Este viernes se presenta un nuevo informe del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) que da cuenta de la realidad de adolescentes y jóvenes del país. En este caso, bajo el título “Adolescentes, jóvenes y empleo en la educación media”, el foco está, principalmente, en la situación laboral de los estudiantes de tercer año de educación media, tanto en secundaria como en UTU. Asimismo, se analizó “lo que se ofrece desde el sistema educativo, de forma de ver si el sistema educativo responde a las demandas de los estudiantes”.
A modo de resumen, aseguraron que, “si bien es cierto que el trabajo de adolescentes no es una situación deseable, ya que tiene consecuencias directas sobre el rezago y el abandono escolar, hasta tanto siga sucediendo que determinadas poblaciones deban ingresar al mercado laboral, el sistema educativo debería garantizar la información y las condiciones para que puedan coexistir enseñanza y trabajo”.
Al respecto, esgrimieron que “pensar en el futuro laboral por parte de los adolescentes puede ser una práctica que contribuya a decidir el camino educativo”, pero que, para ello, “el sistema de enseñanza debería atender a las demandas que los estudiantes hagan en este sentido”. Un camino, dijeron, podría ser ofrecer “cursos de orientación vocacional y laboral, charlas por sector productivo, prácticas laborales o pasantías”, entre otras actividades, “de forma de incentivar la reflexión sobre dónde y cómo seguir formándose en el futuro”.
Uno de los puntos más desarrollados en el documento es la diferencia entre la formación laboral que hay en la enseñanza técnica con respecto a la de secundaria. Sobre ello, manifestaron que el “acompañamiento del sistema educativo al mundo laboral no debería reducirse a la enseñanza técnica, ya que los estudiantes de secundaria también deben prepararse para abordar su trayectoria vital”.
En ese sentido, señalaron que esta diferencia “refleja la mayor presencia de orientación vocacional” en las escuelas técnicas, mientras que en secundaria “son menores las oportunidades de orientación vocacional, lo que indica que, desde el sistema, la inserción al mundo del trabajo es algo más lejano en el tiempo”. En esta línea, aseguraron que “a medida que los estudiantes se acercan al final de este ciclo y deben decidir el camino a seguir, se hace más presente la idea de la decisión vocacional”.
La diferencia y disminución de la oferta de orientación vocacional o laboral también fue detectada “a medida que mejora el contexto socioeconómico y cultural del centro, con excepción del contexto muy favorable”. Esto indica, aseguraron, “una decisión de fortalecer este tipo de oferta en las instituciones de menor nivel socioeconómico, pero con posibles consecuencias negativas en el resto de los centros con estudiantes que deben seguir formándose y elegir una determinada orientación”.
A su vez, observaron que existe una “alta informalidad” en los adolescentes que estudian y trabajan, entre otras “situaciones no deseables”. “Sin perder de vista que la gran mayoría de los adolescentes de entre 14 y 17 años son inactivos, sería deseable que desde el sistema se haga un mayor acompañamiento para ayudar a una futura elección educativa y una posible inserción laboral”, concluyeron.
La inactividad y la actividad
A partir de los datos de panel de la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud 2018-2022, evidenciaron que de quienes tienen entre 16 y 19 años y “asistieron a la educación formal en 2022, casi un 7% dejó de asistir en algún momento del año”. El dato refiere a que una de las principales causas para dejar de asistir es “su participación en el mercado laboral, ya sea por búsqueda, continuidad o ingreso a un trabajo”.
Aun así, el Ineed recabó que la mayoría de los adolescentes de 14 a 17 años que asisten a la enseñanza media están inactivos (97,8%) en el mercado de trabajo, y en los de entre 18 y 21 años la inactividad es de 62,1%.
También destacaron que “en los jóvenes es más común el empleo privado que el público, lo que podría deberse a que el tipo de empleo público al que pueden acceder, en general, requiere de una mayor capacitación”. En tanto, aseguraron que el desempleo tiene más lugar en los jóvenes de entre 18 y 21 que estudian, en comparación con los que no lo hacen, probablemente, como consecuencia de “las restricciones de días y horarios a las que deben adaptarse para continuar en el sistema educativo”. En este marco, desde el Ineed plantearon como llamativo el porcentaje de jóvenes de 18 a 21 años que no estudian y tampoco trabajan, de igual manera que los de 14 a 17 años: en el primer tramo es el 12,1% y en el segundo 4,9%.
En otro orden, evidenciaron que sólo 16% de los adolescentes de 14 a 17 años que trabajan aportan a alguna caja de jubilación, mientras que entre los de 18 a 21 años el porcentaje se eleva considerablemente: el 73% que trabaja tiene un empleo formal, y los que también estudian son el 62,4%.
Sobre el promedio de horas de trabajo, señalaron que “los adolescentes de 14 a 17 años trabajan 21 horas en promedio por semana, mientras que quienes asisten a media trabajan 18 horas”. La diferencia no es tal con los jóvenes de 18 a 21 años: 35 y 32 horas promedio, respectivamente.
En el primer tramo observaron que cuanto mayor el nivel socioeconómico del hogar, menor el porcentaje de adolescentes que trabaja: “En el quintil 1 supera el 40% mientras que en el quintil 5 no llega al 5%. En cambio, entre los jóvenes de 18 a 21 años es notorio el incremento del trabajo en los quintiles 3 y 4”, aseguraron.
Dentro de los trabajos a los que más acceden en su primera experiencia laboral en los dos tramos están el sector agropecuario (20%), restaurantes y otros servicios de comidas móviles (17,4%) y actividades de clubes deportivos (13,9%). Particularmente, los de “18 a 21 que estudian y trabajan lo hacen principalmente en restaurantes y otros servicios de comidas móviles (13%); comercio al por menor en almacenes no especializados, con surtido compuestos principalmente de alimentos, bebidas y tabaco (10,8%), y actividades de los hogares en calidad de empleadores de personal doméstico (10,8%)”.
Diversos contextos
Con base en las respuestas de Aristas Media 2022, identificaron que, de “quienes asisten a tercer año de educación media, aproximadamente el 80% no trabaja. Ese valor se traduce a 81% para los estudiantes de la enseñanza secundaria y a casi el 73% de los estudiantes de enseñanza técnica”.
Asimismo, observaron que “el empleo es más común en los centros de contexto más desfavorable y en el interior del país. Mientras que el 87,9% de los adolescentes pertenecientes a centros de contexto muy favorable no trabaja, sólo el 73,7% de los de centros de contexto muy desfavorable no lo hace”. Uno de los datos que catalogaron de interesante es que “el total de los estudiantes de tercero de media que no trabajan asciende a casi el 85,2% cuando se trata de adolescentes montevideanos y a 76,9% cuando son del interior”.
Por otro lado, les llamó la atención “la alta proporción de adolescentes que deciden trabajar por cuenta propia (casi el 30% del total de quienes trabajan fuera de la casa) y la diferencia de los montevideanos con respecto a los del interior (casi 40% frente a un 26,8%)”. En ese marco, los porcentajes según el contexto socioeconómico varían notoriamente: “Casi el 60% de los adolescentes de centros de contexto socioeconómico muy favorable que trabajan fuera de la casa deciden trabajar por cuenta propia, frente al 28,7% de los de contexto muy desfavorable”.
Respecto del tiempo de trabajo, la mayoría lo hace “los fines de semana o por poco rato, es decir, tienen jornadas laborales cortas. Por otro lado, el 37,2% de los que trabajan lo hacen en jornadas laborales más extendidas, es decir, la mayor parte del tiempo que no asisten al centro de enseñanza”. En cualquier caso, la mayoría de los estudiantes de tercero de educación media que trabajan fuera de su casa reciben un salario, específicamente, el 89,3%.
Las expectativas también varían de acuerdo al contexto socioeconómico: “De aquellos que acuden a centros de contexto muy favorable, el 75,9% espera solamente estudiar al año siguiente, mientras que esta cifra disminuye a 48,5% para el contexto muy desfavorable”.
“¿Responde el sistema educativo a las demandas?”
Las diferencias con respecto a lo laboral entre la educación técnica y la enseñanza secundaria son altas: según recogió el Ineed a partir del diálogo con los adscriptos, “algo más del 80% de los centros de la Dirección General de Educación Técnico Profesional (DGETP) cuenta con un espacio específico que brinda orientación vocacional o laboral, mientras que en los de la Dirección General de Educación Secundaria (DGES) este porcentaje es de apenas 32,1%”. Al mismo tiempo, los directores declararon que la frecuencia es mayor en la capital del país que en el interior.
A su vez, los adscriptos manifestaron que en los centros de contexto “muy favorable” es más común que tengan un espacio específico para esto. Según interpretaron, puede ser porque estos centros son en su mayoría privados. Entre la DGES y la DGETP también observaron una diferencia en cuanto a la capacitación que reciben “como parte de la propuesta curricular”: “Sólo el 5% de los centros de secundaria, según los adscriptos, recibe este tipo de capacitación, mientras que en educación técnica lo recibe el 18,8% de las escuelas. A su vez, es mayor la proporción de centros donde los estudiantes reciben capacitación en Montevideo (13,6%) que en el interior (9,8%)”.
“¿Responde el sistema educativo a las demandas de los estudiantes sobre continuidad educativa e inserción laboral?” fue una de las grandes preguntas que se hicieron en el estudio. Una de las respuestas que dieron es que “cuando el centro ofrece sólo ciclo básico, aumenta el porcentaje de estudiantes que declara percibir el mundo del trabajo como algo lejano”. Para el Ineed, “esto puede tener sentido, dado que se trata de los estudiantes más jóvenes y es probable que muchos de ellos planeen seguir estudiando”.
En el estudio concluyeron, además, que “desde el sistema educativo, el acompañamiento tanto para una exitosa inserción laboral como para dar continuidad al trayecto educativo no termina de ajustarse a las expectativas de los estudiantes ni parece ofrecerse por igual en todos los subsistemas o contextos socioeconómicos”.
Especialmente en educación secundaria, aseguraron que “se ofrecen menos herramientas en este sentido que en educación técnica, posiblemente bajo el supuesto de que esos adolescentes terminarán el ciclo educativo sin insertarse aún en el mundo del trabajo, a diferencia de la educación técnica, que tiene una orientación mucho más marcada hacia el mundo laboral”.