Tenemos que disponernos a construir una educación radicalmente diferente de la llevada a cabo hasta el momento si tenemos claro que lo que necesitan nuestros alumnos es formarse en las competencias del siglo XXI.
La primera de todas las prioridades a encarar por el país es la más decidida y frontal lucha contra la infantilización de la pobreza. No puede haber otra prioridad si lo que pretendemos es profundizar la calidad democrática de la sociedad uruguaya.