En medio de su enfrentamiento con el Poder Judicial, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, firmó el lunes un decreto que cambia la regulación de las redes sociales en Brasil, con el objetivo de dificultar la eliminación de cuentas, un pedido que la ultraderecha brasileña venía repitiendo en los últimos años.

El objetivo del decreto es poner un freno a lo que el presidente considera una “eliminación arbitraria” de cuentas. El documento prohíbe a los proveedores de redes sociales “adoptar criterios para moderar o limitar el alcance de la difusión de contenidos que impliquen censura política, ideológica, científica, artística o religiosa”. Aunque tiene efecto inmediato, deberá ser ratificado primero por el Congreso.

El decreto establece que las compañías de redes sociales deben tener “razones justificables” para eliminar contenido o cuentas. La lista de razones son actos terroristas, pedofilia, pornografía, uso de bots y promoción de la violencia o el uso de drogas, aspectos que en general ya son considerados delitos en Brasil. Además, se plantea que las compañías deberán proveer un canal para que el usuario pueda hacer una defensa de su contenido y solicitar el derecho a la “restitución de contenidos”.

Entre los motivos no se encuentra la difusión de desinformación, un tipo de contenido al que empresas como Facebook o Twitter apuntan a la hora de moderar. Es justamente la moderación de este contenido y la utilización por parte de cuentas vinculadas con la ultraderecha brasileña lo que provocó la suspensión de miles de usuarios y la eliminación de contenido.

Como justificación de esta eliminación de contenido y de cuentas, las empresas señalan la violación de los términos y condiciones de cada red social.

En declaraciones a la cadena CNN, David Nemer, profesor de estudios de medios en la Universidad de Virginia, dijo el martes que el decreto del presidente brasileño llega en la previa del inicio de la campaña electoral, y que Bolsonaro “no quiere perder” en las próximas elecciones una herramienta como la desinformación, ya que “se observó que la mayoría de las fake news que circularon en la última campaña presidencial fueron a favor de Bolsonaro”.

Sin ir más lejos, el mismo Bolsonaro ha visto durante la pandemia cómo se le eliminaron publicaciones con contenido erróneo o directamente falso. El ejemplo más claro ocurrió en julio de este año, cuando Youtube eliminó 15 videos de un canal del presidente brasileño. En uno de ellos hablaba del uso de hidroxicloroquina para curar la enfermedad.

El Congreso brasileño tendrá ahora 60 días para analizar el texto y darle condición de ley, o en su defecto, para vetarlo. Sin embargo, estará en vigencia mientras no haya pronunciamiento.

Redes y “sesgo”

Un portavoz de Facebook dijo a AFP que el decreto del gobierno brasileño “limita significativamente la capacidad de restringir el abuso” en la plataforma. “Varios especialistas y abogados afirman que la propuesta viola derechos y garantías constitucionales”, afirmó.

Luego de promulgarse el decreto, la Secretaría de Comunicación del presidente publicó un hilo en Twitter en el que explicaba su funcionamiento. El hilo estaba compuesto por cuatro tuits, y cada uno comenzaba con el texto “libertad de expresión”.

La estrategia de Bolsonaro sobre la moderación de contenido de las redes sociales tiene muchos puntos en común con un episodio ocurrido en Estados Unidos durante el gobierno de Donald Trump: la iniciativa “Stop the Bias” o “detengan el sesgo”.

Esta iniciativa comenzó en 2018 a raíz de una denuncia del entonces presidente estadounidense. Según él, las inteligencias artificiales que gestionan los algoritmos de Facebook (para la red social homónima y para Instagram), Google (para el buscador y Youtube) y Twitter tenían un desvío que estaba acallando y bloqueando el contenido de voces conservadoras.

Esta teoría nunca fue confirmada, pero en su momento generó una oleada de críticas y amenazas a las redes sociales, así como el traslado de algunas decenas de miles de usuarios de pensamiento más conservador, que abandonaron algunas de sus cuentas en Facebook o Twitter y se pasaron a otras plataformas, como Gab y Parler.

Esto provocó algunos movimientos internos en Facebook. En primer lugar, Mark Zuckerberg asignó a Joaquín Quiñonero, creador del sistema de algoritmos de aprendizaje automático de la red social, al área de Responsabilidad IA, cuyo objetivo central es eliminar ese supuesto sesgo de los modelos de moderación de contenido de Facebook.

En segundo lugar, se generó una discusión en torno a CrowdTangle, una herramienta utilizada mayormente por especialistas en marketing y periodistas que, a través de sus resultados, demostró que la teoría del sesgo a los conservadores es falsa.

Durante los meses previos a las elecciones de 2020, el top 10 de publicaciones con mayor engagement o compromiso de los usuarios era acaparado mayormente por posteos de Trump y otras voces cercanas al trumpismo y el conservadurismo estadounidense. Esto no cayó bien en varios ejecutivos de Facebook, que buscan la forma más diplomática de que CrowdTangle vaya perdiendo lugar.