Dejó de estudiar en 1976, cuando tenía 16 años y su padre la trajo desde Brasil. Hoy, con 58 años, Alba González puede decir que terminó el ciclo básico mientras trabaja como supervisora de limpieza en la empresa Taym. Decidió tomar la oportunidad que sus jefes le ofrecieron en 2016 para finalizar la escuela y luego, en 2017, para culminar el ciclo básico; nunca llegó a revalidar los cursos que había hecho en su país de origen, y en Uruguay se dedicó a trabajar y formar su familia. La empresa en la que trabaja es una de las muchas que, junto con la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), la Dirección Nacional de Empleo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) y el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) permiten el desarrollo del proyecto Culminación de Ciclos Educativos para Trabajadores en Actividad.

Según explicó a la diaria Wilson Netto, presidente del Consejo Directivo Central de la ANEP, este proyecto se enmarca en uno más general del MTSS, que se llama Cultura del Trabajo para el Desarrollo y desde 2015 nuclea las distintas opciones de culminación de los estudios. Este proyecto particular busca revincular a los empleados con los ciclos educativos que hayan dejado por distintas razones. El objetivo es que finalicen con las etapas obligatorias de la educación y puedan obtener la certificación de competencias y la acreditación de saberes que les corresponde por sus años de experiencia en el campo laboral.

Para Netto, “el contexto de un trabajo permite llevar conocimiento de la educación formal y dialogar con ese contexto para darle un mayor sentido a las propuestas que se ofrecen”. Pero más allá del programa, destacó como “absolutamente relevante” no sólo “cubrir ese vacío en la educación que se dio en su momento, sino tener la capacidad de reconocer que los aprendizajes se generan en distintos ámbitos, no solamente dentro de las aulas de la educación formal”. En este sentido, señaló que “todo el proceso de desarrollo del trabajador también le genera competencias, que son puestas en manifiesto por distintos instrumentos. Esto es lo que permite la validación de estas capacidades en el mundo del trabajo”. Detrás de esta idea está “la concepción de homologar por formación y no estrictamente por contenido”.

Los adultos interesados en completar ciclos de la educación formal pueden anotarse durante todo el año lectivo. En este programa pueden participar todas las personas que estén trabajando, sean mayores de 18 años y quieran culminar la educación primaria; que tengan hasta tres asignaturas pendientes para terminar la enseñanza media básica, tanto de UTU como de secundaria; o que tengan hasta cuatro asignaturas pendientes para finalizar la enseñanza media superior.

Tanto esta como otras modalidades de acreditación de saberes en la educación formal se relacionan, según Netto, “con el objetivo conjunto con el MTSS e Inefop de modificar la matriz de formación del conjunto de los trabajadores”. Al respecto, aseguró que desde 2005 se puede ver “un corrimiento en el nivel educativo de la formación de los trabajadores”.

Paso a paso

El proyecto es flexible en cuanto a las modalidades de estudio que ofrece y por el momento se ha desarrollado en tres niveles. En el caso de la educación primaria, los estudiantes pueden contar con la preparación de maestras especializadas en Educación de Adultos y así presentarse a la prueba de Acreditación de Educación Primaria a fin de año. Para Alba, pasar por la experiencia de ir a clase tantos años después fue un desafío que asumió “por las ganas que tenía de seguir adelante y por todas las facilidades que daba la empresa”. Es que durante 2016, Taym se encargó de ir a buscar a todos los empleados a sus lugares de trabajo, llevarlos a la base de la planta –con tiempo suficiente para almorzar– y allí estudiar en un salón condicionado donde los esperaba la docente. “Íbamos tres veces por semana, de 15.00 a 18.00, y la maestra era muy buena, nos explicaba para que entendiéramos”.

La idea es reducir los contenidos de la escuela para poder darlos en un año, tocando los puntos fundamentales para una educación básica. Historia, Geografía, Idioma Español, Matemática y Ciencia son algunas de las áreas que Alba recuerda haber tratado en su paso por la educación primaria. “No era difícil, había que prestar atención a lo que decía la maestra. Los compañeros que dejaron lo hicieron por problemas personales, pero la mayoría seguimos hasta terminar”, contó. Dijo que si bien cerca de la mitad de sus compañeros abandonaron el programa, ella siguió hasta prometer la bandera.

Continuar hacia la educación media básica fue avanzar y reforzar el compromiso, porque no sólo el contenido se complejizaba. Como la cantidad de empleados que deben terminar dicho nivel es mayor, la empresa no puede garantizar la locomoción hasta la base. Para Alba esto puede ser un factor de desmotivación, “pero siempre va a ser mejor seguir con la empresa que hacerlo por nuestra cuenta, porque en otros [liceos extraedad] hay clase todos los días y hasta muy tarde de noche; ahí tenés que pagar muchos más boletos y casi no estás en tu casa”.

Precisamente, esa es la mayor ventaja de participar en este programa en vez de continuar en los liceos nocturnos o extraedad, ya que la frecuencia de las clases sigue siendo tres veces por semana, y son tres horas, igual que para el tramo de primaria. En el caso de secundaria, cada profesor tiene una hora para dar su materia y cada día un trío diferente de docentes da clase. En total, en un año llegan a tener todas las materias de los tres años que conforman el ciclo básico. “Es muy bueno el programa porque nos deja terminar sin que sea muy larga la carrera”, enfatizó Alba. La otra modalidad que se ofrece es la de tutorías individuales; en ese caso, se establecen encuentros periódicos personales con un tutor particular, en función de los horarios y la disponibilidad del estudiante. En el caso de la educación media superior, sólo hay tutorías individuales por medio del programa Uruguay Estudia.

Es poder

En parte, Alba pudo terminar el ciclo básico gracias a la flexibilidad de la forma de evaluación. Según contó, algunos profesores ponían los clásicos escritos, pero otros optaban por adecuaciones: “También nos hacían pruebas por las computadores y muchos orales. Median mucho la participación, no es como el liceo normal porque estaba hecho para nosotros. Por ejemplo, en Inglés tuvimos que cantar una canción de Elton John y en Geografía había que explicar los mapas adelante de todos”.

La mayor dificultad es compatibilizar los tiempos de forma de que permitan ir a trabajar y después seguir rumbo a clase. “Es todo un sacrificio que hay que hacer para avanzar, porque nos levantamos a las cuatro de la mañana y hay que seguir hasta las seis de la tarde, pero si vos ponés actitud y querés, se puede. Yo le puse ganas y lo terminé”, relató Alba, orgullosa. Comentó que no todo fue sencillo, ya que terminar el liceo le costó, entre otras cosas, la relación con su ex pareja; pero dijo sin dudarlo que valió la pena: “Esta oportunidad no la iba a tener después; muchos no se animan a arrancar, pero yo les digo que es por el bien de ellos, que de esta forma se tienen todas estas facilidades y nos dan un diploma, tenemos algo para probar que estudiamos. Es bueno para nosotros”.

Más información | Quienes deseen retomar sus estudios por medio del programa pueden consultar distintas posibilidades en el portal Qué puedo estudiar, por el teléfono 0800 2637 o en la web www.viatrabajo.mtss.gub.uy.