En general, la educación en Uruguay suele pensarse en función de las distintas instituciones formales que tienen ese cometido. No obstante, ese esquema se ve superado cuando se piensa en la educación de jóvenes y adultos a lo largo de toda la vida. Las varias interrogantes que se abren al plantear el tema fueron objeto de un seminario internacional que la semana pasada organizó la cátedra de Educación para Personas Jóvenes y Adultos (EPJA), que funciona en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) de la Universidad de la República en articulación con Unesco. El encuentro, que fue transmitido a través de la cuenta de Youtube de la FHCE, fue preparatorio de la séptima conferencia internacional de Educación de Adultos, que será en junio y cada 12 años convoca Unesco.

Jorge Camors, coordinador de la cátedra, destacó a la diaria la riqueza de las 32 exposiciones que se presentaron sobre el tema, tanto de expertos y organizaciones internacionales como de actores referentes en Uruguay, que pertenecen al Estado y a la sociedad civil. Entre estos últimos, estuvieron el Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT, la escuela de formación de Fucvam y la universidad UNI 3 para adultos mayores, mientras que también se compartieron investigaciones de la cátedra EPJA.

El profesor de la FHCE sostuvo que si bien entre 2005 y 2015 el tema “adquirió un fuerte protagonismo en Uruguay”, se necesita “volver a colocar arriba de la mesa la discusión” sobre el tema. En particular, lamentó las modificaciones que la ley de urgente consideración (LUC) hizo en la temática, que implican que “se pierde la mirada amplia de EPJA”, ya que elimina los artículos que se refieren a ella (ver recuadro). En ese sentido, consideró que la política actual parece estar únicamente enfocada en la culminación del ciclo educativo obligatorio, previsto para la población de 4 a 17 años, lo que para Camors “es necesario, pero no es suficiente”. “La expectativa de vida se va ampliando, las personas tenemos más vida y le tenemos que dar contenido, riqueza, aportes a esa vida. Ya no es suficiente lo que aprendemos hasta los 17 años, hay que seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida”, planteó.

En el encuentro también quedó claro que hay varias instituciones públicas y privadas que en el país se encargan directamente de la EPJA, lo que repercute en una alta dispersión de actores. Según Camors, la dispersión en sí misma no es mala, pero lo que sí produce un efecto no deseado es que “no se sintetiza en ningún espacio, no hay ámbitos de diálogo, de debate y coordinación”. “La dispersión queda como una fragmentación abrupta, total”, señaló.

Desafíos

El coordinador de la cátedra señaló que dicho espacio está más que abierto a colaborar con el Estado para realizar ese tipo de síntesis entre los diferentes actores. “La dispersión debería estar acompañada por la coordinación, el diálogo, el intercambio, para saber qué se requiere investigar, qué estrategias hay que elaborar y cómo desde la enseñanza se puede colaborar con esas políticas públicas”, agregó.

En ese sentido, el académico se mostró preocupado por saber “qué balance y qué síntesis se hace en el país” respecto a la EPJA, ya que en la conferencia de Unesco se le pedirá al Estado uruguayo que diga “qué ha hecho, qué balance se hace y qué nuevas metas se plantean. Nosotros no tenemos conocimiento de que haya un lugar en el que se esté dando esa discusión”, dijo Camors.

El docente de la FHCE planteó que en Uruguay 80% de la población es mayor de 15 años –límite a partir del que se la educación empieza a considerar como EPJA– y más de la mitad de ese segmento “no está estudiando nada de nada, ni en el ámbito formal ni en el no formal”. En la misma línea que quienes intervinieron en el encuentro por parte de la Dirección de Educación de Jóvenes y Adultos de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Camors planteó que atender educativamente a esa población “requiere formar profesionales de la educación que sepan cómo trabajar con personas jóvenes y adultas en el mundo del trabajo, para la construcción de ciudadanía, en temas de medioambiente, de salud, de producción”, entre otros. Al respecto, fundamentó que “no se trata de pedirle a un maestro o a un profesor que se reconstruya para trabajar en estos temas”, sino que debe generarse una formación específica, lo que está “pendiente”.

Camors señaló que, en este escenario, muchas veces “con la mejor buena voluntad” se diseñan formatos escolares que “infantilizan a las personas adultas que quieren estudiar y aprender”. En suma, dijo que las personas jóvenes y adultas transitan por ámbitos diversos como fábricas, cooperativas, sindicatos, iglesias, centros comunales, culturales, deportivos y la política pública sobre el tema debería tenerlo en cuenta. Según resumió, se debe apuntar a construir “una sociedad de aprendizajes” en la que no haya únicamente lugar para los temas económicos, sino que también “se les dé importancia a los temas educativos y culturales”.

No es lo mismo

Fabiana Díaz, integrante de la Dirección de Educación de Jóvenes y Adultos de ANEP, sostuvo en el encuentro que el campo de la EPJA atiende a una población muy amplia y heterogénea, no sólo en intereses, sino también en edades. En ese sentido, indicó que desde la ANEP se ha pensado en propuestas “amplias”, teniendo en cuenta que “no es lo mismo un adolescente de 14 años que una persona que llega a las aulas después de tener un día entero de trabajo”.

En suma, planteó que en los últimos años se han generado muchas ofertas educativas que toman la alfabetización de los jóvenes y adultos como “punto de partida”. En ese sentido, dijo que en el país “persiste el desafío de pasar de la alfabetización inicial a otras ofertas más amplias” para ir hacia la continuidad educativa. Para ello, Díaz sostuvo que es necesario pensar ofertas que abarquen tanto el ámbito formal como el no formal, y que apunten al acceso a la cultura y al trabajo, en lo que se viene avanzando, según la funcionaria. Precisamente, desde la ANEP no trabajan únicamente con propuestas formales para los jóvenes y adultos, sino que también han desarrollado acciones como talleres o programas por los que se apunta al reconocimiento de saberes adquiridos no necesariamente dentro de centros educativos.

Por ejemplo, se brindan tutorías y otro tipo de apoyos para la culminación y el reconocimiento de ciclos educativos, como los que da el Programa Uruguay Estudia. Además, Díaz indicó que se han incluido nuevos territorios entre los destinatarios de las acciones, para que la oferta “no esté solo en la capital o en las grandes ciudades” y “poder llevar una propuesta a zonas más alejadas”. “Cada vez que llega una propuesta a la dirección se evalúa con los actores territoriales”, contó. Por lo tanto, consideró clave “establecer alianzas con otros” actores, porque la ANEP “no puede sola”.

Desde el gobierno

Luisa Fernández, responsable del área de Educación no formal del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), participó en el encuentro y señaló que en 2018 dicho organismo realizó una caracterización del sector en Uruguay. Según los datos que presentó, el de la educación no formal es un “campo amplísimo” que atiende a más de 70.000 personas, de las que 70% es mayor de 16 años. Además, dijo que 50% de la oferta de educación no formal está en Montevideo y la otra mitad se encuentra en las capitales departamentales, por lo que “las ciudades más chicas no reciben oferta”.

Por su parte, Fernández destacó que recientemente el MEC creó un “registro único de educadores de la educación no formal” a partir de la unificación de múltiples registros preexistentes. Según dijo, ello le permitirá a la Dirección de Educación del organismo “interactuar con el universo de educadores, que es riquísimo y está disperso en el territorio y en diferentes propuestas”. Además, contó que del registro surgen datos que muestran que 58% de las educadoras registradas son mujeres y que 45% del total tiene una formación de grado completa. “Con este registro la idea es conocer aún más a esta población y generar una mejor propuesta de formación permanente, difundir becas, oportunidades laborales, fomentar el trabajo colaborativo, la investigación”, planteó.

Además, Fernández habló de una política que se ha consolidado con los años y que implementa directamente el MEC, como los Centros Educativos de Capacitación y Producción, más conocidos por su sigla: Cecap. Según dijo, se trata de espacios “de valor sustancial”, a los que concurren jóvenes de entre 14 y 20 años que el sistema formal no pudo sostener y a través de los Cecap retornan a sus trayectorias educativas, ya que existe articulación con Secundaria y UTU para su continuidad. Además, habló de planes de articulación con otros organismos públicos como el Plan Ceibal –a través de su programa Jóvenes a programar–, la Agencia Nacional de Desarrollo, con un proyecto para el fomento de habilidades emprendedoras, y la Universidad Tecnológica, que apoya compartiendo su experiencia de aprendizaje en entornos virtuales y abre las puertas de muchas de sus sedes a los integrantes de los Cecap.

La jerarca también habló de la educación en cárceles, para la que el MEC elaboró un plan recientemente y de la orientación que a partir de este año tendrá el Programa Aprender Siempre. Si bien hasta ahora se dedicaba principalmente a trabajar con población privada de libertad, ahora se dedicarán al “desarrollo de acciones educativas para jóvenes y adultos en entornos comunitarios”. Entre ellos, Fernández nombró a los refugios para personas en situación de calle, el trabajo con internos del hospital Vilardebó, espacios vinculados a la Dirección Nacional del Liberado y también se trabajará en conjunto con municipios de todo el país “para llevar más oferta al interior del interior”. Según explicó, habrá cuatro ejes temáticos: salud y entornos saludables; arte, lenguaje y comunicación; participación, educación y trabajo; y juego, recreación y deporte.

Finalmente, la jerarca del MEC consideró que “en un contexto de cambio continuo el sistema educativo está recibiendo exigencias nuevas” y en materia de EPJA las políticas públicas deben diseñarse a partir de los criterios de “pertinencia, calidad y flexibilidad de los formatos”. Entre los principales desafíos para este campo, Fernández nombró la necesidad “de una discusión real en torno al reconocimiento y la validación de saberes” que implique “optimizar la evaluación de los logros de aprendizaje”, además de “entender que la educación sucede en un montón de ámbitos y no solamente en la escuela”. En suma, habló de “avanzar en términos de calidad”, para lo que es importante “conocer, investigar y evaluar lo que está sucediendo en el campo y cómo eso impacta en el desarrollo de las personas y de la sociedad”. También dijo que se debe “promover la formación permanente y de grado de personas jóvenes y adultas”.

La EPJA y la LUC

Según Camors, actualmente Uruguay no tiene una política educativa para jóvenes y adultos y para fundamentarlo se refirió a los cambios que para ese campo trajo la LUC. En concreto, la norma del actual gobierno eliminó las referencias a “la educación a lo largo de toda la vida” de la que hablaba el artículo 37 de la Ley General de Educación. En suma, Camors valoró que la ley de 2008 definía que la EPJA podía ser desarrollada en el plano formal desde la ANEP, pero también por la educación no formal. El docente de la FHCE señaló que la LUC también suprimió la referencia a la importancia de apuntar a distintos campos de educación y que no todos los esfuerzos del Estado se dirijan a la culminación de la educación formal obligatoria. Además, valoró que la Ley de Educación creaba un consejo nacional de educación no formal con cinco cometidos entre los que estaba la promoción de la EPJA, lo que también eliminó la LUC, al igual que la existencia de un comité asesor consultivo integrado por instituciones de distintos ámbitos “para pensar una política más allá de la educación formal obligatoria”. Según Camors, “no hay voluntad”, no se sabe o “no se quiere abordar” la EPJA.