“Leelo y pasalo”. La hoja de papel recorre buena parte de la explanada de OSE en un pasamanos aleatorio. Alguien recibe la carta, lee la consigna en la luz mortecina de las 18.00 de este viernes y se la pasa a una persona ajena a su círculo. “Nos autoconvocamos ciudadanos y ciudadanas de la región por quinto día consecutivo en rechazo total al abuso del gobierno sobre su pueblo”, comienza el texto, que toma la consigna -repetida en cánticos y carteles- “no es sequía, es saqueo”, la desarma y explica que si se permite “la mercantilización del agua, nos van a dejar secos”, y exige “la destitución de la directiva de OSE y la subvención del agua para hospitales y centros educativos por parte de las empresas que hacen usufructo de este recurso”. “Los cortes de calle y asambleas son sólo el comienzo de no tener en cuenta nuestros reclamos”, advierte.
Este viernes fue la quinta concentración autoconvocada en contra del aumento de la salinidad del agua, anunciada por OSE como medida para combatir el déficit hídrico que atraviesa el país desde hace tres años, aunque con más intensidad en el último trimestre. La medida despertó cuestionamientos en la oposición, el oficialismo y distintos colectivos y sindicatos; sin embargo, desde el gobierno se insiste en que era la única alternativa para sobrellevar la sequía.
Las movilizaciones fueron in crescendo. El lunes eran decenas de personas que a influjo de una convocatoria surgida de la música Sofía Álvez se concentraron frente al Ministerio de Salud Pública (MSP). El miércoles, frente al Palacio Legislativo, la convocatoria había crecido considerablemente, coincidieron personas consultadas por la diaria que asistieron toda la semana. El viernes, sin embargo, ya había bombos e instrumentos de viento, que hacían sonar Daniel -en la trompeta- e Inés -en el saxo-.
“Vimos la movida del lunes, estuvimos viniendo todos los días, nosotros tocamos juntos en un par de bandas y quisimos aportar; somos conocidos de quienes están con los tambores y quisimos estar”, explicó Daniel a la diaria. La convocatoria, si bien fue difundida por organizaciones como la Coordinación por el Agua, llegó por varios lados. Es difícil definir quién la organiza.
A Esteban Corrales, integrante de la Coordinadora Popular y Solidaria, le llegó por “un grupo familiar”. Al momento de hablar con la diaria, se encontraba en los márgenes del grueso de la gente, mientras los bombos, los instrumentos de viento y los bidones vacíos golpeados unos contra otros cortaban el tránsito en la esquina entreverada de la que salen disparadas Carlos Roxlo, Constituyente y José Enrique Rodó. “El agua es un recurso imprescindible para la vida de las personas, y que se juegue a la ruleta con eso en manos de gente incapaz e inescrupulosa está mal”, sentenció Corrales; el problema del agua “se sabía desde hacía tiempo que iba a pasar y no se tomaron las medidas necesarias”, aseguró.
El semáforo se puso en verde, pero los manifestantes no se movían. Tras unos cuantos minutos, algunos de los autos optaron por dar la vuelta -en una maniobra cuestionable- y tomar otra calle, aunque implicara hacer media cuadra en el sentido contrario. Poco después, una voz en el megáfono preguntó: “¿Nos vamos al MSP?”. La propuesta convenció y, así como se han organizado en los últimos cinco días, la masa comenzó a recorrer Carlos Roxlo entre los autos que, impávidos -no así sus conductores-, se dejaron recorrer por la gente.
Continúa siendo extraño, en un país de institucionalidades, que las sucedidas en los días de esta semana se trataran de instancias autoconvocadas, sin orgánica por detrás. Como lo describió Agustín, de 21 años, luego de recorrer 18 de Julio y parar frente al MSP, hoy parece que “hay luchas aisladas; en este momento están los gurises de secundaria en el Codicen, ayer en el Parlamento se aprobó la modificación a la negociación colectiva, y no estamos del todo organizados en este momento como para decir que es una misma lucha”. A él le llegó a través de una amiga y también a través de su familia.
Lo mismo le pasó a Julieta, también de 21 años. Se enteró de la primera convocatoria a través de amigas y de redes sociales, y entendió “que si no nos movemos nosotras, no se mueve nadie”. Cree que “al gobierno” tampoco le importa el agua “que toman los gurises en la escuela, la gente en los hospitales. Si no nos movemos nosotros, no se mueve nadie, insistió.
De repente, desde el centro de la ronda formada frente al MSP, comenzó el cántico de las mujeres que se ocupaban de los bombos: “El lunes nos vemos/ en casa presidencial/ 18.00 horas/ te vamos a esperar”. Y así, quedó hecha una nueva convocatoria.