La formación en matemática y otras disciplinas con base cuantitativa es un tema que preocupa a decanos de varias facultades de la Universidad de la República (Udelar). Eso hizo que semanas atrás los decanos de las facultades de Ingeniería, Química, Ciencias y Ciencias Económicas y Administración solicitaran una reunión a las autoridades de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) para plantear el tema. A partir de ahí, se creó un grupo de trabajo al respecto que integran representantes de las dos instituciones.

En diálogo con la diaria, Pablo Ezzatti, decano de la Facultad de Ingeniería (Fing), explicó que desde la Udelar están observando “grandes debilidades” en la “formación en métodos cuantitativos” con la que llegan los estudiantes desde la educación media. Si bien ha sido un asunto históricamente comentado por los profesores universitarios, el tema tomó otra dimensión después de la pandemia de covid-19, y los decanos también están preocupados por algunos cambios efectuados en el marco de la transformación curricular de la ANEP.

Ezzatti planteó que, además, “hay heterogeneidad en la debilidad”, lo que “dificulta mucho el abordaje” de la facultad a la hora de trabajar con los estudiantes que requieren algún tipo de apoyo. Esta situación se da, además, en un contexto en el que el presupuesto universitario no recibió los recursos solicitados para mejorar la relación docente-estudiante, justamente cuando la matrícula registró un aumento en los últimos años.

A propósito, el decano sostuvo que en 2023 la Udelar relevó que, además de la matrícula de ingreso a la institución, también se incrementó la cantidad de estudiantes que recursan, sobre todo en materias del primer semestre. Como ejemplo mencionó el curso de Álgebra Lineal Numérica de la Fing, que el año pasado tuvo 2.500 estudiantes, de los cuales 800 eran recursantes, cuando cinco años antes ese mismo curso tenía 1.500 estudiantes. Según explicó, en el caso de los primeros semestres de las carreras de la facultad existen importantes componentes de cursos de Matemática o Física que resultan particularmente difíciles para algunos estudiantes.

Si bien valoró que es “muy bueno” que haya cada vez más estudiantes terciarios, muchos de ellos primera generación universitaria en sus familias, es necesario pensar y diseñar estrategias para trabajar con ellos y luego tener los recursos necesarios para implementarlas. En particular, Ezzatti dijo que desde los años de pandemia observan una formación “muy desigual” en muchos estudiantes y, si bien muchas facultades están haciendo esfuerzos para nivelarlos, no cuentan con los recursos suficientes. Esta situación hace que a los estudiantes les cueste más “aprovechar los cursos”, y ello tiene repercusiones con la continuidad de sus trayectorias en la Udelar, lamentó.

Preocupación por menos horas de Matemática en la transformación curricular

Al igual que ya plantearon profesores de Matemática, Ezzatti también mostró su preocupación por que a partir de la transformación curricular habrá menos horas de Matemática en secundaria, tanto en ciclo básico, que tiene una hora semanal menos respecto del plan anterior, como en el trayecto Ciencias y Tecnologías de bachillerato, en el que habrá tres horas semanales menos.

Al respecto, el decano sostuvo que los cambios curriculares apuntan a que el bachillerato “abandone” su carácter de preuniversitario. Si bien lo consideró válido, ello genera preocupación en algunos servicios de la Udelar por la formación de los estudiantes que recibirán. “No estamos diciendo que no tiene que ser esa la concepción, pero si queremos que haya más gente formada a nivel universitario en este tipo de carreras, vamos a tener que diseñar estrategias para complementar, ayudar y acompañar a determinado tipo estudiante”, sostuvo Ezzatti.

En esa línea, observó que con la menor carga horaria de Matemática en secundaria habrá más estudiantes que lleguen con problemas a la Udelar y se preguntó qué pasará con los que actualmente ya tienen dificultades para el abordaje de esos contenidos. “Puede ser bueno como concepción de transformación, pero, ojo, en facultades como Ingeniería va a generar grandes dificultades”, insistió.

Un camino similar recorre un informe elaborado por el Grupo Interacadémico para la Educación Matemática, conformado por las Academias de Ciencias, Economía, Ingeniería y Medicina, y que fuera coordinado por el matemático y exrector de la Udelar Roberto Markarian. El documento se refiere a los bajos niveles de aprobación de la asignatura en la educación obligatoria y sostiene que “la disciplina aparece como una auténtica traba para el avance en los estudios secundarios o universitarios”.

Además, el informe analiza algunos documentos de la transformación curricular y considera que tienen un “exceso narrativo” que, “en lugar de simplificar su comprensión, lo diluyen en descripciones taxativas que incluyen todas las posibilidades de interpretación”. Por su parte, se afirma que muchas veces las definiciones y procedimientos son “presentados reiterativamente”, lo que puede ser leído como “una subvaloración de la capacidad de comprensión y creatividad del profesorado”.

Si bien las autoridades de la ANEP han planteado la necesidad de no caer en falsas dicotomías entre contenidos y competencias, el informe asegura que los documentos curriculares incurren en ello. Precisamente, se afirma que el vínculo entre contenidos y competencias se plantea a modo de “oposición”, algo que debería ser “matizado”.

El documento plantea que “la competencia matemática implica la habilidad para responder adecuadamente a una variedad de desafíos matemáticos en diferentes situaciones, no necesariamente matemáticas” y propone algunas subcompetencias: resolver problemas, representar, comunicar, razonar y conectar. En ese sentido, las distingue explícitamente de las competencias transversales establecidas en el Marco Curricular Nacional de la ANEP, ya que los cinco elementos mencionados “se interrelacionan entre sí para promover una comprensión profunda y significativa de los conceptos matemáticos”.

En tanto, el informe de las academias asegura que “no es posible garantizar el éxito de una transformación educativa efectiva sin cambios significativos en la formación de los docentes” que vayan “en correspondencia con las modificaciones que se pretenden establecer”. En particular, se habla de la necesidad de fortalecer la formación en servicio para los docentes que ya se encuentran en actividad y de la necesidad de contar con mayor presupuesto para ello.

A su vez, se cuestionan los plazos estipulados por la ANEP, ya que “la aplicación casi inmediata de las reformas, sin dar a los docentes los tiempos imprescindibles para su implementación, comprensión y asimilación serias, conspira para el éxito de las innovaciones sugeridas”. “Los procesos de transformación educativa deben ser de larga duración y permanentes, ya que esta es la forma de incorporar auténticamente instancias de diálogo que involucren a los diferentes actores que pueden colaborar en dicha transformación”, se concluye.

Necesidad de cambios de largo plazo

Ezzatti planteó que durante el diseño de los cambios curriculares el diálogo entre la ANEP y la Udelar “debería haber sido mucho más profundo”. Si bien algunos servicios de la universidad han participado de espacios convocados por la ANEP, sobre todo de cara al diseño de los programas de bachillerato, el decano consideró que ha sido más bien para que los universitarios se acerquen y tomen conocimiento de lo actuado.

Al igual que el documento de las academias, el decano de la Fing considera que el país debe discutir estos temas a largo plazo y no en función de lo que ocurre en cada período de gobierno. En ese sentido, dijo que si no se diseñan herramientas para nivelar a los estudiantes en matemática y otras disciplinas con base en lo cuantitativo, ello se convertirá en un problema que será más visible “en cinco o diez años”.

En el caso de las ingenierías, planteó que son áreas con una fuerte demanda laboral y que, al mismo tiempo, su actividad contribuye fuertemente con el desarrollo del país. Por tanto, dijo que desde la Fing seguirán bregando para que Uruguay forme cada vez a más ingenieros, teniendo en cuenta que el país ya tiene un promedio bajo de esos profesionales en comparación con la región. Según dijo, se trata de carreras en las que compatibilizar el estudio con la inserción profesional es difícil, en particular, en los primeros años de cursada, que son muy demandantes. En ese sentido, indicó que debería discutirse qué tipo de apoyos adicionales a los existentes se pueden brindar para que más estudiantes culminen sus estudios y para que más personas se acerquen a las ingenierías.

“En diez años capaz vamos a tener menos ingenieros y, obviamente, yo entiendo que deberíamos estar trabajando en el camino inverso”, sostuvo el decano, que planteó que es una preocupación compartida con carreras de ingeniería de otras facultades.

No obstante, Ezzatti indicó que también deben tomarse medidas en otros tramos de la educación, ya que, por ejemplo, el vínculo de las personas con la matemática se va generando desde la educación inicial. En esta línea, explicó que hay que pensar acciones para cambiar la visión que muchas personas tienen de la disciplina, que muchas veces genera temor o la sensación de dificultad. En ese plano, habló del componente de género que hace que sean pocas las mujeres que optan por carreras como Ingeniería, para lo que también deberían generarse estrategias que puedan revertir esta realidad. De nuevo, el decano insistió en la necesidad de generar planes de largo plazo. “No alcanza con decir: un año voy a reforzar matemática”, ilustró.