Las razones que tenían los ciudadanos rusos para contar con documentación uruguaya sigue siendo una incógnita. “No hemos podido determinar todos los motivos por los cuales esta gente quería tener documentación uruguaya”, reconoció la fiscal Gabriela Fossati en una audiencia realizada el viernes 14 de octubre, en el marco del llamado “caso Astesiano”.
Fossati, sin embargo, puso sobre la mesa ese día tres hipótesis: los casos más recientes pueden explicarse por la intención de escapar de la guerra, también es posible que se tramiten para obtener visas para Estados Unidos y Europa y, por último, posibles vínculos con la inteligencia rusa. En otras declaraciones públicas, la fiscal de Flagrancia habló de posibles líneas de investigación relacionadas con el lavado de activos. En este contexto, resulta difícil separar esa hipótesis de las sanciones económicas que Estados Unidos y la Unión Europea empezaron a aplicar a Rusia en 2014.
En el marco de la investigación de la Fiscalía han aparecido algunas cifras. A finales de octubre, la Cancillería inició una investigación administrativa para auditar los 174 pasaportes uruguayos que recibieron ciudadanos rusos desde 2014. De acuerdo a los datos que manejó en ese momento la cartera, 116 de esos documentos se tramitaron en el período 2017-2019.
En tanto, el gestor ruso Alexey Slivaev, uno de los primeros imputados, contó que administraba una página en Facebook que tenía 8.000 seguidores y que durante los últimos años mantuvo centenares de contactos con rusos interesados en acceder a la documentación. En una entrevista con El País desde la cárcel de Punta Rieles, publicada el 26 de octubre, Slivaev habló de “gente rusa” y “hackers” que “limpian dinero” desde Uruguay.
Mientras las preguntas generales sobre la operativa de los rusos se siguen tramitando a nivel judicial, una de las historias particulares relacionadas con el caso Astesiano se destacó por encima del resto.
Los nombres de Andrey Kashtanov y Olesia Dzhumelia se conocieron públicamente por primera vez por un tuit que publicó Antonio Ladra el jueves 6 de octubre. El periodista compartió un decreto oficial de junio de 2021, firmado por el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, que autorizaba el ingreso al país, en plena pandemia, de 43 personas, entre ellos los dos ciudadanos rusos.
Las peripecias de Olesia y Andrey en territorio uruguayo, sin embargo, son más interesantes que un trámite burocrático y tienen ingredientes propios, según una serie de notas que publicó la diaria en las semanas siguientes, mientras el caso Astesiano aumentaba su intensidad y generaba las primeras repercusiones políticas.
No sabemos dónde están hoy Olesia y Andrey, pero sí tenemos información sobre su paso por Uruguay.
Kashtanov y Dzhumelia se casaron en un supermercado del Chuy el 4 de mayo de 2022, a las 18.00.
Los dueños del supermercado Macro Frontera son Rafael Cardozo y su socio, Alejandro Bobadilla. Conocieron a la pareja por Fedor Bogorodskiy, un empresario que vive hace quince años en Uruguay. En la boda fue testigo y traductor. Los rusos tenían intenciones de comprar el supermercado, pero el negocio no se concretó.
Bogorodskiy está dedicado al negocio de las criptomonedas, maneja contactos de alto nivel con el gobierno de Venezuela y actualmente tiene vínculos con el Grupo R Multimedio, según informó Búsqueda.
En la boda participó el alcalde del Chuy, Eduardo Calabuig. Su esposa es prima de Rafael Cardozo. Ambos pertenecen al Partido Colorado.
El edicto matrimonial se publicó el 19 de abril en un periódico de Rocha, cuando todavía no habían llegado al país. Los rusos declaran estar viviendo en la calle Mauro Silva 308 del Chuy, que es la dirección de la casa de la madre de Cardozo.
Un hermano de Cardozo es mencionado en dos chats de Astesiano. “Hola Alejandro. Hoy está en condiciones de empezar a trabajar Cardozo, el de la Intendencia que le habías gestionado para Chuy”, le escribió un contacto, agendado como Andrés Méndez. En otro chat con un funcionario de Migraciones, Astesiano habla de esa gestión: “No lo conozco, me pidió un amigo y lo metí”.
En el edicto matrimonial Kashtanov, de 55 años, se presenta como “doctor en leyes”, mientras que Dzhumelia, de 40 años, dice ser economista.
El 4 de octubre de 2021, el escribano Álvaro Fernández recibió un mensaje de Astesiano con una foto de la cédula de ambos rusos. “¿Quiénes son?”, le preguntó Fernández. “Estos son los anteriores”, respondió Astesiano ese día, según consta en la carpeta judicial.
Las dos cédulas habían sido expedidas por la Dirección Nacional de Identificación Civil (DNIC) diez días antes, el 24 de setiembre, con una vigencia de dos años, hasta el 24 de setiembre de 2023.
Dzhumelia está vinculada a importantes empresas rusas dedicadas a la explotación de petróleo, metales preciosos, construcción, transporte y venta mayorista de productos químicos, entre otros rubros.
Kashtanov, en tanto, tuvo varias reuniones con empresarios uruguayos a mediados de 2021, en las que mostró interés por invertir en proyectos logísticos y portuarios. En esos encuentros, se presentaba como un coronel retirado que ahora estaba dedicado al mundo de los negocios.
La bancada de senadores del Frente Amplio (FA) analiza por estos días la respuesta de un pedido de acceso a la información pública sobre cómo ingresaron al país Olesia y Andrey en plena pandemia. Las copias con las actuaciones fueron entregadas el 14 de diciembre y llevan la firma del prosecretario de la Presidencia, Rodrigo Ferrés.
El proyecto de los rusos en la Hidrovía
Kashtanov y Dzhumelia querían hacer una inversión millonaria en logística portuaria en la zona de Martín Chico, frente a la isla Martín Garcia, en el departamento de Colonia. El proyecto quedó plasmado en la firma de un NDA (non-disclosure agreement, documento de confidencialidad que se elabora antes de realizar una inversión o acuerdo económico) entre la firma uruguaya Ahuelic, representada por el empresario de la construcción Alejandro Chertkoff, y la rusa UECC Export, a nombre de Zakerov Ildar Abdullovich, socio de Dzhumelia en varios negocios.
El documento confidencial, al que accedió la diaria, se firmó el 21 de agosto de 2021 y menciona la puesta en marcha de un proyecto bautizado como PHH: sigla de Puerto Hub de la Hidrovía.
En una entrevista con la diaria Chertkoff contó que conoció a la pareja de rusos en un almuerzo de tres horas que tuvieron a finales de julio de ese año en Montevideo, en el que participó otro uruguayo. Tras esa reunión, avanzaron en los detalles por correo electrónico y un mes después firmaron el NDA. Los rusos se comprometieron a mandar nueva información para seguir adelante con el proyecto, pero nunca lo hicieron, afirma Chertkoff.
Los rusos, según dijo, tenían el perfil adecuado para una inversión de este tipo, valuada en unos 200 millones de dólares: las empresas que representaban existían y en sus sitios web había referencias a negocios en el rubro portuario.
El empresario uruguayo no tuvo más contacto con los rusos y no sabe dónde están actualmente. Chertkoff volvió a saber de ellos recién cuando sus nombres aparecieran vinculados al caso Astesiano, en particular por su casamiento en el Chuy.
Martín Chico, el lugar donde tenían previsto hacer la inversión, es un lugar estratégico en la Hidrovía, tanto para el comercio marítimo como para el contrabando y el narcotráfico. Como en muchos otros lugares, estas rutas que se utilizaron durante décadas para el contrabando de whisky y cigarrillos empezaron a ser aprovechadas para el tráfico de drogas.