Este martes un nuevo liceo fue ocupado por su gremio estudiantil: la semana pasada habían sido el IAVA y el Zorrilla, y en esta ocasión fue el liceo Dámaso Antonio Larrañaga. Tal y como pasó en el inicio de la ocupación del IAVA, la medida en Dámaso transcurrió con la dirección del centro educativo adentro, quien les abrió el liceo, por tanto “nunca se hizo una ocupación legítima porque no existe la ocupación con profesorado adentro”, explicó a la diaria Ana Molina, vocera del Gremio Estudiantil del Dámaso (GED).

Los estudiantes arribaron al centro educativo a las 7.30 y, según narró Molina, la inspección llegó alrededor de las 8.00, con la intención de que firmen un acta que, aseguró, era “distinta y más corta que la de la ocupación del liceo Zorrilla y la del IAVA, aunque tendrían que ser iguales”. Además, aseguró que la inspectora no vino acompañada de ninguna autoridad política de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y que su intención era que firmaran tres estudiantes como responsables. Por tanto, dijo que el GED decidió no firmar el acta, porque no querían que la responsabilidad de la ocupación caiga sobre tres de los casi cuarenta estudiantes y porque la inspectora “decía que era una ocupación de hecho y no de derecho”.

Ya sobre las 11.00 la Policía llegó al centro educativo. De acuerdo a la vocera del gremio, tuvieron un “diálogo muy corto” con los agentes de Policía, quienes los intimaron con un acta de desalojo y les dieron 15 minutos para desalojar la institución. “Intentamos dialogar, pero fue medio complicado y se extendió a treinta minutos la desocupación, entonces, la Policía vino con fuerza de choque: tres patrulleros, una camioneta y en total 30 personas de fuerza de choque, aunque en el GED éramos aproximadamente 40 personas ocupando”, explicó Molina.

A su vez, aseguró que la Policía los “amenazó con que iban a entrar” y por esa razón decidieron desocupar. Ya entre las 11.30 y las 12.00 el liceo estaba sin los estudiantes del gremio estudiantil dentro. Molina contó que, igualmente, afuera del liceo realizaron una concentración y, mientras tanto, la directora del centro educativo les comunicó que desde la Dirección General de Educación Secundaria les dieron la orden de que las clases se retomen con normalidad, pero que no “dejen entrar” a los estudiantes agremiados, según narró.

Sin embargo, las clases no comenzaron, ya que los profesores sindicalizados tomaron esa medida para apoyar a los estudiantes del gremio. “Decidieron no dar clase si no podían darles a todos”, dijo Molina, y aseguró que igualmente ningún estudiante fue al centro educativo para tener clase.

Al final de la jornada tuvieron una charla con la inspección, en la que le preguntaron si podían volver a ocupar el centro educativo -porque ya habían pasado varias horas- a pesar de que la Policía les había dicho anteriormente que “no iban a negociar y que iban a llegar e iban a desocupar forzosamente si se volvía a ocupar”, más allá de que “lo primero no fue una ocupación”. Pero no volvieron a hacerlo, ya que inspectora les dio como “solución” solicitar una instancia de diálogo con la directora general de Educación Secundaria, Jenifer Cherro.

La solicitud de reunión con Cherro no es algo nuevo. De hecho, el pedido principal del GED es poder tener una instancia de diálogo con la jerarca para poder plantearle su plataforma reivindicativa. Sin embargo, Molina aseguró que ya han enviado solicitudes en reiteradas ocasiones, pero nunca recibieron una respuesta.

La plataforma reivindicativa

Molina puntualizó en las reivindicaciones principales del GED, que son la razón de la ocupación de este martes: en primer lugar, aludió a que existe un “recorte de presupuesto” y que eso se evidenció en la institución, entre otras cosas, porque “eliminaron el turno intermedio este año”, lo que implicó que “muchos estudiantes quedaron afuera del Dámaso, sin cupos” y otros tuvieron que acoplarse a los dos horarios, incluso trabajando”. En concreto, la vocera del gremio señaló que de 4.000 estudiantes pasaron a ser 3.000 y, aún así, “las clases siguen superpobladas”.

Por otro lado, manifestó la necesidad de un equipo multidisciplinario completo, ya que les falta un asistente social y el psicólogo tiene “pocas horas y no le da”. Asimismo, aseguró que el centro educativo recibe 1.400 pesos por mes “para mantener la institución, y claramente no da para nada”. En esa línea, narró que cuando llueve “toda la plata baja se inunda y sale un olor horrible”, lo que incluye al salón gremial y a la biblioteca. Además, dijo que en la sala de informática la mayoría de las computadoras no funciona y las que sí están en marcha “lo hacen muy mal”.

Por último, se quejó del hecho de que, cuando se rompe algo, tardan en arreglarlo, como sucedió con un vidrio roto de un salón durante un mes, lo que implicó que los estudiantes que asistían a ese salón pierdan clases por una semana.

“La idea es tener una instancia de diálogo con Cherro, y que el presupuesto aumente”, resumió la estudiante, y señaló que “la lucha va a seguir presente este año y el que viene, hasta que el presupuesto aumente”.