La propuesta, elaborada por el prorrector de Enseñanza de la Universidad de la República (Udelar), Fernando Peláez, y la responsable de la Unidad Académica de la Comisión Sectorial de Enseñanza (CSE), Mercedes Collazo, plantea adoptar una escala de seis niveles, que incluya categorías conceptuales y no numéricas: cuatro niveles corresponderán a un desempeño suficiente y los dos restantes al insuficiente. Las categorías sugeridas son Excelente (A), Muy bueno (B), Bueno (C), Aceptable (D), Insuficiente (E) y Reprobado (F), todas asociadas a un concepto que evalúa el rendimiento.

El planteo también incluye una equivalencia en porcentajes, a efectos de “unificar criterios”, y da dos opciones, según si el criterio de suficiencia se fijó en 50% o en 60%. También plantea una propuesta de equivalencia con la actual escala. De aprobarse, esta iniciativa implicaría un período de transición a partir de 2018, durante el cual en la escolaridad se presentarían ambas escalas, y se comenzaría a aplicar para todos los estudiantes, nuevos o no, en 2020.

El documento elaborado por Peláez y Collazo recuerda que la escala de calificaciones vigente tiene 13 niveles de calificaciones (del 0 al 12, y el nivel de suficiencia es el 3), y que data de 1957, cuando la Udelar tenía “menos de 8.000 estudiantes, donde la mayoría de los exámenes eran orales y los tribunales se integraban con tres docentes; cada uno de los cuales establecía una nota y ello definía la calificación final”. La propuesta plantea que “en términos comparativos, y aún reconociendo un panorama diverso, las universidades del resto del mundo han tendido a establecer escalas con un menor número de grados o niveles. En Estados Unidos y Europa, por ejemplo, se comprueba un uso generalizado de escalas de entre 5 y 7 niveles”, mientras que en la región el sistema de equivalencias del Programa Escala de la Asociación de Universidades Grupo Montevideo ordena las diferentes escalas “en cinco categorías”.

Reconocimientos

Una de las primeras motivaciones para hacer el cambio, según consta en el documento, son los problemas que genera la actual escala en relación con el “reconocimiento de nuestros estudios universitarios, tanto en el exterior como a nivel local”. En palabras de Peláez, “cuando uno se encuentra con un promedio de 3, 4 o 5, visto fríamente se considera un muy mal promedio, pero para obtener el 3 el estudiante debe haber obtenido entre 50% y 60% de suficiencia en la prueba. El tema es que en otros lugares a eso se le asigna un 7, por lo que hay una dificultad para explicar la escala”. A partir de la década del 2000, además, cuando aumentó la movilidad estudiantil con becas e intercambios, fue necesario trabajar en las acreditaciones de carreras y en el reconocimiento de títulos: “Los números explicitados de esta forma no favorecen una adecuada valoración de la calidad de los aprendizajes alcanzados, y generan dificultades de reconocimiento en el exterior”, señala el documento respecto de la escala actual.

A nivel local, reseña el documento, “Si bien el resto de las instituciones nacionales públicas y privadas adoptan calificaciones que llegan hasta el número 12, suelen asignar números mayores al 3 para el umbral de aprobación, lo cual también genera problemas para la comparación a nivel local, teniendo incluso una incidencia negativa para los egresados de la Udelar en las decisiones que suelen tomar empleadores de diversas profesiones”.

El otro argumento fuerte para modificar la escala apunta a que es necesario tener “una valoración más conceptual, basada en aspectos de pertinencia pedagógica”. Según el documento, “la literatura especializada en la teoría de la evaluación marca una tendencia hacia las escalas de tipo conceptual, debido a que son más descriptivas que las numéricas, se ajustan mucho mejor a las necesidades de las distintas instancias evaluativas, y permiten distinguir el carácter sustantivo de lo que se evalúa en cada caso”.

Otro de los objetivos de la propuesta es “uniformizar la escala de calificaciones para las carreras de grado de toda la Udelar, articulando con los posgrados y el resto del sistema educativo terciario público”. En ese sentido, Peláez comentó que tuvieron reuniones con autoridades de la Universidad Tecnológica, con quienes tuvieron “un leve desfasaje, porque hace unos meses se aprobó el reglamento de estudios y la escala es casi igual a la que estamos proponiendo”, y también con autoridades del Consejo de Formación en Educación. “La movilidad dentro del sistema terciario público es esencial”, aseguró.

Sin promedios

Pasar a una escala de calificaciones conceptual implica una dificultad respecto de los promedios de escolaridad, que dan una idea global del desempeño del estudiante. La propuesta plantea que en la escolaridad, en la que figura el detalle de todos los resultados por asignatura, haya también una gráfica de barras con las frecuencias de las distintas evaluaciones. Pero Peláez reconoce que de todas maneras habrá que asociarle una escala numérica a la escala conceptual, “para investigaciones, para comparaciones, por necesidad a nivel internacional”. Considera que lo mejor sería que un grupo de expertos de la Udelar estudie el tema con tiempo, mientras se implementa la escala conceptual, y que defina “la escala numérica más conveniente”.

El documento se presentó en la CSE y se elevó a las distintas áreas de la Udelar, a los tres órdenes y a la Comisión Académica de Posgrados, con el objetivo de que lo discutan y tomen posición, y se vuelva a discutir en una sesión de la CSE a mediados de octubre. Si en ese ámbito se decide avanzar, la propuesta pasaría al Consejo Directivo Central de la Udelar.