Adriana Salvagno, defensa central de 20 años, formada en Palmirense, se despidió este año de Peñarol, donde estaba desde 2021, por no contar con los medios necesarios para subsistir jugando al fútbol y estudiando al mismo tiempo.

“El club no quiso brindarme las condiciones para que viviera en Montevideo, me daban alojamiento y 5.000 pesos de viáticos. Pasé dos años así, en un alojamiento donde tenía que compartir cuarto y convivir con gente de básquetbol y fútbol sala. Este último tiempo se me hizo muy tedioso, hubo mucha falta de respeto, de empatía, de orden, pasé muchas noches mal por no poder dormir ni tener mi espacio. Tuve que convivir con las parejas y familiares de las compañeras. Ya no era un alojamiento de deportistas exclusivamente”, contó la futbolista sobre su experiencia.

En esa dirección, lo que la llevó a tomar la decisión de dejar el equipo tuvo que ver con el espacio al que los deportistas aurinegros del interior acceden para quedarse en Montevideo. “Hay un descuido total con las jugadoras del exterior, hay que tener disciplina para estar conviviendo. El lugar para quedarse era cualquier cosa menos un alojamiento para deportistas. Peñarol quedó en falta en ese sentido. Cada uno debía tener orden, porque todos éramos mayores, pero no se aplicaba y el club no puso nada de sí para tratar de que eso cambiara. Faltaba mucho orden y no era un lugar para una persona que aspira a llegar a algo. Siendo jugadora, si entre tus 20 y 30 años no pegás el salto a otro lado, no llegás a nada. En esas condiciones eso se hacía muy difícil”, comentó la jugadora.

Salvagno dijo a la diaria que habló con el club sobre la situación y consultó sobre la posibilidad de tener un cuarto para ella sola, a la vez que les envió su currículum a dirigentes, técnicos y presidente del fútbol femenino, con el fin de que la recomendaran en algún lado y así poder conseguir trabajo para alquilar por su cuenta, pero no logró conseguir trabajo de esa forma.

“Nunca recibí como respuesta un ‘lo charlamos, vemos’. Me dijeron que no me podían solucionar el problema y listo. Algo que una no entiende, siendo tan fiel al club en mi rol como jugadora. No me esperaba esa respuesta de Peñarol”, agregó la futbolista.

Salvagno también forma parte de la selección uruguaya y en el ambiente futbolístico se la suele destacar por su gran disciplina en los entrenamientos y con la alimentación. “Como deportista no me guardé nada, me fui con la conciencia tranquila de que lo di todo. Considero que siempre estuve a la altura. Me dolió mucho el accionar de Peñarol y cómo se portaron conmigo, siento que no me lo merecía”.

Tras la salida de 12 jugadoras del equipo aurinegro, desde Peñarol explicaron que, como todos los años, se renuevan los planteles porque hay jugadoras que deciden dejar y otras reciben propuestas nuevas, entre otros casos. Por otra parte, sostuvieron que actualmente Peñarol es uno de los equipos del fútbol femenino uruguayo que otorga viáticos. A la vez, confirmaron que desde el club hay interés en que la AUF les brinde las herramientas necesarias para hacer contratos formales, pero que sucede que son muy pocos los conjuntos que tienen esta capacidad y por eso termina ganando la decisión de no hacer contratos.

Pasión que no

Durante los dos años que Salvagno vivió en Montevideo para jugar en Peñarol se mantuvo con el apoyo de su familia. “Mi madre todos los lunes me mandaba una caja con comida, porque si no era imposible subsistir con la plata que recibía, sumándole los riesgos que corría yendo a practicar de noche, siendo nueva en Montevideo. Por suerte hubo compañeras, referentes y parte del cuerpo técnico anterior que siempre estuvieron para mí”.

Tras confirmarse su salida de Peñarol, recibió ofertas de otros equipos, pero ninguno le propuso brindarle un sustento económico con el que pudiera mantenerse, por lo que volvió a Carmelo, donde está estudiando y trabajando.

“Mi idea personal es seguir creciendo, y sé que sólo jugando al fútbol no lo voy a lograr. Tengo un proyecto de vida que quiero construir y en el fútbol femenino uruguayo no se puede. Con 5.000 pesos nadie se puede mantener”, finalizó.