Pensar en la educación rural con la imagen idílica de la escuela “simpática”, que funciona bien, es “un error políticamente peligroso, porque da a entender que está todo resuelto y aún hay mucho que trabajar”, aseguró a la diaria Limber Santos, director del Departamento de Educación Rural del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP), organizador del octavo Seminario Internacional de Investigación sobre Educación Rural. El seminario se llevó a cabo el jueves 19 y viernes 20 en el Centro Agustín Ferreiro, en Canelones, y convocó a más de 300 personas entre educadores, estudiantes y académicos, con el objetivo de debatir la educación rural en todos sus niveles, haciendo énfasis en la importancia de la investigación y en la recolección de experiencias.
El seminario coincidió con el segundo Coloquio Iberoamericano de Educación Rural, que se celebró en el marco de la Red Iberoamericana de Educación en Territorios Rurales (Ribeter) de la que Uruguay forma parte por medio de la Universidad de la República (Udelar) y el CEIP. Esta red reúne en distintos ámbitos a académicos de investigación rural, por eso la fuerte presencia de expertos extranjeros en este encuentro, señaló Santos, que además es docente e investigador del Instituto de Educación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Uno de los resultados favorables de este encuentro es “la posibilidad de compartir con los demás, entender qué están haciendo los otros países e instituciones y pensar a futuro la posibilidad de ir constituyendo redes temáticas, vínculos interinstitucionales, intercambio de docentes o estudiantes, todas cosas que ya se han hecho; en sí, se trata de armar una mirada Iberoamericana sobre educación rural”, comentó el director, y agregó que este encuentro se ha convertido en un “lugar de referencia”.
Desde Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, México, Panamá y Perú llegaron docentes y académicos a plantear junto con los uruguayos sus proyectos de investigación. En el ámbito internacional se destacaron aquellos vinculados a aspectos curriculares, los programas de estudio y la formación docente. Sobre este último aspecto, Santos destacó experiencias como la de Chile, “sobre la instrumentación de una maestría en educación rural, o como la gente de Costa Rica, que presentó algo único en el mundo: la Maestría Centroamericana en Educación Rural”.
En cuanto a las investigaciones nacionales se acentuó el estudio de la metodología multigrado, que es la realidad de todas las escuelas rurales del país, donde en la misma clase hay niños de diferentes edades y grados que aprenden juntos con el mismo docente. En estas aulas “se rompe la idea de cierta homogeneidad de los grupos que aprenden y con la uniformidad de las prácticas de enseñanza, porque son muy diversos y hay que enseñar con prácticas diversificadas”, comentó el académico, y agregó: “La didáctica multigrado es un campo que necesita de investigación y reflexión sobre las prácticas docentes y mucha formación: eso es lo que tratamos de hacer en el Centro Nacional de Formación de Maestros Rurales Agustín Ferreiro”. La investigación sobre este campo de estudio se concentra en dos ámbitos: el equipo de investigación del CEIP y otro en el Instituto de Educación de la Facultad de Humanidades de la Udelar.
Desafío #1: educación media
En el CEIP existe el Departamento de Educación Rural, encargado de eventos como el seminario, de organizar cursos para los maestros y de brindar el apoyo técnico en territorio a los docentes mediante los Centros de Apoyo Pedagógico Didáctico para Escuelas Rurales, que tienen coordinadores departamentales cuyo rol es ser referente de los maestros. Santos apuntó que “si bien falta mucho porque no está todo resuelto, hay carencias como el presupuesto y recursos para poder llegar mejor a las escuelas y apoyar mejor el trabajo; podemos decir que los maestros rurales de primaria tienen un acompañamiento técnico docente y pedagógico”.
Eso no sucede en la educación media, en primer lugar porque se presenta en múltiples formatos: por un lado, “los liceos rurales son alrededor de 20 y están en pequeñas localidades, sin llegar a alcanzar todos los territorios, como lo hace la escuela pública rural”, aclaró el director. Por otra parte están las escuelas agrarias, “que funcionan particularmente bien en la modalidad de alternancia, y aunque tampoco son muchas, están distribuidas en el territorio”, añadió. La última propuesta es conocida como “modalidad séptimo, octavo y noveno, un ciclo básico rural que se da en las propias escuelas, cuyos docentes son de primaria con formación para trabajar en educación media, y otros son de secundaria o UTU”. De acuerdo a Santos, “no existe en educación media algo parecido a un departamento de educación rural que coordine esas propuestas y que forme a los profesores”. Este último punto es una carencia, porque “los profesores que trabajan en alguna propuesta de educación media rural no tienen formación para trabajar allí y tampoco tienen referentes territoriales a quienes recurrir”, consideró.
El reclamo que hacen los propios docentes por mayor formación está siendo atendido en la sectorial de planificación educativa del Consejo Directivo Central (Codicen), específicamente en la Comisión de Universalización de la Educación Media Rural, compuesta por representantes del CEIP, del Consejo de Educación Secundaria, de UTU y del Consejo de Formación Docente. Para el representante del CEIP en esa comisión, “todavía no se llegó a la universalización, pero está en vías de lograrse; lo que permite este ámbito es pensar desde los cuatro subsistemas soluciones en conjunto, y no que cada uno lo haga por separado, y así se evita la fragmentación. La dificultad se encuentra en el acceso y permanencia, porque no hay transporte para llegar a la institución o porque, si lo hay, es muy trabajoso y el estudiante deja por el camino”.
Desafío #2: educación no formal
A pesar de que en el ámbito rural la mayor parte de las propuestas educativas son formales, públicas y estatales, hay una cantidad de organizaciones no gubernamentales que generan proyectos en torno a la educación no formal, dirigidas a las temáticas rurales, que incluso muchas veces se dictan en la propia escuela. Según Santos hay mayoritariamente dos tipos de iniciativas en este campo: aquellas que quieren intervenir en el medio rural porque lo ven como algo que necesita ayuda, idealizando un poco las verdaderas condiciones en las que se trabaja y los problemas a los que se enfrenta; y por otra parte, propuestas que están basadas en los servicios de responsabilidad social de las empresas. Algunos rubros como la forestación o la soja tienen un fuerte vínculo con el campo y muchas veces intentan intervenir en la comunidad mediante propuestas de educación no formal; desde el CEIP muchas veces no están de acuerdo con prácticas “como los monocultivos o la forestación a gran escala, temas que trabajamos con los docentes para presentar toda la información”, dijo el director.
Para Santos, muchas de estas propuestas surgen desde una visión de la escuela rural que no es la correcta, ya que ignoran los verdaderos problemas a los que se enfrentan las escuelas en el medio rural. Por mencionar uno, el director señaló que en muchas instituciones del país el maestro a cargo también cumple las funciones de director y, para no quedarse aislados, los docentes se ven obligados a trabajar con otras escuelas separadas por kilómetros. Sin embargo, este tipo de empresas se vinculan con la escuela y “lo hacen desde un lugar de ayuda, generando instancias de formación para maestros o donando algún material para el trabajo con los niños, y muchas veces parándose como salvadores, presentando soluciones a problemas que no siempre son los verdaderos”.