“Domingo, doce y algo del mediodía. Recién me levantaba porque estoy de licencia. Estábamos aprontando las cosas para desayunar con mi hijo, en la mesa de afuera, y de repente siento ¡rum! [imita el sonido de un auto que llega rápido]. Cuando levanto la mirada, enseguida, ¡pla, pla! [imita el sonido de los disparos], y siento que la vecina grita ‘¡pará, no tirés!’”. De este modo, Lorena (nombre ficticio) relata lo que vivió el domingo 21 de febrero, cuando un procedimiento policial en las inmediaciones de su casa, en Malvín Norte, terminó con un enfrentamiento entre policías y vecinos y cuatro personas lesionadas con perdigones.
Lorena recibió el impacto de un perdigón en la pierna derecha. Mientras conversa con la diaria está sentada en la misma mesa donde estaba aquel domingo, pero ahora tiene el muslo vendado y muletas a su lado, que la ayudan a moverse sin tener que apoyar el pie en el suelo. Su hijo, Nicolás (nombre ficticio), toma un refresco y mira a los visitantes con curiosidad. “Nico quedó triste. Cuando vio el video tiró el teléfono y se puso a llorar”, cuenta Lorena. Se refiere a uno de los videos que circuló en redes sociales el mismo día, en que se ve parte de los incidentes.
La versión del Ministerio del Interior (MI) es que el hecho se produjo durante la persecución de un sospechoso de hurto, a partir de la denuncia de un robo cometido en la intersección de Hipólito Yrigoyen y Arcos Ferrand. Según fuentes oficiales, cuando el patrullero llegó a la zona del asentamiento Aquiles Lanza, vecinos comenzaron a arrojar piedras al móvil policial y una persona le arrebató el teléfono a uno de los efectivos, ante lo cual estos respondieron con disparos de perdigones. El MI informó que inició una investigación administrativa para conocer las circunstancias del hecho y cuenta con material fílmico del operativo.
Lorena dice que salió de su casa cuando escuchó los disparos y a su vecina advertir que había niños jugando. “Salgo por el portón y les digo ‘pará, así no, despacio, que puede haber menores’”, dice. “Métanse para adentro, manga de mugrientas, negras de mierda”, respondió uno de los funcionarios, según recuerdan Lorena, su vecina Tatiana y su mamá (nombres ficticios), Claudia (nombre ficticio). “Le dije ‘no vengas de vivo acá; porque viva en un cante vos no tenés que entrar de vivo’. Yo entiendo el procedimiento policial, pero de vivos no, y más si hay nenes jugando. Esta es una calle cerrada y acá los dejamos libres a los chiquilines porque no pasa nada”, continúa Lorena, que cada tanto se acomoda el vendaje que le cambiaron ese mismo día.
La joven le pidió el rango policial, el número de móvil y la matrícula a uno de los efectivos. “Andá a aprender a leer”, le respondió el funcionario. Este intercambio quedó registrado en un segundo video. “Le dije que yo tengo los mismos derechos que él, que no me tiene que denigrar como persona. Me dio tremenda bronca, porque él no tiene idea de mi vida o de mi historia. Sin ser despectiva con nadie, que yo viva acá no quiere decir que no sepa leer o lo que sea, porque acá ella [señala a una vecina] trabaja en un emprendimiento, yo trabajo en casas de familia, los muchachos del fondo van a la feria”, expresó. “Lamentablemente no podemos salir de este lugar y tenemos que vivir acá. Él no sabe el esfuerzo que hacemos nosotros, la vida que llevamos y lo que cargamos en la espalda”, afirmó.
Tatiana se sumó unos minutos más tarde a la conversación. Cuenta que el día de los incidentes estaba terminando de desayunar y salía de su casa a colgar la ropa lavada, cuando vio llegar al primer móvil. Dice que “ellos siempre bajan como si fuera una pista”. “En eso escucho cuatro o cinco tiros, me acerco y les digo ‘¿cómo van a tirar tiros, que si hay un niño ahí lo matan?’. En eso sale Lorena y les dice que cómo van a tirar tiros para las casas de un vecino. ¿Y si había niños jugando en los patios?”, narra. Según su percepción, a uno de los efectivos en particular se lo veía “muy exasperado”. También recuerda que Lorena le pidió el rango policial, y cuando fue para adentro a buscar papel y lápiz para anotar, el hombre le contestó “aprendé a leer”.
“¿Negra fue que te dijo?”, le pregunta Tatiana a Lorena. “Sí, negra de mierda”, respondió ella. “Si a [Edinson] Cavani lo dejaron sin partidos por decir ‘negrito’, a este le tendrían que haber hecho algo”, reflexionó Tatiana, que fue quien filmó uno de los videos. A la discusión, que fue subiendo de tono, se sumaron cada vez más vecinos, familiares y conocidos de la zona, y pronto llegó un segundo patrullero. “Ahí es cuando viene la otra botona, que se bajó a los palos y empujó a mi madre. Y ahí es cuando el milico pelado alto aprovecha la situación para tirarme a quemarropa”, relata Lorena. Afirma que no hubo pedradas ni advertencia de los policías de que iban a disparar.
Cuando recuerda el momento del disparo, Lorena hace un gesto de dolor. Dice que hasta ese momento pensó que iba a terminar detenida y no con un tiro en la pierna. Sostiene que es la primera vez que vivió algo así. “Si bien uno sabe que acá en el barrio andan a los tiros, cuando es personal es distinto. Yo sentía que me iban a cortar la pierna, sentí que se me terminaba el mundo. Es feo el momento de sentir el impacto y saber que fue con rabia. Porque ¿y si es una de verdad? ¿Y si me parte el hueso, como me dijo el cirujano?”, reflexiona.
Cecilia tiene las marcas de cinco perdigones en el brazo, cerca del hombro, en forma de círculo, y un hematoma que se extiende desde el hombro hasta llegar casi al codo. Cuando comenzó todo estaba mirando televisión. “Nunca había vivido algo así. Fue horrible”, confiesa. A pesar de las heridas, la mujer hace énfasis en la “discriminación” que sufrieron por parte de uno de los policías. “‘Vayan a aprender a leer’; ‘negras’; ‘báñense’; un montón de cosas dijo, también sobre el lugar en que vivimos. Nos insultó mal, de verdad”, afirma. También critica que no hayan prestado asistencia a las personas que quedaron lesionadas.
“Yo sólo me acuerdo de que un policía me invitó a pelear”, dice María (nombre ficticio), una adolescente de 13 años que vive en el barrio. Dice que se interpuso entre uno de los efectivos y otras de las mujeres que estaban en el enfrentamiento. “Ella estaba con el bebé a upa”, dice María, y señala a Tatiana. “Pasa que acá vos tocás a uno y salen todos, que son unos cuantos. Pueden estar peleados y ni hablarse por días, pero si le pasa algo a uno, están todos”, apunta Tatiana. “Es verdad, yo no sé en qué momento vinieron, pero de repente estaba toda mi familia alrededor mío”, agrega Lorena.
Ninguna recuerda haber visto al ladrón, ni el celular arrebatado. “Lo del celular nos enteramos de noche”, dice Cecilia. “Había mucha gente alrededor, mirando, vaya a saber... [Quizá] alguien en el momento aprovechó. No sabemos cómo fue. Pero ellos saben que no fuimos nosotros”, asegura la mujer.
Inddhh prepara un documento sobre el uso de la fuerza policial
Hasta el momento, ninguna de las mujeres lesionadas presentó una denuncia policial, pero analizan radicar una denuncia ante la Institución Nacional de Derechos Humanos (Inddhh), probablemente esta semana. Aparte de ellas tres, un adolescente recibió perdigones en el tórax. “Estamos atemorizados”, afirma Lorena. Dice que la noche del domingo su familia se acostó pensando que al otro día los iban a “levantar a las patadas”, y considera que esto no sucedió por la notoriedad pública que tomó el caso. “Y olvidate de llamarlos si el día de mañana nos pasa algo”, acota Tatiana. “Estamos atemorizados por la represalia que puedan tomar hacia nosotros. Porque ahora no nos van a tocar, pero no vamos a poder volver a llamarlos. O no van a venir, o van a venir y nos van a decir de todo”, agrega.
Para Lorena, este episodio demuestra que “a veces” los policías actúan mal, y agrega que “errar es humano”. Y ahora espera que no haya “más violencia”. “Que el policía respete a la mujer, ante todo. No por la clase social o el lugar en que vivas tenés que ser despectivo”, apunta. “Y tenemos los mismos derechos. En Carrasco no van y hacen estas cosas, ni en Pocitos ni en Punta Gorda. ¿Acá por qué tienen que hacerlo, porque vivimos en un cante? ¿Porque la intendencia nos dejó un poco de lado? Nosotros tratamos de arreglar la casa y tenerla arregladita para no ser un cante, para que no nos digan que vivimos en un cante, como nos dijeron en las redes”, apunta Tatiana.
La Inddhh comenzó una investigación de oficio el martes, y está elaborando un “informe temático general” sobre el “estado del uso de la fuerza por parte de la Policía, tanto de la fuerza letal como la no letal”, según informó a la diaria el director de la institución, Juan Faroppa. El documento trasciende este caso concreto y tiene el objetivo de “hacer recomendaciones y establecer parámetros para que se puedan desarrollar las intervenciones policiales que deben desarrollarse en el marco del Estado de derecho, cumpliendo con las normas aplicables”.
Faroppa explicó que la decisión de elaborar este informe responde a que se está “observando cierta naturalización en el tratamiento que se da de estos temas”, es decir, respecto del uso de escopetas de perdigones en operativos, y que “hay que tener en cuenta que la munición no letal debe usarse de acuerdo a protocolos, procedimientos determinados y en circunstancias estrictamente justificadas, no en cualquier caso”. Asimismo, se incluirá en el documento el abordaje de la munición letal “porque también se advierte, sin hacer ningún juicio de valor, que en otros casos, de acuerdo al relevamiento que estamos haciendo, la Policía está utilizando munición letal”.
“Nos interesaría que el documento sirviera como una propuesta para facilitar el debate, la discusión, los puntos de vista contrarios sobre el tema; que se problematice algo que a nuestro entender se está dando como natural o que no debe ser cuestionado, y es complicado”, reflexionó el abogado. En tanto, para este caso concreto, la investigación se está basando en entrevistas con testigos de los hechos e información que se solicitó al MI respecto del procedimiento; el MI hasta el momento no ha respondido, “pero está en plazo para hacerlo”, señaló.
Faroppa explicó que la Inddhh puede intervenir en el asunto mientras que no se judicialice, esto es, mientras que no intervenga el Poder Judicial. Es decir que la participación de la Fiscalía no altera el curso de la investigación de la institución, indicó Faroppa. “El caso se judicializa en el momento en que la Fiscalía formaliza a las personas y solicita la intervención del juez. Mientras tanto podemos seguir actuando”, señaló. Según supo la diaria con base en fuentes de Fiscalía, hasta el momento la fiscal del caso, Andrea Naupp, no recibió ninguna denuncia por lesiones, pese a lo cual la Fiscalía está actuando de oficio y está indagando todo el procedimiento.