Antes de la pandemia, Los Lobos era un grupo de sicarios que prestaba sus servicios a otras organizaciones criminales dedicadas al tráfico global de drogas; pero, cinco años después, se han convertido en la estructura delictiva de mayor crecimiento transnacional de Ecuador en América Latina. Su presencia alcanza a varias regiones de Perú, Colombia y Chile.
Una investigación de la Red Transfronteriza de Ojo Público y Código Vidrio, en Ecuador, identifica que esta organización, asociada con el cártel mexicano Jalisco Nueva Generación de México, tiene el control en el 75% de las provincias de Ecuador y ha extendido su influencia hacia las zonas limítrofes con Colombia (Nariño y Putumayo) y Perú (Tumbes y Piura).
Un documento de inteligencia, de fines de noviembre, al que esta investigación tuvo acceso confirma el nivel de expansión de este grupo: opera en 18 de las 24 provincias de Ecuador.
Es uno de los aproximadamente 12 grupos armados ilegales que operan en Ecuador, pero es el más relevante por el amplio control territorial que ejerce de las rutas para el tráfico de cocaína y otros insumos ilegales, y por su dominio en zonas de extracción ilegal de oro. Fuentes de inteligencia militar entrevistadas para este reportaje coinciden en señalar que Los Lobos está integrado actualmente por más de 10.000 personas.
La experta en criminalística Alexandra Mantilla coincide con estos cálculos militares. Hacia 2021, cuando “estaban en franco crecimiento, se estimaba que sus miembros eran 7.000; pero tres años más tarde, estimo que hay de 10.000 a 12.000 personas”, explica Mantilla, con base en el análisis que ha hecho sobre las acciones de violencia realizadas por esta organización.
El 6 de junio, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos señaló a Los Lobos como “la organización de narcotráfico más grande de Ecuador”. La otra banda reconocida como de las más relevantes por el gobierno estadounidense es Los Choneros, respaldada por el cártel de Sinaloa, también de México. En sus inicios, Los Lobos trabajaban para Los Choneros.
El gobierno estadounidense informó que el conjunto de propiedades y bienes vinculados a integrantes y familiares de Los Lobos que se encuentren en Estados Unidos o en posesión o control de ciudadanos de Estados Unidos serán bloqueados y reportados a la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés).
Una rápida expansión
La estructura criminal de Los Lobos se especializó inicialmente en extorsiones y secuestros. Luego de las masacres carcelarias entre 2021 y 2022, que dejaron más de 400 internos muertos en Ecuador, el gobierno separó a los líderes de los grupos criminales en distintas prisiones.
Esto ocasionó la dispersión de los miembros de Los Lobos hacia diferentes provincias del país. “La respuesta del gobierno coadyuvó la expansión de sus operaciones hacia Imbabura, Pichincha, Chimborazo, Los Ríos, Napo, Santo Domingo de los Tsáchilas, Santa Elena, El Oro, Azuay y Loja”, cita un informe policial al que accedimos para esta investigación.
Al norte de Ecuador, en las provincias de Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos, sus miembros se especializaron en la extorsión a mineros ilegales y desplazaron al frente Oliver Sinisterra, disidente de las FARC, que operaba en la ciudad de la Merced de Buenos Aires (provincia de Imbabura).
Por el centro y sur del país, Los Lobos se extendieron en las provincias mineras de Azuay y en El Oro, que limita con Perú. Desde 2022, en el cantón Ponce Enríquez se dedican a la explotación ilegal de oro, donde controlan alrededor de 20 minas, a través de operadores llamados “sableros”.
Ponce Enríquez cobró gran relevancia en los últimos años porque se convirtió en una fuente permanente de millonarios ingresos para este grupo criminal. La organización delictiva rápidamente aprendió la dinámica de toda la cadena de extracción y comercialización del oro, desde la extracción hasta el procesamiento y la exportación hacia mercados internacionales.
Los Lobos, que sólo estaban vinculados al tráfico de drogas, encontraron en el negocio del oro la mejor manera de invertir y lavar sus activos.
Su avance hacia el lado peruano obedece, según los reportes policiales de Ecuador, a dos dinámicas: el tráfico de armas que ingresa desde Perú y el control de la minería ilegal de oro para luego exportar el mineral desde Ecuador, por sus facilidades e inexistentes controles cruzados.
“La deficiencia en los controles fronterizos, pasos ilegales o irregulares en las fronteras de Ecuador ha permitido el paso de armas y municiones. La puerta principal del tráfico de armas es la frontera sur [de Ecuador], por uno de los 80 pasos irregulares detectados”, señala un informe de Inteligencia.
Pero este avance territorial de Los Lobos no se realiza necesariamente de manera violenta. Pablo Zeballos, investigador y autor del libro Un virus entre las sombras, la expansión del crimen organizado y el narcotráfico en Chile, sostiene que “en el norte del Perú, hay indicios de vínculos entre Los Lobos y el Tren de Aragua, dos organizaciones emergentes que debieran estar en pugna pero en esta zona las vemos en acción coordinada”.
En su publicación recogió testimonios de diversos actores que explican la relación entre ambas estructuras criminales. En zonas donde hay pugnas por el control territorial, como las áreas de explotación de minería ilegal, “hay posibles acuerdos para beneficio mutuo”. Pero, advierte, las asociaciones entre organizaciones delictivas suelen ser temporales y frágiles.
Los Lobos, según el investigador, tienen en común con el Tren de Aragua su vocación transnacional, su crecimiento exponencial y sus incursiones en actividades de minería ilegal.
Las huellas de esta alianza también son visibles en las celdas de la cárcel Turi, en Cuenca. En esas paredes hay esbozos con símbolos que, según los expertos, son más que sólo dibujos.
Un policía identificó el signo de los dedos de la mano que simula un lobo, característico del grupo criminal, con una bandera de Venezuela en la muñeca. Un oficial encargado del análisis del avance criminal cree que este signo puede ser una expresión más de la alianza entre Los Lobos y el Tren de Aragua.
Pese a las coincidencias e intereses económicos comunes, ambos grupos tienen una diferencia en la relación de sus miembros. Los Lobos, a diferencia del Tren de Aragua, son una estructura militarizada, con niveles de disciplina jerarquizados. En este sentido son más parecidos a Los Zetas, derivados de grupos armados de élite de México, dicen los oficiales ecuatorianos.
El investigador Pablo Zeballos señala que los miembros de estos grupos no le tienen miedo a la muerte y no temen ir a la cárcel, porque esta se convirtió en su gran centro de operaciones. Esto, según Zeballos, explica su capacidad para reclutar a jóvenes, muchos de ellos menores de edad.
Resalta que es necesario prestar mayor atención a la organización de estas nuevas superestructuras criminales. “Posiblemente hay liderazgos ocultos en Los Lobos que tienen formación paramilitar”. “Esa mutación hacia una estructura de corte militar también se evidencia en su jerga: sus cabecillas piden que sus subordinados los llamen comandantes”, subraya el analista.
Detenciones en Perú y Chile
¿Hasta dónde llega la influencia actual de Los Lobos? El 22 de agosto, uno de los integrantes de Los Lobos, Wilson Cevallos Cruz, de 23 años, fue extraditado desde Santiago de Chile a Quito, por un proceso judicial que tenía pendiente en Ecuador y que concluyó con su condena por asesinato agravado.
Zeballos tiene dudas sobre la presencia de Cevallos en Chile. “¿Buscaba evadir la cárcel en Ecuador o estaba a cargo de una silenciosa expansión de sus actividades en Chile?”, se pregunta.
Wilson Cevallos asesinó en febrero de 2019 a un hombre por una deuda de diez dólares, en la zona El Recreo, de Durán, en la provincia costera de Guayas, según la investigación judicial en su contra.
Como la Justicia le seguía los pasos, se cambió de nombre y viajó por tierra hacia Perú y luego a Chile, donde se quedó. Vivía en la comuna La Cisterna, de Santiago, con un nombre falso: Enrique David Gamarra Cruz. Incluso, llegó a obtener un registro de identidad chileno.
En Chile viven sus familiares y entorno cercano. Al investigar sus redes familiares y sociales, las autoridades locales sospecharon que se trataba del prófugo ecuatoriano integrante de Los Lobos. Cuando adoptó su falsa identidad mantuvo el apellido materno, lo que permitió que las autoridades chilenas hicieran las conexiones que lo relacionaron con Los Lobos.
El cotejamiento de huellas dactilares, a través de la colaboración de las oficinas de Interpol, corroboró que se trataba del mismo hombre.
Pero no es un caso aislado. El 7 de noviembre de 2023, Carlos Fernando Castillo Procel fue detenido en la comuna de Independencia, en el área metropolitana de Santiago de Chile. Decía trabajar como barbero y peluquero, pero en Ecuador era una de las diez personas más buscadas por homicidio y sus vínculos con Los Lobos.
Según investigadores de la Policía ecuatoriana entrevistados para este reportaje, Chile es uno de los países que los integrantes de Los Lobos buscados por la Justicia han elegido para afincarse en su ruta de escape e influencia.
Pero no es el único. Una situación similar ocurre en Perú. En agosto de 2023, la Policía de este país detuvo al ecuatoriano Bryan Maza Pardo (25) en la provincia de Zarumilla (Tumbes). Según la información de la Policía peruana, Maza Pardo tenía planeado asesinar a un ciudadano peruano.
Un general de la Policía de Ecuador, que pidió no ser citado, recalcó que la colaboración con Interpol y la policía de Perú y Chile tiene como objetivo “golpear las estructuras y fuentes de financiamiento [de Los Lobos], e identificar sus contactos y operadores” en los tres países.
De los 7.181 operativos realizados por la Policía ecuatoriana en 2024 contra las organizaciones criminales, 1.181 han sido contra Los Lobos. En las redadas se incautaron 248 armas de fuego en poder de este grupo. En este mismo período la Policía registró 151 amenazas de atentados.
Varios cabecillas de Los Lobos han sido detenidos. Entre ellos, Carlos Angulo, alias Invisible, sentenciado como autor mediato del asesinato de Villavicencio; Fabricio Colón Pico, por amenazas contra la fiscal Diana Salazar, y Vicente Angulo, conocido como comandante Vicente, cabecilla de Los Lobos en el cantón minero Camilo Ponce Enríquez. Tras la captura de este último se desató una nueva guerra entre dos facciones que operan en ese cantón.
En las provincias amazónicas de Orellana, Sucumbíos y Napo, Los Lobos mantienen alianzas con el grupo armado de Colombia Comandos de la Frontera, una disidencia de las FARC. Así lo explicó el comandante del Ejército, Fernando Adatty, en una entrevista con OjoPúblico y Código Vidrio.
La minería ilegal, los laboratorios desmontables de pasta base de cocaína en plena selva y las plantaciones de hoja de coca son actividades en las que Los Lobos y Comandos de la Frontera colaboran en la frontera.
El 3 de abril de 2024, en un operativo contra la minería ilegal en el río Vicuna, provincia de Orellana, los militares ecuatorianos fueron recibidos a balazos por grupos ilegales armados. En el lugar se hallaron cinco retroexcavadoras y tres clasificadoras. Durante el enfrentamiento, uno de los atacantes murió. Entre los detenidos, había dos menores de edad, de 16 y 17 años.
Mientras en las fronteras impulsan las rutas del tráfico de drogas y la extracción ilegal del oro, y forman parte de la cadena de contrabando de armas, en las ciudades, como Quito, los miembros de Los Lobos se dedican al robo y a la extorsión.
Los orígenes
Los Lobos se formaron en la provincia de Azuay, al sur de Ecuador, en 2019, bajo el liderazgo de Wilmer Geovanny Chavarría Barre, conocido como Pipo o Tuerto (llamado así por la herida en el ojo que le causó uno de sus enemigos).
Al inicio, fueron parte de Los Choneros, la organización criminal vinculada al cártel mexicano de Sinaloa que dominó varias zonas de Ecuador hasta aproximadamente los primeros meses de la pandemia. Tras el asesinato de su líder (Jorge Luis Zambrano, conocido como Rasquiña), las bandas se dividieron e iniciaron una ola de violentos atentados.
Los informes policiales señalan que Wilmer Chavarría fortaleció los lazos e influencia de Los Lobos cuando estuvo preso en la cárcel de Turi, en Cuenca (Azuay).
La estrategia de Wilmer Chavarría consistió en mantener un perfil bajo y actuar en la sombra, explica un agente policial que, como los otros oficiales encargados de investigar estas organizaciones criminales en Ecuador, solicita no revelar su identidad por seguridad.
La información policial señala que Chavarría estuvo preso en 2010, pero que antes del inicio de la pandemia recuperó su libertad. Luego, durante un tiempo, se radicó en Santo Domingo de los Tsáchilas, una provincia del centro de Ecuador que, por su estratégica ubicación, es el corazón de varias rutas del narcotráfico, pues une los Andes con la costa.
El 23 de febrero de 2021, la familia de Chavarría registró su muerte por covid-19 en Ecuador, pero informes reservados de la Policía de este país presumen que el acta de defunción era falsa.
No era la primera vez que una persona investigada por la organización criminal fingía su muerte. Precisamente, el financista de Los Lobos, condenado por lavado de activos, Leandro Norero también simuló en 2021 su muerte para huir de la Justicia peruana que lo buscaba por narcotráfico.
Durante la pandemia, luego de falsificar un certificado de defunción, Norero volvió a Ecuador. En aquellos años, con los recursos financieros de la venta de cargamentos de cocaína, financió tres estructuras armadas ilegales en Ecuador; una de ellas fue Los Lobos. Norero, según la fuente policial, ayudó a Wilmer Chavarría a simular su muerte y a salir de la cárcel. Luego, según las mismas fuentes, Chavarría se hizo una cirugía estética para no ser reconocido.
Sin embargo, la relación entre ambos cambió cuando Norero comenzó a tener contacto con la banda rival Los Choneros. Por esta razón, en octubre de 2022, desde Europa, Chavarría habría ordenado el asesinato de Norero durante una masacre en la cárcel de Latacunga (en la provincia de Cotopaxi), donde también fueron asesinados otros 15 presos.
Norero fue una de las piezas clave para entender cómo opera el narcotráfico en la política de Ecuador. En el proceso judicial del caso conocido como Metástasis, que empezó en diciembre de 2023, a raíz de los mensajes de teléfono hallados en su celular, se conoció su influencia para excarcelar al exvicepresidente Jorge Glas (2013-2018) y el pago de sobornos a jueces. Glas, según reveló la fiscal general Diana Salazar, accedió a la libertad condicional, luego de que Norero sobornara a un juez con 250.000 dólares.
Los Lobos no son sólo la organización criminal más hegemónica en Ecuador, sino también una de las más violentas. Una de sus facciones, radicada al suroriente de Quito, fue la responsable del crimen del candidato presidencial Fernando Villavicencio, asesinado en agosto de 2023.
A cambio de ejecutar al político, el grupo criminal se iba a apropiar del mercado local de microtráfico de drogas en gran parte de Quito. Eso se lee en el proceso judicial contra cinco investigados por el asesinato del candidato presidencial. Todos los sicarios de Villavicencio fueron asesinados dentro de la cárcel, ocho semanas después del crimen.
Documentos de inteligencia confirman que la agrupación planificó inicialmente el asesinato del alcalde del cantón minero Ponce Enríquez, José Sánchez Reyes, quien empezó a ser incómodo cuando impulsó intervenciones de mayor impacto contra la minería ilegal con el apoyo de las Fuerzas Armadas y la Policía. En abril de 2024 fue acribillado a balazos.
Otra de las facciones de Los Lobos también habría amenazado de muerte a la fiscal general Diana Salazar y a su hija, menor de 12 años. Ese caso fue denunciado por Salazar, quien responsabilizó del plan a Fabricio Colón Pico, un integrante de Los Lobos preso en la cárcel La Roca, construida como un centro de máxima seguridad en Guayaquil.
Un refugio en Turquía
Desde 2022, el líder de Los Lobos ha ordenado los asesinatos de sus rivales para controlar las rutas del narcotráfico.
La investigadora Alexandra Mantilla, que ha analizado la personalidad de estos mandos criminales, explica que Chavarría “muestra una personalidad marcada hacia la manipulación estratégica y la capacidad para la violencia extrema. A lo largo de su trayectoria, ha demostrado ser metódico y calculador, con habilidad para formar acuerdos en el mundo del crimen organizado y la eliminación de sus rivales. En prisión utilizó su influencia para crear y fortalecer a Los Lobos”, sostiene.
Sin embargo, Mantilla advierte que Chavarría no es el mayor de los problemas. “Este grupo no improvisa, tiene una estructura bien marcada y otros líderes, ocultos, pueden estar en cualquier calle, actuando en forma invisible”, sostiene. Estas características y capacidad para establecer alianzas es uno de los atributos de Los Lobos: su sigilosa expansión hacia Perú, Colombia y Chile.
Un alto oficial de Ecuador que conversó con los reporteros de esta investigación periodística reveló que la institución policial ha solicitado a su par de Turquía, a través de Interpol, información sobre la posible presencia de Chavarría, porque sospechan que se encuentra en ese país, pero hasta el momento no hay resultados.
En los últimos años, Turquía se ha convertido en el refugio de algunos narcotraficantes que han huido de Ecuador. Dos operadores de la mafia albanesa, Dritan Rexhepi y Dritan Gjika, huyeron hacia ese destino.
El primero de ellos enviaba cargamentos de cocaína desde una cárcel ecuatoriana, y luego convenció a un juez para que lo liberara usando una de sus ocho identidades. El 10 de noviembre de 2023 los agentes de la Europol lo detuvieron en Estambul.
De Dritan Gjika los reportes periodísticos desde Albania sugieren que su último destino también fue Turquía. Aún no ha sido detenido, pero las investigaciones de la Justicia señalan que operaba desde Ecuador a través de una red de empresas de fachada y testaferros.
Este artículo fue publicado originalmente por Ojo Público y elaborado por la Red Investigativa Transfronteriza de ese medio en alianza con Código Vidrio y Vistazo.