Después de varias sesiones del Consejo Directivo Central (Codicen) dedicadas al tema y de un proceso de ajustes de redacción, la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) publicó el Reglamento de Evaluación y Pasaje de Grado que regirá el año que viene para el nuevo plan de estudios. Si bien sufrió cambios en relación a la versión preliminar que había sido puesta a consideración en noviembre, el documento final conserva sus principales lineamientos para el avance de los estudiantes desde la educación inicial hasta el noveno grado de Educación Básica Integrada (EBI).

El reglamento, que fue votado sólo por los tres consejeros designados por el gobierno en el organismo, apunta a cambiar la concepción de la evaluación en el sistema educativo. Además de la intención de que se adapte al modelo de competencias definido en el Marco Curricular Nacional (MCN), el presidente del Codicen, Robert Silva, explicó a la diaria que habrá una evaluación formativa: no solamente habrá una calificación, sino también niveles de desempeño asociados a las competencias esperadas para cada tramo.

Agregó que la evaluación apelará a descriptores conceptuales que “ayudarán al docente a hacer su juicio”. “Queremos salir del juicio ‘puede y debe rendir más’ y pasar a un juicio más conceptual, que diga cuáles son los avances que el estudiante va logrando y qué es lo que le resta”, explicó.

Notas numéricas del 1 al 10

Si bien la propuesta inicial del grupo de docentes que trabajó en la elaboración del reglamento planteaba la eliminación de las notas numéricas, finalmente el Codicen aprobó una escala de cinco niveles de avance y cada uno de ellos cuenta con dos notas numéricas. Es un cambio tanto para la educación primaria, donde actualmente no existen calificaciones numéricas, como para la media, que tiene una escala que va del 1 al 12.

Según la tabla que fue aprobada por el Codicen, el nivel de “avance mínimo” –al que le corresponden las notas 1 y 2– supone que “el desempeño del estudiante evidencia dificultades para avanzar en los logros propuestos en la unidad curricular”; el nivel de “avance escaso” –las notas 3 y 4– se da cuando “el desempeño del estudiante evidencia logros reducidos al abordar contenidos básicos y activar procesos cognitivos simples”; por su parte, el “avance moderado” –calificaciones 5 y 6– plantea que “el desempeño del estudiante evidencia logros solamente al abordar contenidos básicos y activar procesos cognitivos simples”; en el nivel de “avance significativo” –notas 7 y 8– “el estudiante activa procesos cognitivos al abordar los contenidos programáticos establecidos y logra desempeños parciales de los descritos en los criterios de logro correspondientes”; finalmente, el “avance destacado” –calificación 9 o 10– supone que “el estudiante activa procesos cognitivos complejos al abordar los contenidos programáticos establecidos y logra los desempeños descritos en los criterios de logro correspondientes”.

En el caso de séptimo, octavo y noveno grado, Silva destacó que el reglamento establece la generación de un módulo introductorio al inicio del año lectivo, por el que los docentes realizan actividades diagnósticas de los estudiantes que reciben, para luego generar “priorizaciones curriculares” que irán acompañadas de “procesos de acompañamiento”. Al respecto, el jerarca aclaró que dichos grados, que corresponden al tercer ciclo de la EBI, tendrán una estrategia de acompañamiento que “ya se está implementando y que va a profundizarse”. En concreto, consiste en que cada centro educativo establece “cuál es la estrategia” a aplicarse, para lo que se elabora un proyecto que debe ser aprobado. Una vez que eso ocurre, se asignan horas al centro educativo que irán para los docentes que hayan participado en el proyecto y que “tengan el perfil adecuado”, explicó Silva.

Repetición

Otra de las principales novedades del Reglamento de Evaluación y Pasaje de Grado es que elimina la repetición en todos los grados. A partir de ahora, esta sólo se dará al final de cada tramo –segundo, cuarto, sexto, octavo y noveno grado–. En el caso de la educación secundaria y técnico-profesional, se dispone que haya seis entregas de un “informe de actuación del estudiante” dirigido a sus familias: el primero será en mayo y el último en febrero del siguiente año, para los estudiantes que tengan unidades curriculares pendientes de aprobación en ese momento.

En suma, habrá una evaluación a mitad de año para que el docente tenga elementos que muestren el avance de sus estudiantes y, en función de ello, volver a valorar la planificación definida a partir del módulo introductorio. El reglamento señala que al finalizar los cursos, los docentes deben definir si el estudiante “acredita” la unidad curricular, para lo que debe obtener al menos un nivel de avance moderado –al menos un 5 de calificación–, o “la continuidad del proceso” en espacios de acompañamiento obligatorios.

Dichos espacios tendrán una duración mínima de dos semanas, estarán a cargo de los mismos docentes de cada materia y comenzarán a funcionar el primer día hábil luego de la finalización de cursos. Al terminar dichos espacios, el profesor debe definir nuevamente si la unidad curricular puede ser aprobada o si el proceso continúa en febrero. En ese mes se dispone que los docentes destinen el equivalente a las horas de clase semanales del año anterior a nuevos espacios de acompañamiento en los que “realizarán las valoraciones del proceso de aprendizaje de los estudiantes y definirán si acredita o no la unidad curricular”.

En ese momento, una reunión de profesores emite los fallos de pasaje de grado. En el caso del séptimo grado, quienes tengan hasta tres materias sin aprobar obtendrán una “acreditación parcial” del grado y quienes terminen con más de tres van a tener una “acreditación diferida”. En ambos casos, el reglamento prevé que puedan acreditar las unidades curriculares pendientes de aprobación mientras cursan el octavo grado, a través de actividades que definirá el docente del curso. Si al año siguiente no hay una unidad curricular correlativa superior, para aprobar el estudiante deberá rendir una prueba especial que se aplicará en febrero y julio.

En el caso de octavo y noveno grado, repetirán quienes tengan a partir de cuatro unidades curriculares sin acreditar. Además, en el noveno grado los estudiantes que terminen el año con hasta tres materias pendientes podrán rendir una “prueba de acreditación”, que se podrá rendir en marzo, julio y diciembre.

El reglamento plantea la importancia de la asistencia de los estudiantes al centro educativo y, al mismo tiempo, flexibiliza la cantidad de asistencias necesarias para acreditar el grado. Según se dispone, los estudiantes que tengan más de 30 inasistencias pueden acreditar total o parcialmente el grado, y si tienen entre cuatro y seis unidades curriculares con escaso o mínimo nivel de avance quedarán con un fallo de acreditación diferida hasta la instancia de febrero. En este caso, si el estudiante no asiste a todos los espacios de acompañamiento previstos luego del cierre de los cursos se lo considerará “desvinculado” del centro educativo.

Críticas

Consultada por la diaria, Daysi Iglesias, consejera docente en el Codicen, quien junto a Julián Mazzoni votó en contra del reglamento, planteó dudas sobre la viabilidad de los acompañamientos previstos como alternativa a la repetición. “Digo que acompaño, [pero] no genero los cargos para acompañar, no tengo ningún otro recurso. Genero 100 tutores para una población que es de miles”, cuestionó. Por su parte, dijo que la nueva escala de notas con juicios y números “confunde” y “marea”.

Iglesias se mostró en contra de que en algunos grados se elimine la repetición si el estudiante no llegó a los logros esperados. Consideró que en esos casos no se le puede decir que “transite libremente”, y que se debe “tratar de que aprenda”. Valoró que para eso no es positivo que siga en un grupo con compañeros que sí obtuvieron esos logros, y lo ilustró: “¿Sabés lo que sería para una persona que tiene dificultades con el inglés que lo pongan en una mesa donde todos hablan inglés?”. Entendió que en esos casos el estudiante “precisa contenidos específicos de enseñanza”.

La consejera consideró que en primaria la repetición “es residual” y que en el caso de secundaria no es el mayor problema, como sí lo es la desvinculación de los estudiantes. Para combatirlo, reclamó investigaciones y evidencia que muestre dónde están los adolescentes “cuando no están en el liceo”.