Ayer, durante la conferencia que dio la Comisión por el Sí, Amira Fagúndez, dirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay, enumeró algunos de los obstáculos externos que enfrenta la campaña para derogar 135 artículos de la ley de urgente consideración (LUC).
Fagúndez mencionó, entre otras cosas, la oposición de la Comisión Administradora del Field Oficial (CAFO, que controla el estadio Centenario) a realizar allí un acto masivo. No es la única negativa desde el mundo del fútbol a la campaña por el Sí; en setiembre, la Asociación Uruguaya de Fútbol había impedido que se emitiera en el estadio de Peñarol un spot en contra de la portabilidad numérica (que forma parte de los artículos de la LUC que se busca derogar).
Aunque tal vez CAFO, presidida por el exprecandidato presidencial colorado Ricardo Lombardo, le haya simplificado la agenda a la campaña del Sí –recordemos las pesadillescas postergaciones que sufrió la presentación de Jaime Roos en el Centenario y sumémosle la que desde ayer atraviesa el espectáculo de La Vela Puerca –, la disponibilidad de fechas no estuvo entre las razones para no habilitar el Estadio.
Es interesante repasar los argumentos que manejó Lombardo entonces: “Creemos que la celeste es el único factor de unidad que realmente hay en el país, y el estadio Centenario es un ícono de eso. Tenemos que preservar ese sentido”.
Ayer hablábamos de que los nombres no son esenciales pero connotan cosas, y hoy podríamos decir lo mismo de los colores. No hace falta aclarar que la campaña para conservar la LUC se identifica con el celeste de la selección uruguaya, pero tal vez sí convenga recordar que la adjudicación de ese color por parte de la Corte Electoral no fue producto del azar, sino de un debate entre los nueve ministros que la dirigen. Hoy abunda la propaganda audiovisual que repite “con la celeste ganamos todos”, en plena fiebre por el cierre de las Eliminatorias.
El rosado tiene un perfil bastante más bajo, pero no carece de historia emocional en este tipo de consultas (la victoria en el referéndum de Ancap de 2003, la derrota en 2009 en el plebiscito para anular la ley de caducidad).
El episodio de los derechos de la imagen de la Pantera Rosa ocurrido esta semana puso en evidencia, entre otras cosas, algunas de las debilidades y fortalezas de la campaña rosada.
Para empezar, transmitió la idea de que se trata de una contienda electoral asimétrica, donde una de las partes debe enfrentar más obstáculos (como los arriba mencionados y otros) que la otra, y que esa otra además lleva la delantera en la propaganda mediática.
Pero también quedó claro que lo que en principio son desventajas, como la falta de centralización, la escasez de recursos y la oposición de varios poderes establecidos, tienen como contrapartida la plasticidad de estrategias, la obligada apelación al compromiso y la creciente sensibilidad épica de estar dando batalla desde la inferioridad de condiciones.