El exdiputado del Partido Nacional (PN) Alfonso Lereté es uno de los tres candidatos que en las elecciones departamentales de mayo se presentarán bajo el lema Coalición Republicana (CR) en Canelones, con el objetivo de ganarle al único postulante del Frente Amplio (FA), Francisco Legnani –actual secretario general de la comuna canaria–, y así terminar con la hegemonía de dos décadas de gobiernos frenteamplistas. A Lereté, que integra el sector Aire Fresco (el de Álvaro Delgado y Luis Lacalle Pou), como candidatos lo acompañan el también blanco Sebastián Andújar (diputado por Canelones, de Alianza País) y el diputado del Partido Colorado (PC) –por el mismo departamento– Walter Cervini.

Lereté conversó con la diaria en una sala del anexo del Palacio Legislativo, luego de una conferencia de prensa en la que el sector D Centro oficializó su apoyo al candidato –que estaba dentro de lo previsible, dado que ese novel grupo blanco es muy afín al “delgadismo”–. El evento contó con la presencia de la fórmula nacionalista de la pasada elección nacional: Delgado y Valeria Ripoll, quien en la conferencia destacó que Lereté “trilla permanentemente todos los rincones del departamento”.

El candidato del sector Aire Fresco para Canelones iba a ser Leonardo Cipriani, el expresidente de la Administración de los Servicios de Salud del Estado, pero al final sos vos. ¿Cómo se llegó a esa decisión?

Cipriani tomó una decisión basada en tres factores que son muy humanos. El primero, familiar. El segundo, por una realidad económica, porque estaba muy pronto a que se le termine el subsidio y empezó a buscar trabajo, y quienes lo iban a contratar, muy naturalmente, le dijeron: “Mire, Cipriani, usted tiene un elevado perfil público, si va a mantener ese perfil, es muy difícil que lo podamos contratar”. Y tercero: ese perfil público se iba a incrementar ahora, en las elecciones municipales. Por tanto, él tomó una decisión que debe haber sido de las más difíciles, teniendo en cuenta las ganas que le había puesto y que había generado una expectativa no sólo en la gente, sino también en los dirigentes.

¿Qué te diferencia de los otros dos candidatos de la CR de Canelones?

La historia. En el caso de nuestro compañero del PC, una historia desde la formación de los partidos hasta quizás los primeros años de posdictadura; porque, después, tanto el PC como el PN en los distintos gobiernos democráticos entablaron determinadas coaliciones, aunque no a este estilo. Por tanto, las barreras partidarias fueron empezando a ser cada vez menos altas. La historia marca las diferencias, pero no el presente. Ahora no tenemos diferencias porque somos parte de una coalición nacional en la que trabajamos cinco años, tanto con Sebastián como con Walter. Lo que nos diferencia es el estilo de cada uno, simplemente eso. En lo personal, soy muy pragmático: me gusta estudiar la situación, informarme, analizar y ejecutar en un corto plazo.

La CR para Canelones no se presenta con un programa común, sino con una especie de “compromiso” con cuatro o cinco puntos. Por un lado, hay dirigentes coalicionistas que hablan mucho de la unión de la CR y de que incluso se debe establecer definitivamente como un lema; pero, por otro lado, no logran hacer un programa grande entre los tres candidatos.

Lo grande no quiere decir que sea efectivo. Ya tener un compromiso, como lo estableció Luis [Lacalle Pou] en su momento, para crear la coalición nacional… Vaya si funcionó bien y se cumplió un amplio porcentaje de las metas que estaban planteadas. Acá hay un compromiso por Canelones en transporte, turismo, obras, carga tributaria y ambiente. Son cinco o seis temas en los que todos coincidimos. Pero no quiere decir que en el resto de los temas no vayamos a coincidir, sino que cada uno va a tener una impronta en la que va a hacer los énfasis. Por ejemplo, el mío es terminar con el clientelismo político del actual gobierno de Canelones. Hoy tenemos 500 contratos directos y 60 de particular confianza. Si ganamos la intendencia, 50% de esos contratos directos no se renuevan. Eso genera un ahorro de 30 millones de dólares en cinco años. La mitad de ese ahorro va para los 32 municipios de Canelones. La idea es que en cinco años ese casi medio millón de dólares puedan invertirlo en obras: una plaza pública, un espacio verde, una cancha de fútbol o de cualquier otro deporte; lo que desee la comunidad y defina el alcalde o la alcaldesa.

En tu campaña hacés mucho énfasis en el “clientelismo”, sin embargo, el proyecto de ley para transparentar el ingreso de las intendencias del fallecido senador colorado Adrián Peña naufragó en el Parlamento porque no consiguió el apoyo del PN.

Eso no se trató en la Cámara de Diputados, por tanto, la respuesta es que si se hubiera tratado nosotros hubiéramos levantado nuestra mano. Eso me libera de cualquier comentario. Tengo claro que, por un lado, el partido de gobierno está de acuerdo con votar ese proyecto, pero por otro tiene un doble discurso: en Canelones no lo cumple. Entonces, si querés aprobar un proyecto y ser ejemplo, tenés que predicarlo.

En la Comisión Técnica Mixta [CTM] de Salto Grande el PN no parece haber predicado con el ejemplo tampoco.

Pero en Salto Grande ya laudó, sucedió lo que tenía que suceder. ¿Por qué no renuncia el intendente? Porque si seguimos ese ejemplo, en su momento renunció el presidente de la CTM [Carlos Albisu, de Aire Fresco]. ¿Hay una doble vara?

Entonces, para vos, ¿hay que regular el ingreso a las intendencias?

Hay que regularlo, pero lo que hay que hacer –y esto es muy importante– es consultar a todas las partes y a partir de allí tomar la decisión. Me refiero al Congreso Nacional de Intendentes, y luego que cada partido político lo haga en su orgánica. Y también es muy importante la opinión de la Oficina Nacional del Servicio Civil. Pero los datos que publica de los contratos directos son los que le pasa la intendencia, no tiene capacidad de contralor para decir que la información es verdadera. Además, otro tema: en Canelones existe un Estado paralelo. Yo no te tomo como funcionario público, pero sí a través de empresas privadas, cooperativas y ONG. Hoy Canelones tiene un Estado paralelo de entre 1.000 y 1.500 personas que no dieron concurso, no se presentaron a un llamado.

Más allá del “clientelismo”, ¿cuál es para vos el principal problema de Canelones?

Las calles. En 38 reuniones que hemos tenido a lo largo y ancho de los 32 municipios, llegan y me dicen: “Lereté, si sos intendente, el arreglo de calles es fundamental, y de los drenajes pluviales, las cunetas. No circula el agua, tenemos problemas de inundaciones, vivimos dentro de una nube de polvo”. Por tanto, arreglo de calles, pavimentación, y en las que son de hormigón, mejorarlo. Ese tema está presente en todo el departamento.

¿Cuánto implicaría de inversión?

Eso tenemos que estimarlo, porque esta actual intendencia tiene una deuda de 500 millones de dólares a pagar al 2049. Por tanto, hoy tiene las manos atadas y eso implica que tenemos que crear mecanismos como el que dije, de ahorrar 30 millones de dólares, para no sacar un nuevo préstamo. Esta intendencia sacó dos préstamos; yo, con el ahorro, te saco uno. Ya uno no lo voy a pedir, pero el segundo sí, le voy a tener que pedir los votos al FA para que me dé la capacidad de poder endeudarme, pero no al ritmo que lo viene haciendo la intendencia del FA.

El PN en el interior suele tener bastante arraigo electoral; de hecho, de las 18 intendencias, 15 son blancas. Sin embargo, en más de un siglo, en Canelones el PN gobernó sólo en dos períodos [José Torres García, 1947-1951, y José Andújar, 1990-1995]. ¿Por qué pasa eso?

Canelones tiene una matriz colorada, por algo gobernó tanto tiempo a nivel nacional y en Canelones en particular. En algunos departamentos, esa matriz colorada pasó directo al FA, sin escala en el PN. Eso implica que el FA en estos últimos 20 años se nutrió mucho del PC. Hay una frontera ideológica entre el batllismo y el socialismo que tiene puntos de conexión, donde los blancos no ingresamos ni ideológicamente ni a través del discurso. Entonces, ese es un tema que desde el punto de vista ideológico le ha sido esquivo al PN. Desde el punto de vista más pragmático, gobernamos cinco años en la posdictadura y después no hemos tenido jamás la oportunidad de hacerlo. Esta es la primera vez en 20 años que sí la tenemos, porque votamos juntos, somos tres candidatos y cada uno representa distintas zonas del departamento. Ese es el gran plus y el gran diferencial con el partido de gobierno.

En el balotaje de noviembre de 2024 en Canelones el FA ganó con 56%, mientras que Delgado obtuvo 43% de los votos. ¿Qué te hace pensar que esos números se van a revertir en la elección de mayo?

Primero, porque son escenarios distintos. Segundo, porque debo reconocer que el fenómeno que se dio en 2020, de un posicionamiento muy fuerte de quien hoy es el presidente de la República [Yamandú Orsi, exintendente de Canelones], ya no está. Tercero, porque el candidato que se presenta por el partido de gobierno [Legnani] decidió cargar con toda la mochila y no distribuir entre otros candidatos que pudieran colaborar. Lo respeto, obviamente, pero es una observación que se nota. A su vez, porque después de 20 años la ciudadanía nos está diciendo que quiere un cambio en muchos aspectos. En otros no, te dice: “Ustedes vengan con escoba nueva, pero miren que hay dos o tres temas que hay que mantenerlos y potenciarlos”.

¿Cuáles?

Parte del sistema de recolección de residuos la ciudadanía lo está ponderando como un acierto; me refiero a los contenedores domiciliarios y a la composteras. Dije “parte” porque hay fallas en todo el sistema. Una de las fallas tiene que ver con la recolección de ramas de podas, otra falla es no haber resuelto el destino final de la basura. El segundo acierto de esta administración es la iluminación: se avanzó y se utilizó el instrumento del fideicomiso, que no está mal utilizarlo, el tema es el abuso. No podemos vivir en un endeudamiento permanente que genera entrega de soberanía tributaria, estar encadenado y no tener capacidad autónoma para poder decidir para dónde van los dineros públicos.

¿Qué pensás de la ebullición de barrios privados en la zona del aeropuerto de Carrasco? ¿Se deben regular, limitar o promover?

Todas las administraciones han promovido los barrios privados, tanto de la CR como del FA. A mí eso no me llama la atención; en Canelones, el actual presidente de la República alentó la inversión privada con determinadas exenciones tributarias. Yo me inclino por esa posición, porque tenemos que captar inversión; es oportunidad laboral y posibilidad de desarrollo.

Entonces, ¿qué hay que hacer con los barrios privados?

Para mí hay que fomentarlos, en el entendido de que son oportunidades de inversión. Por supuesto que, en la reglamentación, que ya existe en la Junta Departamental, uno tiene que observar que tampoco sean una continuidad permanente de un sistema y que el resto de la población quede raleada, sin los servicios fundamentales.