El viernes pasado, alrededor de las 16.00, hubo un incendio en la sala de recalificado de la planta de Riogas ubicada en camino Lecocq. De inmediato los trabajadores pidieron una investigación del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social para conocer las condiciones del lugar.

El sitio donde se inició el incendio es donde se recomponen las garrafas cuando llegan en mal estado (se las pinta o se les revisa la válvula). El fuego tomó sólo esa sala, que quedó inutilizada, y fue apagado por operarios de la empresa con la colaboración de una brigada de seguridad de la empresa Acodike, que está al lado de Riogas.

Fabio Riverón, presidente de la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios (Fuecys), dijo a la diaria que esa brigada está capacitada tanto para apagar incendios como para evacuar la planta de manera inmediata. “Algunos dispositivos de seguridad que la planta de Riogas no tiene quedaron al descubierto”, dijo sobre el incidente.

Si bien están esperando el informe de Bomberos sobre la causa del incendio, “aparentemente lo que encontraron es que el fuego se había originado por la acumulación de residuos en una de las chimeneas”, dijo, y destacó como un dato positivo que no hubo personas heridas ni intoxicadas.

Por otra parte, la Inspección General de Trabajo y de la Seguridad Social fue el sábado a recorrer la planta junto a los delegados de salud del sindicato. Los dos reclamos principales de los trabajadores son que se instalen alarmas que se disparen sin la intervención de una persona y que haya una instancia de capacitación para conformar una Comisión de Seguridad, en la que participen tanto los trabajadores de la empresa como los tercerizados.

En la mañana de este lunes hubo una reunión entre la empresa y los trabajadores. Riverón contó que Riogas está dispuesta a contemplar los pedidos del sindicato, por lo que se estaría levantando la asamblea permanente este martes en la mañana (esa medida había sido decidida el viernes después del incendio). “Si la empresa manifiesta un compromiso cierto de avanzar y seguir haciendo un monitoreo conjunto, se estaría retomando el trabajo normal”, aseguró.

Riverón comentó que el sindicato presentó un plan que incluye normas que vienen reclamando desde hace tiempo, y “parece que la empresa estaría dispuesta a encontrar soluciones”, aseguró.

Algo que el dirigente sindical no cree que suceda es que se vuelva a instalar un cuartelillo de bomberos que estuvo hasta 2019. Los bomberos se encargaban de controlar cuánto gas había en el aire; según el integrante de Fuecys, la empresa eliminó ese control alegando sobrecostos innecesarios y enlentecimiento del servicio.

“Los bomberos cuando estaban controlaban la cantidad de GLP [gas licuado del petróleo] en aire y cuando sobrepasaba los límites lo que hacían era parar la operativa”, explicó Riverón, y comentó que es otra de las reivindicaciones de los trabajadores, pero estima que será difícil que llegue a concretarse: “No visualizamos que de parte de las autoridades del gobierno estén demasiado dispuestos a empujar esa propuesta, pero igual la pusimos sobre la mesa porque entendemos que estamos en un contexto en el que se necesitaría controlar mejor”.

El integrante de Fuecys opinó que el problema que tienen en la actualidad es que “no hay una obligación fuerte y con rigurosidad de parte de algún organismo del Estado para que en las empresas la seguridad no sea una materia secundaria o terciaria”. Dijo que esto sería necesario por el gran daño que podría ocasionar un incidente en las plantas, tanto por la cercanía con Ancap –porque el supergás viene desde ahí– como por la cantidad de población que vive en zonas cercanas.

Riverón aclaró que la única planta envasadora de Riogas está en Lecocq –en la misma zona que las plantas de Acodike y Megal–, pero hay otros locales de la empresa en otros barrios que son de acopio de garrafas. Sobre esos locales de envasado dijo que a su entender nunca deberían haber dejado que se construyeran casas cerca, porque “la norma internacional dice que debe haber una cierta distancia de los centros poblados”.

El dirigente aclaró que en las plantas de acopio el trabajo está regulado de manera clara por la Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua (Ursea), que tiene contabilizada la cantidad de garrafas que el local puede tener en relación a su tamaño y al barrio. “Eso se logró controlar. Hace unos años habíamos tenido denuncias de vecinos y se constató que se estaba sobrepasando la cantidad de garrafas. Cuando llegan las denuncias, la Ursea funciona”, dijo. Para más tranquilidad de la población, comentó que las garrafas difícilmente exploten, a no ser que sean expuestas a fuego, ya que tienen una válvula que “minimiza las posibilidades de explosión”. “En esos términos Uruguay tiene mucha más seguridad que el resto de la región. Los problemas que podemos llegar a tener son en las plantas, donde se pueden generar fugas en las recargas. Lo otro que puede pasar es que los dueños de puestos pasen gas desde los cilindros; eso pasó en Durazno y lamentablemente terminó con tres fallecidos y un compañero con gran parte del cuerpo quemado”, recordó. En 2014 hubo una explosión en un depósito de Acodike; en ese momento desde Bomberos explicaron que el hecho sucedió cuando el personal del local recargaba un cilindro de 45 kilos de supergás y hubo una falla en la válvula.