No hace falta atravesar un año electoral para debatir sobre la necesidad de que haya más participación de las mujeres en los espacios de representación política. Pese a que Uruguay fue declarado como la democracia plena más avanzada de América Latina y el Caribe, a que eligió por primera vez a una vicepresidenta mujer e, incluso, a que aprobó una ley de cuotas hace más de una década, sigue siendo uno de los países más rezagados en la materia.

Uno de los escenarios más desiguales se da en el Parlamento, donde la representación femenina no alcanza ni siquiera el tercio: tras las elecciones de 2019, la presencia de mujeres en las dos cámaras apenas rondaba el 21% y aumentó a poco más de 24% luego de las elecciones departamentales, en las que algunos diputados o senadores que resultaron electos intendentes fueron sustituidos por mujeres. Así las cosas, Uruguay ocupa el lugar 90 en la Clasificación Mundial de Mujeres en el Parlamento, elaborada por la Unión Interparlamentaria y ONU Mujeres. La lista incluye 193 países.

Desde hace algunos años, legisladoras de distintos partidos, organizaciones de la sociedad civil y especialistas insisten en que la clave es dar un paso más allá de las cuotas y avanzar directamente hacia la paridad de género. Con ese espíritu, dos proyectos de ley de ingresaron al Parlamento este año. La diputada Fátima Barruta, del Partido Colorado (PC), presentó a fines de febrero la iniciativa “Paridad de género”. Unos días después, el 9 de marzo, la senadora Gloria Rodríguez, del Partido Nacional (PN), ingresó el proyecto “Participación política paritaria de personas de ambos sexos en la integración de los órganos electivos nacionales, departamentales, municipales, de dirección de los partidos políticos y en el Parlamento del Mercosur”.

Los dos proyectos están actualmente a estudio: el primero, en la Comisión Especial de Equidad y Género de la Cámara de Representantes; el segundo, en la Comisión Especial de Derechos Humanos, Equidad y Género del Senado.

¿Qué propone cada uno? ¿Cuáles son las similitudes entre ambas propuestas? ¿Y cuáles las diferencias? ¿En qué sentido podrían revertir los sesgos actuales? ¿Cuál sería el impacto real en la representación? Estas preguntas sirvieron de puntapié inicial para una actividad virtual que organizó ONU Mujeres en el marco del ciclo Hacia una democracia paritaria en Uruguay, en el que las legisladoras Rodríguez y Barruta tuvieron la oportunidad de presentar sus respectivas iniciativas. Los dos proyectos, además, fueron analizados por la politóloga especializada en género Niki Johnson, docente y coordinadora del Centro de Estudios Multidisciplinarios Feministas de la Universidad de la República.

Barruta: “No hay democracia plena si no hay paridad”

El proyecto de ley de la diputada colorada parte de una definición de paridad de género entendida como “la utilización de igual número de mujeres y de hombres intercaladamente entre ambos géneros en forma alterna y sucesivamente entre los candidatos que se postulen en las distintas listas, nóminas, registros, etc. utilizadas en el acceso a puestos de representación política”, según se lee en el texto.

Barruta explicó que propone la modificación de la ley de cuotas aprobada en 2009 con base en tres criterios principales. Uno es el de la paridad de género en las listas, que establece que las listas presentadas a las juntas electorales departamentales para las elecciones a la Cámara de Representantes y al Senado “deben incluir igual número de hombres y de mujeres intercaladamente entre ambos géneros”. El otro es el de la suplencia del mismo género, que define que quienes integran las dos cámaras del Parlamento sólo podrán tener suplentes del mismo género, de forma que ante una eventual renuncia –por ejemplo– no se altere la paridad.

El tercer criterio, que la diputada considera el más novedoso, tiene que ver con la proclamación paritaria por departamento por parte de la Corte Electoral. Es decir, que en todos los departamentos del país se proclamen diputadas y diputados con igual número de mujeres y varones. En aquellos departamentos en los que el número de diputados a proclamar sea impar, dice el texto, “no podrá resultar una diferencia superior a uno, entre mujeres y hombres”. En los departamentos que no cumplan el criterio de la paridad, agrega la iniciativa, el incumplimiento deberá ser “subsanado” al momento de la proclamación, “mediante la renuncia de aquellos titulares electos que no cumplan con la secuencia y alternancia de género; quedando en su lugar aquel candidato titular de su lista que sí lo cumpla”. Para Barruta, este criterio implica que “no tenga que ser sólo Montevideo quien pague la cuota, como ocurre en la actualidad”.

La diputada dijo que, mientras no se alcance “una democracia representativa a cabalidad”, seguirá habiendo “un sesgo de discriminación sexista que pone en entredicho la representatividad tradicional”. “Es en el desequilibrio de participación y en la falta de igualdad formal y real entre mujeres y hombres en la toma de decisiones, donde, en algunas áreas, Uruguay no está a la altura de las circunstancias”, enfatizó. Y concluyó: “No hay democracia plena si no hay paridad, porque no hay futuro sin mujeres”.

Rodríguez: “Se trata de mejorar la democracia”

Por su parte, la propuesta de la senadora nacionalista plantea “avanzar conceptualmente” de la “participación equitativa” de mujeres y varones en los cargos de representación política y de gobierno –como establece el sistema de cuotas vigente– a la “participación política paritaria”. Esto, en los hechos, implicaría la sustitución en las listas del sistema de ternas consecutivas de candidatos integradas por mujeres y varones, por el sistema paritario de ordenación alternada y secuencial de personas de ambos géneros en cada lista, tanto de titulares como de suplentes.

Rodríguez resaltó como un aspecto novedoso la incorporación de la regulación del régimen de suplencias o vacancias. Al respecto, explicó que la iniciativa comprende las vacancias voluntarias y las no voluntarias, “por lo que quedan comprendidos los casos como el fallecimiento, la incapacidad y la destitución del titular, y toda otra situación que genere una vacancia definitiva”. La senadora aclaró que “no se trata de sacar a todos los hombres y, en su lugar, poner mujeres”, sino que se plantea la paridad para “superar la subrepresentación, que hoy en particular es del sexo femenino, en los principales órganos de decisión política”.

La legisladora del PN reconoció que la ley de cuotas “representó una base muy importante para la democracia uruguaya”, pero dijo que luego de más de diez años de vigencia, y pese a su reforma, “ya no es suficiente”. “Hay que dar un paso más y ese paso más es la paridad”, afirmó. “No se trata de una acción afirmativa”, sino “de mejorar la democracia”, señaló, y agregó que Uruguay “no puede permitirse, al momento de integrar sus principales órganos de representación y de gobierno, tener registros cuantitativos que permanezcan tan alejados de la realidad demográfica, como sucede en la actualidad”.

Los límites de las cuotas

La politóloga Niki Johnson analizó primero cuáles han sido los obstáculos que han impedido que las cuotas funcionaran de manera más efectiva. En ese sentido, dijo que estudios realizados por el Área de Política, Género y Diversidad del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales revelan que los factores que limitan la efectividad tienen que ver con cómo la aplican los partidos. Explicó: “Aunque no es lo que dice la ley, en los discursos y en la práctica, los que definen el armado de las listas entienden que el tercer lugar de cada terna es ‘el lugar de la mujer’, y que las mujeres sean ubicadas automáticamente en el tercer lugar reduce la efectividad la ley”. Otro factor es que rara vez las listas son encabezadas por mujeres.

Por otra parte, Johnson dijo que el hecho de que mujeres titulares hayan renunciado a sus bancas a favor de sus suplentes que eran hombres también tuvo un “efecto limitante” para la efectividad de la ley. De todas formas, reconoció que las suplencias han sido una vía de ingreso para las mujeres, por ejemplo, en los casos en los que varones que salen electos al Parlamento después se postulan a las intendencias y tienen que abandonar el escaño.

Pero para la especialista, estos factores, por sí solos, no tendrían un efecto limitante si no fuera por las características propias del sistema electoral y de partidos uruguayo. “Por un lado, tenemos en el Parlamento dos distritos grandes, que son Montevideo con 40 bancas en Diputados y el Senado con 30; después un distrito mediano que es Canelones, con 15 bancas y el resto, en su mayoría, tiene dos o tres bancas solamente. A su vez, hay un alto índice de fraccionalización de los partidos: con el doble voto simultáneo votamos por un partido pero, dentro de ese partido, votamos también por una lista. El resultado es que, en general, muchas listas ganan pocas bancas”, explicó. Si eso se combina con el hecho de que las mujeres suelen ser ubicadas en el tercer lugar de la terna, esto hace que las bancas que ganan una o dos listas no sean impactadas por la cuota.

A eso se suma que “todavía, dentro de la mayoría de los sectores partidarios uruguayos, existe una suerte de control de parte de monopolios masculinos de poder, que tienen el poder sobre el proceso de selección de candidaturas en el armado de las listas”.

Un análisis de los proyectos

A la hora de comparar los dos proyectos de ley presentados, Johnson resaltó como primera similitud que ambos proponen la aplicación de la paridad en todas las instancias electorales: elecciones nacionales, departamentales y municipales. También incluyen las elecciones de primer y segundo grado para las direcciones partidarias. Además, los dos establecen la paridad vertical alternada y secuencial, es decir, que los lugares en las listas no se toman de a dos, sino que deban alternarse.

Con respecto a las suplencias, los dos proyectos varían. El de la senadora Rodríguez establece que, cuando la vacancia es definitiva, debe ser sustituida por una persona del grupo subrepresentado, que actualmente es el de las mujeres. “Si un hombre renuncia a su banca, con el actual escenario, está bien que lo reemplace una mujer porque se acerca más a la paridad. No obstante, si renuncia una mujer a la banca, debe ser sustituida por otra mujer para no aumentar la brecha entre hombres y mujeres”, explicó Johnson.

En cambio, el proyecto de ley presentado por la diputada Barruta no hace esta distinción, sino que establece que quien asume la suplencia debe ser del mismo sexo que el titular en todos los casos. Aunque no hace esta estipulación, lo que sí incluye, que no aparece en el proyecto de Rodríguez, es la paridad de resultados, aplicada a la Cámara de Representantes. “Es decir, no solamente debe haber paridad aplicada a las listas que compiten para los distritos de la Cámara de Representantes, sino que en la proclamación de los resultados debe haber paridad. Esto, de alguna manera, hace que se llegue más cerca de la paridad”, señaló la politóloga.

Johnson mostró una simulación de cuál sería el panorama si se aplicara cualquiera de estos dos proyectos a los resultados de las últimas elecciones. Si bien en los dos casos aumentaría la cantidad de mujeres en el Parlamento, hay una diferencia considerable en términos de cantidad. En el Senado, donde hasta ahora la cuota ha tenido mayor impacto, es donde se registraría un menor aumento, de ocho a 11 mujeres, en un total de 30, por lo que se alcanzaría poco más de un tercio de representación.

En el caso de la Cámara de Representantes, la diferencia es mayor y varía según el proyecto. “La simulación se hace manteniendo a las mujeres que fueron electas en el lugar en el que fueron electas. Lo que se hace es aplicar la simulación a las partes en las que no aparecen candidatas mujeres donde deberían aparecer. Es decir, si una mujer encabeza una lista, no la bajamos al lugar dos, pero en las listas plurinominales entendemos que, si está liderada por un hombre, sería liderada por un hombre, entonces la alternancia secuencial sería hombre-mujer, hombre-mujer”, explicó Johnson.

Lo que muestra el simulacro es que, en el caso del proyecto de Rodríguez, no hay impacto en los distritos chicos del interior, que no tuvieron ninguna mujer electa. Esto es porque en esos casos cada lista gana una sola banca, entonces “si no hay ninguna estipulación respecto de ubicar a mujeres en el primer lugar de la lista, no va a tener un impacto”. En cambio, la iniciativa de Barruta plantea que, si se ganan dos bancas, la proclamación tiene que ser para un hombre y una mujer. Por lo tanto, estos distritos chicos del interior tendrían que sumar más mujeres. Como resultado, si se aplicara el proyecto de Rodríguez habría 37 mujeres en las dos cámaras del Parlamento y, con el de Barruta, serían 56.