Los científicos frente a la covid-19

En los últimos días hemos presenciado un gran protagonismo de los científicos1 en las redes y en los medios de comunicación. Y esta presencia no es casual. Por un lado, hay un fuerte compromiso de los científicos para generar soluciones concretas, y por otro, es real que sus aportes en diversos desarrollos nos permitirán atravesar esta crisis y hacer frente a la escasez de reactivos, equipamiento médico o materiales de muestreo, por ejemplo, de hisopos. Algunos de estos desarrollos, como el del kit de detección para el coronavirus, ya han generado transferencias tecnológicas a empresas nacionales de pequeño tamaño, dando a su vez un impulso a emprendimientos de ingeniería y biotecnología.

Ya lo señaló acertadamente Judith Sutz en su nota publicada en la diaria del 5 de mayo: ante la crisis sanitaria global, “Uruguay tuvo una respuesta extraordinaria, basada no sólo en sus capacidades de investigación, cultivadas sin descanso desde la vuelta a la democracia, sino en su abordaje de los problemas, que podríamos denominar frugal o 'en condiciones de escasez'”. Se suman a estas innovaciones sencillas o frugales otros aportes desde la investigación científica que agregan una gran profundidad de análisis y reflexión sobre esta situación, como las modelizaciones matemáticas, las modelizaciones moleculares o los análisis genómicos de los virus circulantes en Uruguay. Y, por supuesto, el aporte desde las ciencias sociales, que es y será de suma importancia para proponer soluciones para esta crisis que ya empezó a ser socioeconómica, además de sanitaria, y que tiene como parte más visible, como la punta de un iceberg, la entrada en la pobreza de más de 100.000 compatriotas, según una evaluación del Instituto de Economía de la Universidad de la República.

Recortes v. 2.0

Previo a la crisis por la covid-19, el gobierno decretó, a la semana de haber asumido, un recorte de 15% para toda la función pública (en el rubro gastos e inversiones) y para todas las entidades que se financian por subsidios y subvenciones del Estado (se aplica sobre el total del subsidio o subvención). Esto repercute en el funcionamiento de muchos institutos e instituciones en los que se investiga o se apoya la investigación científica. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba), el Institut Pasteur de Montevideo, la Universidad de la República (Udelar), la Universidad Tecnológica (Utec), el Centro Uruguayo de Imagenología Molecular, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE).

Si bien cada institución necesita los recursos que se le destinan, esta disminución presupuestal de 15% afecta a cada centro de distinta manera. En el caso particular del IIBCE, este recorte es letal. Su magro presupuesto no alcanza ya al comenzar cada año, por lo que se debe pedir “refuerzos presupuestales”, cuyo otorgamiento depende de la voluntad política del momento. Si antes no se cubrían las necesidades mínimas básicas, y se debía pedir partidas extras, con el recorte presupuestario que hoy se plantea es casi inviable el funcionamiento del instituto. Por otro lado, el decreto establece que de los cargos vacantes que se estén por llenar, sólo uno de cada tres será ocupado. Esto es menos cargos para contratar investigadores formados en Uruguay, menos inserción laboral y más desaliento y abandono de las carreras científicas.

En el caso del Pedeciba este recorte se aplica sobre el presupuesto total. Dado que parte de ese presupuesto está destinada al pago de salarios y gastos de funcionamiento que no pueden reducirse, esto implica que en el rubro gastos e inversiones de programas centrales haya una reducción de 44%. Esta reducción afecta duramente a programas de apoyo a estudiantes de posgrado, movilidad a congresos y a salidas de campo, e incluso gastos e insumos de diferentes laboratorios.

Descuentos a salarios v. 3.0

A este recorte de 15% del presupuesto hay que sumarle el descuento a los sueldos más altos de la función pública para aportar al Fondo Coronavirus. Esta ley afecta a los cargos políticos y de confianza, algo que es digno de aplauso, y también a los salarios más altos de personas que están haciendo cuarentena por falta de actividad en muchas áreas del sector público. Pero también afecta los salarios de investigadores de nivel medio para arriba (o equivalente de grado 3 con régimen de Dedicación Total de la Udelar para arriba en todas las instituciones del sistema científico). Y todo esto a pesar de que muchas de estas personas han volcado horas, días y meses enteros para enfrentar esta pandemia, dejando en muchos casos de lado sus investigaciones, que tienen plazos de cumplimiento, trabajando sin horario ni días de descanso. Este impuesto que se aplica a todos los trabajadores que superan cierto nivel de ingresos tiene excepciones, como es el caso de los profesionales y funcionarios de la salud.

El gobierno estimó que para el Fondo Coronavirus se requerirán de 300 a 400 millones de dólares. El aporte al fondo por concepto de los descuentos a los sueldos por encima de 120.000 pesos nominales representa unos 12 millones de dólares. Dentro de ese monto, sólo cerca de 8% vendría de toda la Udelar, institución que realiza 80% de la investigación del país, por lo que su aporte al fondo tiene realmente un impacto muy bajo en el contexto de las cifras que se manejan.

Precariedad laboral 4.0: la vida de un estudiante de posgrado del Pedeciba

Los estudiantes de posgrado son quienes, en el marco de su tesis, llevan adelante gran parte de la producción científica en un país.2 En Uruguay, los estudiantes de posgrado del Pedeciba (maestrandos y doctorandos) son más de 800 científicos egresados de alguna carrera científica terciaria que, a pesar de tener un título, en términos laborales siguen siendo “estudiantes”.

Para la mayoría de estos estudiantes, una beca de posgrado es la primera, y en algunos casos la única, fuente de ingresos. Estas becas, por las cuales los estudiantes deben competir, son un salario muy precario: no aportan a la jubilación, no cuentan con aguinaldo ni salario vacacional y no aportan al Fondo Nacional de Salud.

La Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y la Comisión Académica de Posgrados de la Udelar son las instituciones que dan la mayor proporción de becas. Sin embargo, y aunque parezca paradójico, la ANII, que es la institución que más becas de posgrado brinda, ha bajado año a año su número. A esto se le suma que en los últimos tres años los montos no se han ajustado con la inflación. Desde 2017 se mantienen en los mismos valores: beca de maestría en 21.047 pesos y beca de doctorado en $26.568 pesos. Aun así, la mitad de los estudiantes de posgrado no accede a esta posibilidad y muchas veces trabaja de forma honoraria en sus proyectos de investigación.

La segunda opción de inserción laboral, que sería ingresar como investigador en las instituciones de investigación del país, es aún más compleja. Por ejemplo, los concursos para ingresar como docente en la Udelar son escasos, por lo que resulta aún más difícil ingresar a la institución que acceder a una beca. Los cargos de entrada (grado 1) suelen ser a término (interinos, de seis a 12 meses) con una dedicación de 20 horas semanales y un salario en el entorno de los 13.000 pesos. Estos tiempos y dedicación son claramente insuficientes para el correcto desarrollo de una tesis. Asimismo, dado el desbalance actual en el sistema, científicos con título de doctorado compiten para cargos grado 1, diseñados originalmente para estudiantes en formación.

A su vez, para acceder a las becas de la Comisión Académica de Posgrados se necesita tener un cargo docente en la Udelar, lo que hace que esta vía sea aún más difícil de alcanzar. Por otro lado, obtener un cargo de carácter efectivo y permanente es casi un sueño. Las dedicaciones totales en la Udelar están trancadas por falta de presupuesto, lo que lleva a que el multiempleo sea moneda corriente.

La tercera opción de inserción para un estudiante de posgrado es realizar maestrías y doctorados científicos en entornos empresariales, lo que facilita la inserción laboral en el sector privado de forma natural. Pero a pesar de los esfuerzos hechos por la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología y su Programa de Inserción de Jóvenes Científicos, estamos todavía muy lejos de que esto sea una realidad.

Salarios precarios, mal pagos e inestables son una tríada común para los científicos que hoy en día están yendo a los laboratorios de ASSE, o incluso transformando laboratorios de investigación en centros de diagnóstico. Muchos de estos estudiantes forman parte de los grupos de investigación que desarrollaron los kits que obtuvieron los genomas completos del SARS-CoV-2, que están trabajando en un diagnóstico inmunológico, en generar hisopados, medios de transporte y muchos otros desarrollos en condiciones de emergencia. Todos ellos están posponiendo sus estudios de posgrado.

El escenario se complicará todavía más cuando los estudiantes, al terminar sus maestrías o doctorados (cuando se logre volver a alguna “seudonormalidad”), se vean ante el problema de encontrar dónde insertarse laboralmente. La situación del posdoc (entrenamiento posdoctoral) es aún más compleja, ya que hay muy pocas instituciones que otorguen contratos de este estilo, y a su vez muy pocas becas de posdoc por institución.

Todo esto tiene como consecuencia que la mano de obra sumamente calificada formada en Uruguay se va a otros países por no lograr aquí una inserción laboral en la que se derramen y se potencien la formación y los conocimientos adquiridos. Como decía el ex secretario de Ciencia y Tecnología Eduardo Manta, si antes exportábamos licenciados, con los esfuerzos que el país ha hecho, ahora se exportan doctores.

Dar lo que no es nuestro

A estos recortes citados previamente se suma también el hecho de que las gremiales del agro han anunciado la redirección de rubros del INIA al Fondo Coronavirus. Esto afecta particularmente a los Fondos de Promoción de Tecnología Agropecuaria, un programa que abre la participación a proyectos de otras instituciones, de manera de generar colaboraciones con el INIA. Los proyectos científicos de colaboración se realizan fundamentalmente con la Udelar y con el IIBCE. De concretarse este redireccionamiento del dinero del Fondo de Promoción de Tecnología Agropecuaria al Fondo Coronavirus, se verá fuertemente afectada la continuidad de la investigación agropecuaria en el país.

¿Ciencia para el mañana?

Si continuamos con este proceso de precarización de la ciencia, sumando además recortes presupuestales, sólo nos queda preguntarnos si estaremos preparados para futuras pandemias.

En este sentido, la realidad que nos explotó en la cara nos está mostrando nuevamente, y hoy más que nunca, que invertir en ciencia, tecnología e innovación no es un gasto, sino todo lo contrario. Esta inversión es fundamental para un país como el nuestro; genera soberanía, libertad, desarrollo y bienestar para todos los uruguayos.

Esperemos que en la “nueva normalidad” realmente se valore de una vez por todas, y se coloque en la agenda política, la importancia de invertir en ciencia, tecnología e innovación. Esperemos que no sea anecdótico el rol de los científicos en los tiempos de pandemia, y que no quede en tinta muerta el compromiso que una vez firmaron todos los partidos políticos de destinar el 1% del Producto Interno Bruto para ciencia, tecnología e innovación.

Uruguay necesita un sistema de ciencia, tecnología e innovación integrado, articulado, con una fuerte inversión pública y privada, con una clara política pública que tenga como horizonte el desarrollo y bien nacional. Es ahora, si no, ¿cuándo?

Florencia Tomasina y Santiago Chávez son estudiantes del Pedeciba y delegados ante su Comisión Directiva; Federico Battistoni es profesor agregado de investigación del Departamento de Bioquímica y Genómica Microbianas del IIBCE, investigador del Pedeciba grado 3 y del Sistema Nacional de Investigadores nivel I; Atilio Deana es responsable de la Unidad de Valorización de la Investigación y Transferencia Tecnológica del Pedeciba. Las opiniones aquí vertidas son estrictamente personales.


  1. Utilizamos el término “científicos” para referirnos tanto a investigadores e investigadoras como a estudiantes de ciencias. 

  2. Larivière, V. “On the shoulders of students? The contribution of PhD students to the advancement of knowledge”. Scientometrics 90:463-481 [2012].