Dirigentes frenteamplistas, militantes y vecinos de Pocitos se acercaron al mediodía del viernes a la esquina de 26 de Marzo y La Gaceta, donde se reunieron en torno a un monolito de hormigón sobre la vereda. El motivo de la convocatoria: la restitución de la placa en homenaje al contralmirante coloniense Óscar Lebel, inaugurada en octubre de 2018 y vandalizada poco tiempo después; e instalada por segunda vez en abril de 2019 y nuevamente retirada, en agosto de este año.

Detrás del monolito y la placa reluciente se encuentra la casa que habitó el militar y, más precisamente, el balcón del que colgó el emblemático cartel, el 27 de junio de 1973, con la leyenda: “Soy el capitán de navío Óscar Lebel. Abajo la dictadura”, junto a las banderas de Uruguay y de José Artigas. En ese momento, Lebel era capitán de navío de la Armada Nacional, y su oposición al terrorismo de Estado le valió una detención y el pase a retiro obligatorio, en 1977, momento en el que se dedicó a trabajar como marino mercante.

“Yo soy el hijo del capitán de navío Óscar Lebel”, fue lo primero que dijo Álex Lebel al tomar el micrófono. “El 27 de junio del 73 se daba un golpe de Estado; algo que todos conocemos. En esta casa, como en muchas más del país, el pueblo comenzaba su resistencia a la opresión. Aquí se colgó un cartel que decía ‘abajo la dictadura’. Era Óscar, nuestro padre, que sin otros medios a su alcance manifestaba su repudio al golpe en ese balcón”, narró Lebel acompañado por su hermano, Federico.

Lebel continuó el relato, con un papel en la mano como guía: “Uniformado, con el pabellón nacional, esperaba, mirando a los ojos de policías y soldados que rodeaban toda la casa. Para él, eran unos pocos. 'Eran menos de 50', relataba después. Había aquí un coche policial, un Jeep, dos camiones del Ejército con soldados; él estaba solo en el balcón, pero sabía que muchos a lo largo del país lo acompañaban. Enfrentaba así a muchos de sus excamaradas y, a su vez, honraba su juramento al pabellón nacional”, sostuvo, bajo la mirada atenta y el silencio de los presentes, apostados en un semicírculo a su alrededor.

Lebel dijo que “los golpistas eran un grupo minoritario de la sociedad, que se había levantado en armas, desconociendo las instituciones democráticas”, y que “este es el peor delito que puede cometer un ciudadano de la República”, con el agravante que tiene “cuando es cometido por miembros de las Fuerzas Armadas”. “A los mandos militares, con algunas excepciones, y a los civiles compinches de la época, que acompañaban ese golpe, mi padre los llamaba 'la canalla'”, señaló.

“La canalla necesita borrar páginas de la historia para ocultar su vergonzoso pasado. Mal que les pese, los actos de resistencia al golpe, que se sucedieron a lo largo del país, siguen y seguirán vigentes. La canalla podrá censurar, vandalizar, arrancar, robar estas placas una y otra vez; se repondrán. Sus esfuerzos para olvidar el pasado serán en vano; con placa o sin ella, nadie ni nada podrá borrar el título merecidamente ganado que tienen en la historia del país: traidores”, finalizó Lebel, seguido del aplauso y la emoción visible de muchos que lo rodeaban.

Pereira: Lebel fue “un héroe de la lucha antidictadura”

“Recordar a Lebel no es sólo recordar un cartel, años de prisión, su recomposición militar, sino el papel que jugó para mostrar que la dictadura era una traición a la patria y que no se estaban respetando las bases de constitución del propio Ejército Nacional, ni de la Armada, ni de las Fuerzas Armadas”, dijo, a su turno, el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, que por su historia como compañero de militancia de Lebel en la Vertiente Artiguista hizo énfasis en su rol como militante.

“Me tocó, por la vida, militar con él. Y era un fervoroso defensor de sus ideas. Era un fervoroso defensor de las empresas públicas y su papel estratégico; llevaba documentos de 40, 50, 70 páginas. La vida no te daba para leer a Lebel. Tenía ideas para mejorar el país”, rememoró Pereira. Aunque no relativizó la importancia del episodio del cartel en el balcón, del que dijo que “probablemente” quede “en la retina de todos hasta la muerte”, resaltó que “las ideas que colocó son ideas que vale la pena defender”.

Pereira aseguró que “cualquiera que haya conocido a Lebel mínimamente sabrá que era un militar firme, con las lógicas de la práctica militar, pero un hombre muy sensible con sus compañeros y compañeras; alguien dispuesto a dedicar parte de su tiempo a explicarte cosas que no sabías”. “Lebel era capaz de darle amor a los compañeros y compañeras”, expresó.

También afirmó que, años después del retorno democrático, “no sólo el Estado uruguayo le restituyó su cargo en la Armada”, sino que “la sociedad uruguaya lo condecoró como un héroe de la lucha antidictadura”, y que “probablemente, para Lebel haya sido más importante el reconocimiento de sus compañeros que el reconocimiento formal de un cargo de comandante”. “Sé lo que le importaba que su pueblo hubiera luchado contra la dictadura”, aseveró.

Sobre las sendas vandalizaciones, Pereira afirmó: “La sacarán mil veces la placa, y mil veces la vamos a colocar, como vamos a ir el 13 de diciembre a colocar la placa de [homenaje a Liber] Seregni allá, donde quería estar, en la Meseta de Artigas. La podrán sacar los que se creen los dueños de la verdad, pero la verdad siempre se aloja en el seno del pueblo”, culminó.

“La vamos a colocar tantas veces como sea necesario”

La placa en homenaje a Lebel se colocó en el marco de la aplicación de la Ley 18.596, de reparación a las víctimas de la actuación ilegítima del Estado en el período dictatorial, por impulso de concejales vecinales del Centro Comunal 5 y la Coordinadora M del Frente Amplio (FA). Gloria Albano y Mercedes López fueron partícipes en esas gestiones –la primera y las que siguieron a las vandalizaciones–. En diálogo con la diaria, descartaron que los robos hayan tenido fines económicos, porque en todos los casos se trató de “chapas de aluminio, no de bronce”. A su entender, se trata de vandalizaciones con motivos políticos.

La placa molesta “por quién era él, que era militar”, consideró López. “Aparte, era militante frenteamplista”, resaltó Albano. El responsable de la primera vandalización fue identificado y tuvo que realizar tareas comunitarias, señaló López. Del segundo “no se sabe nada”, pese a las cámaras de videovigilancia que hay en esa misma esquina. “La vamos a colocar tantas veces como sea necesario”, manifestaron. Dijeron que la importancia de homenajear a Lebel radica en que cumplió “el verdadero rol que tiene que tener un militar: defender, ante todo, la democracia”.

López se emocionó al señalar el balcón desde el que Lebel colgó la pancarta, que consistía en “unas hojas de cartulina, manuscritas, casi con trazos escolares, hecha en el momento”. “Fue muy fuerte para la gente; yo no soy del barrio, soy de Buceo, pero para la gente que vivió ese momento acá fue muy impactante. Fue antes de la huelga general que convocó la Convención Nacional de Trabajadores en ese momento”, recordó Albano.

En 2001, junto a otros militares destituidos por la dictadura, Lebel fue ascendido de forma retroactiva a contralmirante. En 2011 fue declarado ciudadano ilustre de Montevideo. Falleció a los 90 años, el 3 de febrero de 2016. En junio de 2022 una calle de Nueva Helvecia, ciudad coloniense en la que nació, adoptó su nombre.

“Los pueblos no olvidan los terrorismos de Estado aunque los saquen de la currícula educativa”

Durante su discurso, Pereira hizo alusión a algunas medidas adoptadas por el oficialismo vinculadas al pasado reciente. Por un lado, se refirió a los cambios impulsados por la reforma curricular, por los que se sustituyeron las referencias a los “derechos humanos” y se eliminó la mención al “terrorismo de Estado” en el programa.

“Los pueblos no olvidan los terrorismos de Estado aunque los saquen de la currícula educativa. No es la currícula educativa la que mantiene viva la lucha contra el terrorismo de Estado, la mantienen los militantes, las militantes, los demócratas”, afirmó Pereira, a la vez que consideró que hay quienes “se equivocan creyendo que las cosas se olvidan sacando de los textos”, porque “olvidan la historia del Uruguay”. Por ejemplo, dijo que “olvidan que ese día que Lebel sacaba el cartel que tanto nos enorgullece a los frenteamplistas, pero, sobre todo, a los demócratas, una central sindical entera iniciaba una huelga general que duró 15 días”.