Techo, una organización no gubernamental que desde 2003 trabaja en Uruguay en temas vinculados a vivienda y pobreza, divulgó este miércoles su informe “Impacto socioeconómico de la emergencia sanitaria por covid-19 en 55 asentamientos de Montevideo”, que a partir de los testimonios de vecinos y vecinas referentes de asentamientos de la capital aborda los principales impactos de la emergencia sanitaria en este tipo de urbanizaciones. El relevamiento se realizó entre mayo y junio de este año, y siguió la línea de los informes presentados en mayo de 2020 y en abril de 2021, con el fin de establecer tendencias.

El informe de la ONG señala un vuelco en las principales preocupaciones de los habitantes de los asentamientos montevideanos, que ya no pasan por la dimensión sanitaria, “latente” en 2020 y 2021, sino que se centran en las dificultades económicas y el acceso a la alimentación. “En el marco de una creciente preocupación por factores económicos, resolver el acceso a una alimentación adecuada se percibe como prioritario”, destaca la organización, y añade que en este sentido “resulta clave” el rol de los dispositivos solidarios como ollas populares y merenderos.

Sobre este punto, se resalta que “la mayoría de los dispositivos solidarios surgen a partir del inicio de la emergencia sanitaria”, pero “meses después de finalizada, los merenderos y ollas populares siguen jugando un rol determinante para que muchas familias que viven en asentamientos puedan alimentarse”, y que “si bien estos dispositivos voluntarios y solidarios fueron respuesta ante un contexto de pandemia, es fundamental que hoy día sea el Estado quien brinde soluciones estructurales para reducir la emergencia alimentaria en asentamientos”.

Entre sus recomendaciones, Techo plantea la necesidad de “fortalecer el apoyo a merenderos y ollas populares que hoy en día garantizan la alimentación de familias que no pueden autoabastecerse de los alimentos necesarios para cubrir las tres comidas diarias”. Para la organización, “corresponde al Estado articular con estos dispositivos y reconocerles su relevancia como colectivos organizados y comunitarios basados en solidaridad y trabajo voluntario en los asentamientos”.

71% afirma que la emergencia alimentaria “se ha incrementado en los dos últimos años”

Mientras en el anterior relevamiento, de principios de 2021, a un año del comienzo de la pandemia, las y los referentes vecinales consultados por Techo manifestaban “altos niveles de preocupación” en cuanto a la situación sanitaria, “en 2022 la emergencia sanitaria convoca menores niveles de interés y preocupación entre pobladores: 43,1% indicaron ‘poca preocupación’, mientras que en 2021 fueron sólo 7% quienes eligieron esa respuesta y 87% dijeron estar bastante o muy preocupados”, señala el documento.

En contrapartida, el informe identifica una percepción generalizada entre los referentes barriales “de empeoramiento en la situación económica y laboral” en los asentamientos a partir de la pandemia, y entre las principales necesidades identificadas se resaltaron las “económicas y de acceso a bienes primarios”. “Alimentos”, con 42,1%, “Fuentes de empleo”, con 15,8%, y “Agua potable y saneamiento”, también con 15,8%, fueron las necesidades más mencionadas entre los vecinos.

71% de las fuentes consultadas aseguraron que la emergencia alimentaria “se ha incrementado en los dos últimos años”, destaca Techo, y “más de la mitad de las personas consultadas consideran que ninguna o pocas familias de los asentamientos donde viven pueden asegurar el acceso de sus integrantes a las tres comidas diarias”.

Más apoyo de la sociedad civil que del Estado: el rol “clave” de las ollas y merenderos

“Según lo percibido por referentes consultados, el apoyo recibido por la sociedad civil fue evaluado de mejor manera que el brindado por el Estado”, informa Techo, y aunque señala que “en ninguno de los dos casos existió una opinión que describiera muy positivamente la ayuda de ninguno de los dos sectores”, en un marco de “políticas sociales insuficientes” para garantizar el derecho a la alimentación, “en los dos últimos años han sido clave los mecanismos y acciones solidarias como ollas populares y merenderos”.

En los 55 asentamientos en los que se hizo el relevamiento se identificaron 23 ollas populares y 20 merenderos en funcionamiento durante el período analizado. “Si se comparan estos valores con los relevados por Techo en los dos años anteriores, se destaca que no ha habido cambios significativos en las cantidades de ollas y merenderos identificados durante los últimos años, lo cual se alínea con lo relevado por Solidaridad Uy en su informe ‘Situación de ollas y merenderos populares en Uruguay’”, sostiene el informe.

“79,2% de las ollas populares y 66,7% de los merenderos relevados funcionan desde marzo de 2020 –o en una fecha posterior–, lo cual permite interpretar su surgimiento como una respuesta a la emergencia alimentaria creciente desde el inicio de la pandemia”, y el hecho de que “muchas de ellas siguen en funcionamiento” pone en “evidencia” la “importancia que estas redes barriales aún tienen para mitigar la emergencia alimentaria, incluso luego de finalizada la emergencia sanitaria”.

En la misma línea, Techo indica que “a la fecha, la mayoría de las personas encuestadas manifestaron que los dispositivos solidarios existentes en sus barrios funcionan tres o más días a la semana (77,2% en el caso de ollas y 60,9% en el caso de merenderos), lo cual permite ver el rol clave que juegan estos dispositivos solidarios de alimentación para paliar la emergencia alimentaria en los asentamientos relevados”.

Crecimiento de los asentamientos

El informe de Techo también ahonda en la impresión que tienen los habitantes de los asentamientos sobre la cantidad de personas que viven en ellos. A partir de las consultas realizadas, concluye que “la percepción mayoritaria de las personas referentes es que los asentamientos donde viven han crecido en los últimos tres años”, y que particularmente “en este año existe una percepción más extendida de un aumento de familias en los barrios relevados”. “Mientras que a un año de iniciada la pandemia 48% de las personas consultadas entendían que su barrio había recibido nuevas personas, este número creció a 58% en el relevamiento de este año”.

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