El Programa de Educación Sexual (PES) cumplió ya 12 años de funcionamiento y ayer se presentó un trabajo que lo evalúa. La investigación, a cargo de la División de Investigación, Evaluación y Estadística de la Administración Nacional de Educación Pública, combinó técnicas cualitativas y cuantitativas con muestras representativas de todo el país. El estudio se hizo entre el segundo semestre de 2015 y el primero de 2016, y se buscó conocer qué metodologías y prácticas pedagógicas se han utilizado para la educación sexual, y recabar las percepciones de estudiantes de enseñanza media y de formación en educación sobre la educación sexual que reciben.

Distintos sistemas

Un tema que la investigación recomienda es “repensar la estrategia de implementación y formatos educativos para la educación media”, en particular porque en secundaria “se constatan dificultades para encontrar espacios curriculares que permitan el desarrollo amplio de la temática”. Diego Rossi, coordinador del PES, explicó a la diaria las distintas formas de implementación que tiene el programa en los distintos subsistemas.

En primaria el programa está incluido en el diseño curricular y son los maestros los encargados de implementarlo. En su mayoría, los maestros lo hacen “realizando algunos talleres en el año”, “incluyendo contenidos didácticos en las unidades del año” o “a raíz de temas emergentes”.

En secundaria cada liceo tiene un “docente referente” en educación sexual, que tiene horas asignadas a la temática y cuyo rol es “articular con los demás docentes; puede dar docencia directa, como un taller, por ejemplo, pero su rol es el de articular. Por ejemplo, colabora con el docente de literatura que quiere hablar del erotismo en el Siglo de Oro español, entonces el referente le lleva material o puede hacer una intervención con él”. No obstante, algunos de los testimonios de docentes de secundaria dan cuenta de que hay dificultades para articular, o que depende mucho de la postura de la dirección para lograrlo. “Soy el comodín para las horas libres”, dijo un docente del interior en el marco de la investigación, y otro contó que cuando articula con otro docente “el [otro] profesor siempre queda como al margen, mirando lo que yo hago, sin que haya mucha coordinación”.

En el Consejo de Educación Técnico Profesional, ex UTU, la implementación es diferente, porque los docentes de educación sexual desarrollan un taller de la materia en primero y segundo año, con frecuencia semanal, “como una materia más”, explicó Rossi. En tanto, en las carreras del Consejo de Formación en Educación hay un seminario obligatorio de educación sexual en segundo año, de 30 horas.

Las encuestas a los estudiantes también dan cuenta de las diferentes formas de implementación, ya que 74,5% de los alumnos de UTU dijeron haber tenido más de diez clases de educación sexual en el año, mientras que sólo 15% de los estudiantes de secundaria dijeron estar en esa situación. Respecto de la recomendación de la investigación para “repensar” la implementación en secundaria, Rossi consideró que a la luz de los resultados “cada subsistema va a tener que confirmar o reencauzar cuál es la implementación del programa”.

Formación

Todos los docentes, tanto los de primaria como los de secundaria, UTU y los estudiantes de formación docente, mencionan la necesidad de contar con mayor formación en educación sexual. En primaria la necesidad es muy clara, ya que si bien 96% de los maestros (de quinto y sexto año) dijo haber trabajado en clase temas de educación sexual, sólo 47% había recibido formación específica en el tema. Otro dato llamativo al respecto es que 74,5% de los maestros dijeron no conocer que existe el Centro de Documentación y Referencia del PES.

Los docentes reconocen que trabajan con flexibilidad y autonomía, aunque en las entrevistas se plantearon algunos casos puntuales de censura. El libro recoge algunos comentarios: un docente de UTU del interior contó que un director “me dijo que en mi clase se había dicho una mala palabra porque usó ‘pene’ y ‘vagina’”, y otro docente de secundaria del interior dijo que una directora lo había llamado para que hablara con dos estudiantes que “se decía que eran lesbianas”: “La directora me decía que no podía ser, que yo les hablara y les hiciera cambiar de manera de pensar”.

Los resultados

Un capítulo aparte lo constituyen las opiniones recabadas entre los estudiantes de educación media (secundaria y UTU). Un dato importante es que nueve de cada diez estudiantes manifestaron haber recibido formación en educación sexual, y la cifra es mayor en el interior del país y en las UTU.

Al consultarlos sobre cuáles son los temas que más les interesan, el primero en la lista son las enfermedades de transmisión sexual, luego temas vinculados a la salud sexual y reproductiva, y en tercer lugar la violencia doméstica e intrafamiliar. Temas como el erotismo, el género y la diversidad sexual son los que, según las respuestas de los estudiantes, menos interés generan. Al comparar las áreas de interés en función del sexo de los estudiantes, surgen algunas diferencias claras: las mujeres se ven mucho más interesadas por temas como violencia doméstica e intrafamliar, violencia sexual, género y diversidad sexual que los hombres.

La encuesta también proponía algunas frases para que los estudiantes respondieran sobre ellas. 92% dijo estar de acuerdo con la frase “Tengo derecho a decidir sobre mi salud sexual y reproductiva”; 82% en desacuerdo con “Como mi pareja me quiere mucho, debo contarle todo el tiempo dónde estoy y qué hago”; 80% en desacuerdo con “Es mi obligación mantener relaciones sexuales con mi pareja”, y 61% de acuerdo en que “el placer es un componente importante de mi sexualidad”.

En relación al conocimiento de los métodos anticonceptivos, 57% dijo que conoce tres métodos anticonceptivos, 31% dos, 5% uno y 8% que no conocía ninguno; el condón, las pastillas y el DIU son los más conocidos. También la mayoría (73%) dijo que sabe cómo actuar ante una posible falla del método anticonceptivo, mientras que 27% admitió no saber, y 90% de los estudiantes fue capaz de mencionar al menos una infección de transmisión sexual. Sobre diversidad sexual, la encuesta presentó algunas frases a los estudiantes: “La orientación sexual está determinada genéticamente” era una, y 57% de los estudiantes respondieron que estaban en desacuerdo con esa afirmación. La otra frase presentada fue “la homosexualidad es una enfermedad que puede ser curada”; 70% de los estudiantes dijo estar en desacuerdo con esa afirmación, 20% de acuerdo y 10% que no sabe. También fueron consultados sobre si tienen (o sienten que tienen) libertad de expresarse sobre su sexualidad en su centro educativo: 46,5% dijo estar de acuerdo, 29% en desacuerdo y 24% que no sabe.

“Una burbuja”

Varias de las autoridades que presentaron ayer el estudio celebraron la continuidad del PES. Diego Rossi, el coordinador del programa, dijo que es la política pública sobre educación sexual que más ha durado (“antes eran cerradas”, dijo), y Valeria Ramos, representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas, que financió la evaluación, reconoció que sus colegas que están en otros países muchas veces le dicen que vive en “una burbuja”. “En muchos países de Latinoamérica están bajando programas de educación sexual, y se nos mira con muy buenos ojos”, comentó.