Quedarse en casa pero no en silencio pasa a ser una responsabilidad fundamental, para poner bajo el escrutinio público las políticas que se imponen e intentarán imponer en nombre de las crisis.
Esta crisis prueba que es posible plantearnos un cambio para construir una sociedad que dé prioridad a las lógicas comunitarias del cuidado en vez de a las del capital.
No se trata de educación a distancia versus escuela en territorio y trabajo en red socioeducativa. La primera es un medio y un recurso que puede potenciar el trabajo del maestro y la escuela en la comunidad.
El retorno del Estado es necesario y deseable, pero sin una reforma sustantiva del régimen de solución de controversias inversor-Estado el retorno no será más que una ilusión pasajera.
Hay negación del ejercicio intelectual, del esfuerzo conceptual o abstracto, de la intervención teórica, y en su lugar queda una exacerbación de los vínculos privados, de las impresiones personales.
Sin dudas habrá que pensar estrategias cuando salgamos del shock. El teatro será presencial y colectivo, o no será. Confío en que volverá a ser, pero seguramente habrá que salir a recuperar espacios e inventar nuevos.
La transformación de los hogares en multifuncionales recarga la convivencia social elevando los niveles de angustia, estrés y potencial agresividad en las relaciones sociales cotidianas.
Hay una población que estuvo más expuesta al virus en la medida en que por el tipo de tareas que desempeña no aplicó para el aislamiento social: ¿no será el momento de apuntar con mayor precisión a ese público?