El “momento punitivo” nos obliga a hablar sólo de policía, derecho penal y cárceles. Nos obliga a confrontar sobre estilos de gestión, pero no sobre paradigmas de seguridad.
Hoy día, sindicatos policiales y gobierno de coalición comparten la misma sensibilidad. Aquel viejo discurso popular y subalterno es parte, en la actualidad, del poder hegemónico.
El problema más importante no es que el gobierno alardee de unos logros que no son tales. El drama es la consolidación de una hegemonía sobre la base de una retórica voluntarista que hace del control policial y la privación de la libertad los caminos excluyentes para reducir los delitos.
Criticar la actual política de seguridad nos exige una revisión crítica del rumbo que ayudamos a trazar y que hoy se reafirma con un vector más autoritario.