmente Fernando Diniz, que además dirige a la selección brasileña, y que guarda entre sus mejores tiradores la pegada de Leonardo Fernández, dio vuelta el partido sobre el final. La soberbia actuación de Darío Cano puso a Fluminense en la final de la Libertadores y enfrentará a Boca Juniors. Son cuatro los uruguayos que pelearán por el título, los tres de Boca y el jugador de Fluminense que hizo sus primeras armas en el Fénix de Capurro.