“Uruguay es un país que ha trascendido la trampa del ingreso medio y llegó a ser un país de ingreso alto. Creció en su indicador de desarrollo humano y sin embargo es un país que ha puesto una gran presión sobre sus recursos naturales, y lo menciono porque es algo que está muy internalizado en la conversación pública en Uruguay y en las decisiones de las políticas públicas que se están tomando”, dijo Luis Felipe López-Calva, director regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en América Latina y el Caribe (PNUD) el viernes en la presentación del Informe Global sobre Desarrollo Humano 2020. La próxima frontera: el desarrollo humano y el antropoceno, un documento que fue liberado hoy para su difusión.

López-Calva dijo que el informe fue un reto porque implicó “aprender de lo que ha ocurrido a nivel global sobre los temas de desarrollo en lo últimos 30 años y cambiar la forma como pensamos el desarrollo para los próximo 30 años”. Sostuvo que se propusieron cambiar la manera de pensar el desarrollo para contemplar “una idea central: la interacción entre la actividad humana y el planeta”. El informe discute una idea propuesta por algunos científicos: el antropoceno, una era geológica en la que la actividad humana está dando forma a la dinámica de la naturaleza “interactuando de una manera sistémica”.

“No se trata sólo de usar más eficientemente los recursos, no se trata sólo de que hay ciertas restricciones al crecimiento económico por el uso de los recursos naturales, se trata de conceptualizar el desarrollo de una manera integral, entre la actividad humana y el planeta. Por definición esta visión es multidimensional, y en ese sentido se plantea un análisis detallado de qué implica, hay algunos ejemplos de las enfermedades generadas por la interacción entre los seres humanos y los animales, que han crecido de manera importante en los últimos años. La covid-19 es una de ellas. Se trata de cambiar nuestra noción de bienestar y llevarla a la noción del bienestar individual y comunitario introduciendo la interacción con el planeta”, explicó López-Calva.

El director regional del PNUD dijo que hay que actuar en las políticas públicas con tres elementos centrales. El primero es el desarrollo basado en la naturaleza; como ejemplo dio a los países que tienen enormes territorios acuáticos. “¿Cómo lo convertimos en un motor de crecimiento y desarrollo sustentable? Como el uso de la energía solar para la pesca”, dijo. Además sostuvo que hay manifestaciones preocupantes de la interacción humana entre el planeta y la acción humana: “Los incendios en la Amazonia son mencionados en el reporte”. El segundo elemento es cambiar los incentivos para los actores económicos; “el ejemplo tradicional es: dada la contracción de la demanda por combustibles fósiles y la caída en los precios, pensar si es un buen momento para cambiar los precios relativos y dejar de subsidiar el consumo de energías basadas en esos combustibles y pasar a desarrollar de manera masiva el uso de energía sustentable”.

El tercer punto es el cambio de las normas sociales: “Al final, la interacción entre ser humano y planeta está en la esencia microeconómica más básica, en el comportamiento de las personas”. Hay muchos ejemplos de ese tipo de cambios, relató, “con la covid-19 la búsqueda en Google de la palabra ‘reciclaje’ creció de manera importante”. Los cambios de comportamiento “son fundamentales”, destacó.

Como forma de reflexión, el informe plantea una nueva manera de medir el desarrollo con base en esta nueva lógica. “Se propone una variación, un índice ajustado por el efecto en el planeta del desarrollo humano, que no se debe tomar tanto por lo cuantitativo sino por lo cualitativo. Cambiemos la forma de medir nuestro avance con este nuevo paradigma, con base en el consumo de la energía y el uso de los recursos naturales. Como PNUD estamos muy orgullosos de proponer algo que puede cambiar la forma en que se conceptualiza el desarrollo”, aseguró.

Regresión

Por su parte, Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano, dijo: “La presión humana está impulsando un cambio planetario peligroso. Los científicos han dicho que no tiene precedentes, por lo que tenemos que pensar en una época geológica nueva: el antropoceno”.

Comentó que los riegos son creados por nosotros mismos y les hacen daño a las personas y al planeta. Como ejemplo mencionó que al final de este año el peso de los objetos hechos por los humanos será superior al peso de todas las cosas vivientes. Esta realidad va acompañada de una desigualdad creciente y, aunque no sabemos si el coronavirus es una enfermedad transmitida de los animales a los humanos, “sí sabemos que las enfermedades zoonóticas han aumentado, y eso está conectado con las presiones que ponemos sobre el planeta”.

Por otra parte, dijo que la covid-19 ha tenido un mayor impacto económico sobre las mujeres, “a veces porque están sobrerrepresentadas en algunos sectores económicos que sufren más”. Pero afirmó que además se está viendo que se están saliendo del mercado laboral: en algunos países la cantidad de mujeres en los lugares de trabajo ha caído 10%, “lo que implica hacer el esfuerzo para que puedan acceder al mercado laboral. Hay una regresión de décadas en este sentido. Esta desigualdad está conectada con los impulsores de los cambios planetarios peligrosos, por las asimetrías en el consumo y el poder entre los que sobreextraen y los que sobrecontaminan ante aquellos que sufren las consecuencias”, dijo.

El informe dice que al final de este siglo los países más pobres podrían experimentar 100 días más de temperaturas extremas por año, mientras que los países ricos, los que han hecho el mayor daño, podrían experimentar 18 días menos de temperaturas extremas. “La sequía es un impulsor importante del desplazamiento”, sostuvo.

“Nada de esto es inevitable. Tenemos que tomar una elección, y esos 100 días podrían ser recortados a la mitad si implementemos el Acuerdo de París”, aseguró. El informe también sugiere que el avance en el desarrollo humano es una idea transformadora en la que las personas están en el centro del desarrollo. “El desarrollo humano no es sólo para el bienestar de las personas, sino para que las personas puedan tomar elecciones diferentes”, aseguró Conceição.

El estudio señala que la inversión en bosques puede ser contribuir en un cuarto de todas las acciones que deberíamos tomar en las décadas por venir para cumplir con el Acuerdo de París, lo que ayudaría a mitigar el cambio climático y a mejorar la vida. El Acuerdo de París surgió de la Convención Marco de la Organización de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. El acuerdo busca mantener el aumento de la temperatura global promedio por debajo de los 2 °C y limitar el aumento a 1,5 °C, algo que se lograría con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. La aplicabilidad del acuerdo comenzó en 2020, tras la finalización de la vigencia del Protocolo de Kioto.

Conceição agregó que el comportamiento de la gente cambió durante la pandemia y que la idea es que “las normas sociales” pueden ser trasformadoras porque, de otra manera, los gobiernos no podrían haber aplicado medidas para enfrentar la enfermedad.

El impacto del coronavirus

Los especialistas del PNUD comentaron que los indicadores considerados no son para medir el impacto en tiempo real sino a mediano plazo, pero aseguraron que tuvieron en cuenta que en la educación se usan indicadores como las tasas de matrículas en las escuelas. Estas en 2020 no cayeron, pero la posibilidad de que las personas pudieran participar en la educación sí resultó afectada, y uno de los elementos diferenciales fue la educación remota. “Lo que sí se hizo fue un índice de desarrollo humano ajustado por la covid-19. Con base en eso pudimos estudiar el impacto, pero no tenemos suficiente información para ver un ajuste similar en la salud y la expectativa de vida. Es algo que trataremos de tener a futuro”, dijo López-Calva.

Conceição agregó que además de las mujeres, los grupos que se están llevando lo peor de las presiones planetarias son aquellos que son discriminados por razones étnicas o raciales, las poblaciones indígenas y las comunidades locales.

Países ejemplo

Al ser consultado sobre la realidad de América Latina y el Caribe, López-Calva destacó a Costa Rica como un país líder mundial en términos de políticas basadas en la naturaleza. “En la reducción de emisiones, hay países de la región que están logrando ser líderes globales, y los demás lo pueden seguir en esa ruta”, aseveró.

En la región también hemos sido innovadores en cómo enfrentar los desastres climáticos, contó que Perú, Chile y México se asociaron en un bono de seguro contra el impacto de los terremotos y están pensando en asociarse con otros países para tener otro seguro, pero para fenómenos climáticos asociados con las inundaciones.

Sobre Uruguay dijo que ha pasado de ser un país de ingreso medio a un país de ingreso alto, con “una gran presión sobre sus recursos naturales”.