Robert Silva asumió la presidencia del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) con la experiencia de 24 años de docencia y cuatro durante los cuales integró el Codicen, en su rol de consejero electo por los docentes. Llegó en medio de una pandemia que afectó directamente a la educación, con las clases presenciales suspendidas y en un gobierno de coalición que aún no decide quiénes lo acompañarán en los próximos años. En un colegiado de cinco sólo están elegidos los representantes de los docentes, pero aún faltan los otros dos consejeros electos por el Poder Ejecutivo. Mientras tanto, Silva apuesta a las relaciones personales construidas con el tiempo y asegura que “la cosa fluye bien”, aunque “obviamente afecta el no poder avanzar en las líneas propuestas por el gobierno”.

“Estamos en una actitud de expectativa”, comentó Silva. Por ahora se conoce que uno de esos cargos podría ocuparlo Juan Gabito, ex presidente del Codicen e integrante del Partido Nacional, y el otro, un representante de Cabildo Abierto. Para elegir a las próximas autoridades “el tema de la filiación política no ha pesado”, señaló Silva, que agregó que debe “haber un compromiso con el proyecto educativo que queremos llevar adelante y ser consciente de que hay que tomar un conjunto de decisiones significativas que van a implicar mucho compromiso y ejercicio de la autoridad”.

Silva conversó con la diaria el lunes 6, días antes de que el presidente Luis Lacalle Pou anunciara que las escuelas rurales retomarán su actividad el miércoles 22, y de que presentara a los parlamentarios el proyecto de ley de urgente consideración (LUC). Sobre las críticas que acusan al texto de tener una tendencia privatizadora, Silva dijo que son “un disparate”. Además, detalló qué políticas educativas de la administración anterior va a mantener y reforzar y cuáles cambiará. Entre otros temas, comentó sus propuestas sobre la carrera docente, la transformación en educación media, la instalación de liceos modelo a partir de 2021 y el pedido de presupuesto. A continuación, un resumen de lo que según Silva se puede esperar del próximo gobierno de la educación.

¿Qué tres líneas de trabajo de la anterior administración piensa continuar?

Está muy bien el Sistema de Protección de Trayectorias Educativas; creo que tiene cosas a mejorar, cosas a hacer que no se hicieron, pero es una buena línea de política educativa que hay que continuar. También la política de segundas lenguas, cambiando algún foco, y lo tercero es el Marco Curricular, que ayudé a construir y a gestar desde el Codicen y me parece que es el buque insignia a partir del cual vamos a cambiar algunas cosas que se hicieron. Obviamente, vamos a hacer cosas que no se hicieron, como cambiar los planes y los programas, vamos a dejar de tener miedo a hablar de las competencias cognitivas, tecnológicas y socioemocionales que nuestros jóvenes tienen que tener en un marco de lo valórico y de las prácticas de la ciudadanía. Todo eso lleva a cambiar formatos escolares, diseños y estructuras curriculares en el gran paraguas del marco curricular. Vamos a cambiar la reformulación 2006 en Secundaria; hay que cambiar la lógica de los bachilleratos, absolutamente enciclopedistas y propedéuticos. Pasada esta emergencia, eso es algo a lo que tenemos que apuntar en los próximos años. Otra política que continuaría: la descentralización. Pondría el pie en el acelerador, voy a procurar potenciar las comisiones descentralizadas y darles mayor autonomía a los centros educativos, para que puedan atender la realidad de su contexto. Lo decía cuando asumí: en nuestra administración la flexibilización tiene que dejar de ser sinónimo de facilismo, los docentes y las comunidades educativas tendrán mayores herramientas y posibilidades de no estar encorsetados en determinados paradigmas nacionales que ven a todo Uruguay desde la homogeneidad, cuando existe mucha diversidad.

“Voy a desarrollar una política nacional docente, que no hubo. Tuvimos esfuerzos absolutamente aislados y descoordinados en lo que tiene que ver con el actor protagónico para una educación de calidad, que somos los docentes”.

¿Qué tres líneas de trabajo de la anterior administración piensa cambiar?

Voy a desarrollar una política nacional docente, que no hubo. Tuvimos esfuerzos absolutamente aislados y descoordinados en lo que tiene que ver con el actor protagónico para una educación de calidad, que somos los docentes. No logramos transformar la educación inicial, nos pasamos años de debate y diálogo entre distintos actores y la realidad es que el Codicen no aprobó los planes de estudio y seguimos con el muy mal plan de 2008. El Codicen tiene que sumar algunos esfuerzos aislados de posgrados y articularlos con el Instituto de Formación en Servicio de Primaria, la educación media y la formación docente, con foco en las necesidades efectivas, en el desarrollo de competencias tecnológicas y socioemocionales; el mundo avanza hacia las habilidades del siglo XXI y nosotros estamos ausentes desde la formación inicial y durante toda la carrera. También hay que cambiar la mala política en cuanto a la carrera docente. Creo que no nos animamos a desarrollar un conjunto de estrategias fundamentales, que es dar estabilidad a los docentes en los centros educativos, que el ascenso sea más allá de la antigüedad, que exista un cronograma de concursos establecido durante todo el quinquenio, que se sepa cuál es el futuro de la carrera, que se premie y que el desarrollo de un docente no sea sólo ir a un cargo de director o de inspector. Otra cosa que voy a cambiar es la gestión, carente de planificación y coordinación entre los distintos subsistemas. Tenemos que establecer metas claras y objetivos responsables, y estar permanentemente evaluando en una articulación con el Instituto Nacional de Evaluación Educativa [Ineed], rindiendo cuentas y modificando las acciones que llevamos adelante.

¿Qué está pensando para ampliar la carrera docente?

En su momento había pensado en un grado 8 (hoy la carrera va hasta el 7). Un grado 8 que no va a ser de ascenso automático por antigüedad, sino que permitiría premiar a aquellos que tienen formaciones específicas, maestrías, doctorados, que se han especializado en la enseñanza de su disciplina. Tenemos un problema con nuestros egresados de formación docente, que no tienen acompañamiento al novel; apuntamos a eso, a un acompañamiento a las comunidades educativas aglutinando a los docentes de esa disciplina, generando sinergia, aprendizaje colaborativo y observatorios de buenas prácticas educativas, todo eso que muchas veces sucede. Continuaría con las inspecciones aunque pasando de la lógica de la inspección a la de la supervisión, acompañamiento y desarrollo profesional.

¿En un período de gobierno da el tiempo para esos cambios?

Nosotros tenemos que dejar las bases para que continúe. Soy un convencido de que un plan nacional de educación de largo aliento no se culmina en un período de gobierno. Se pueden sentar las bases desde la participación, desde el colectivo, para que eso comience a funcionar y que luego quien llegue, en el marco de una política educativa nacional, lo continúe, sin perjuicio de ponerle su impronta. No podemos llegar y dar por concluidas, sin evaluaciones, experiencias educativas que se venían haciendo. Eso es algo que nos pasó como país, en particular a partir de 2005. En educación media Germán Rama lideró una reforma y luego muchos actores, creo que en su buena fe, decidieron retroceder en cuestiones como la radicación docente, o la transformación de la educación media superior. Por suerte, otras cosas continuaron, como los bachilleratos tecnológicos.

Durante la presentación del informe de Aristas Media, del Ineed, dijo que le preocupan las inequidades en el sistema educativo. ¿Cómo se puede trabajar para resolverlas?

Hay una herramienta que da buenos resultados: la extensión del tiempo pedagógico. También tenemos que trabajar fuertemente en tener proyectos de centro específicos en las comunidades, premiar la participación de los docentes allí, que el trabajo extraordinario que realizan sea correctamente remunerado, tener formaciones específicas para trabajar en contextos vulnerables, pero además tener acompañamientos a la tarea docente. Creo que la ANEP se debe embanderar con la articulación de políticas sociales, algo que hoy no existe; hay que coordinar con diferentes organismos del Estado y con la sociedad civil organizada, que es un aliado. Hay mucho camino por andar. Tenemos escuelas Aprender, pero son de cuatro horas, en la enseñanza media tenemos un fuerte desarrollo, pero sólo 13% del quintil 1 tiene tiempo extendido. Creo que hay que hacer convenios a nivel central: escuela pública y clubes de niños, por ejemplo. Entonces el tiempo extendido va a estar dado en educación curricular y acompañamiento con alimentación, seguimiento y actividades lúdicas recreativas, por ejemplo. Dos organismos con vocación social nos complementamos. Nosotros tenemos una propuesta, que está en el compromiso de quienes asumimos el gobierno, que es la creación de centros educativos de educación media modelo, o como se los quiera llamar, que tiene un componente de profesionalización y estabilidad de los equipos directivos y docentes (Aristas demuestra que la no estabilidad es un problema), acompañamiento y sinergia permanente con la familia, cambio pedagógico curricular y extensión del tiempo pedagógico. Tenemos que avanzar mucho en educación media siguiendo la línea de lo que está pasando con educación primaria, porque lo que nos sucede es que salen de escuelas de tiempo completo o extendido, donde tienen determinada atención, y caen en la educación media, donde además de cambios curriculares se encuentran ante el vacío de otras prestaciones complementarias a la educativa. Es un gran desafío.

Con los sindicatos

El año escolar comenzó con un paro en Secundaria en contra de la LUC, algo que Silva considera que “no fue una medida acertada” porque aún no se conocía el contenido. El presidente del Codicen espera tener “la mejor relación posible en un marco de respeto mutuo” con los sindicatos. Señaló que siempre tuvo “un buen relacionamiento”, salvo el episodio en que fue declarado persona no grata por el sindicato de docentes de Montevideo, algo que considera que no generó ni se merecía. “Vamos a tener diferencias, pero lo bueno de personas maduras y profesionales es que podemos administrar civilizadamente esas diferencias”, resaltó.

La propuesta del Partido Colorado hablaba de 136 liceos modelo, y luego en el Compromiso por el país se dejó de hablar de números...

Esto es en parte por ese trabajo que tenemos que hacer con el presupuesto. Lo que sí está claro es que se van a instalar estos centros educativos. Hoy liceos de tiempo completo, específicamente, existen ocho. Yo creo que la propuesta de educación media de tiempo completo y tiempo extendido hay que repensarla. Me arriesgo a que serán unos cuantos liceos modelos que inicien su actividad en 2021 en lugares vulnerables, donde hay grandes inequidades que nos preocupan. Tenemos 42% de fracaso educativo en ciclo básico en UTU, por ejemplo. Tenemos datos que son alarmantes en la formación profesional básica. Tenemos inequidades que quedan en evidencia no sólo en aprendizajes y en logros, como pone Aristas, sino inequidades en infraestructura. Entonces tenemos que trabajar con eso, sabiendo que a los diferentes hay que apuntalarlos con estrategias diferentes, y estamos dispuestos a hacerlo. Creo que otra línea a seguir, con cambios, es la de los Centros Educativos Asociados.

El presupuesto va de la mano con estas propuestas. ¿Cómo viene el trabajo en ese sentido?

Estamos trabajando. Tenemos un problema importante que es un desfasaje de varios cientos de millones de pesos de actividades permanentes que están financiadas con el Fondo de Inasistencias (formado por el descuento a funcionarios por faltas injustificadas), que, por ejemplo, ahora no estamos recaudando, porque no hay clases. Vamos a tener que pedir auxilio presupuestal. Lamentablemente, para el desarrollo de algunas estrategias que estaban previstas se autorizó a la ANEP a utilizar para gastos permanentes fondos no permanentes. Es una situación compleja, que tendremos que abordar con mayor detalle al momento de aprobar el presupuesto nacional, y tendremos que hablar con las autoridades económicas del país, sin perjuicio de mejorar la gestión de gasto y de inversión pública en educación, algo que siempre dije que hay que mejorar.

Este año va a ser más difícil para discutir lo presupuestal. ¿Hay alguna meta, por ejemplo el 6% del Producto Interno Bruto para ANEP y la Universidad de la República (Udelar), como plantean varios actores?

Personalmente nunca utilicé porcentajes, porque creía que eran injustos. Estamos en el entorno de 5%, creo que se precisan más recursos para la educación, no tengo duda; desde la ANEP vamos a tener que solicitar más recursos y vamos a tener que optimizar la gestión de esos recursos. Estoy convencido de que nosotros podemos mejorar la utilización de los recursos públicos.

Metas y soluciones

Aumentar a 75% el egreso en educación media superior es una de las metas de la administración anterior que no se llegaron a cumplir. ¿Cómo propone avanzar en ese sentido?

Tenemos que cambiar el formato de educación media superior, tenemos que generar espacios de aprovechamiento de la tecnología para la culminación de ciclos –en particular para aquellos alumnos o estudiantes que se han desvinculado– por medio de modalidades educativas más flexibles, que no quiere decir más fáciles. La educación semipresencial pasa a jugar un rol protagónico, el trabajo a partir de la integración de disciplinas también, así como el trabajo a partir de proyectos. Hay que potenciar los llamados liceos nocturnos, pero quizás con otro modelo educativo, y avanzar en la semestralización de los planes de estudio, que permite en menor plazo culminar distintas fases de una trayectoria educativa. La meta que la administración no logró tiene que ser la meta a seguir, por lo menos.

La administración anterior comenzó un camino para abandonar la repetición como herramienta pedagógica. ¿Piensa continuarlo?

Está demostrado que [la repetición] no funciona como instrumento pedagógico, por eso vamos a tratar de generar otro. Somos el cuarto país con mayor uso de la repetición como sistema de evaluación entre los evaluados en PISA, y los resultados son catastróficos en cuanto a los logros de nuestros estudiantes. Lo que nos ha demostrado el caso de Primaria es que por más que baje la repetición, los aprendizajes siguen siendo muy malos, incluso siendo sensiblemente inferiores a los que veníamos teniendo, por eso vamos a mejorar la repetición, pero el objetivo va a ser la mejora de los aprendizajes.

¿Cuál es la propuesta para cambiar ese escenario?

Tenemos que pasar a una evaluación por ciclos, salir de esa evaluación anual. Hay que trabajar en una evaluación que contemple otras dimensiones, no exclusivamente lo cognitivo, sino que tenga rúbricas de evaluación; buscaremos que evaluar no sea un acto individual del docente, sino que surja de la interacción con las comunidades educativas. También vamos a optimizar y potenciar las tutorías, adelantarnos a los resultados de aprendizaje, generar comunidades que acompañen cuando se detectan situaciones complicadas. Para eso es fundamental el Inventario de Desarrollo Infantil, que alerta sobre ciertas situaciones a temprana edad: si junto con INAU [Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay], ASSE [Administración de los Servicios de Salud del Estado] y otras instituciones damos soluciones temprano, eso va a replicar en sus trayectorias educativas más adelante.

¿Por qué cree que no se ha podido avanzar en este sentido antes?

Creo que es necesario tomar algunas decisiones sabiendo que no vamos a complacer a todos. Creo que hubo errores garrafales en la comunicación de este tema; lo dije cuando era consejero. Si salimos a anunciar públicamente la eliminación de la repetición y concomitantemente no se anuncia qué se va a hacer en cambio, el común de la sociedad interpreta libertinaje, que va a pasar todo el mundo. Cuando tengamos definido el cambio, vamos a decir que se sustituye una cosa por otra, siempre en un marco de monitoreo permanente del proyecto. Buscaremos, además, que participe toda la comunidad educativa. Sabemos que dentro del sistema puede haber muchos colectivos que se resistan; tendremos que dialogar con ellos, pero cuando haya que tomar decisiones, tomarlas.

Ley de urgente consideración

¿Cómo ha sido hasta ahora el relacionamiento con el Ministerio de Educación y Cultura (MEC)? ¿Ya se empezó a trabajar en el compromiso y plan nacional de política educativa?

Tenemos una muy buena relación con el ministro Pablo da Silveira, que viene de antes, y eso ayuda. Da Silveira es una persona que, contrariamente a lo que muchos dicen, respeta absolutamente la autonomía. Ambos estamos convencidos de que tenemos que mejorar la articulación entre el MEC y la ANEP porque la única entidad con responsabilidad política que puede ver todo el bosque educativo en sus distintos niveles y estructuras organizacionales es el MEC; de hecho, todos los partidos políticos, incluido el Frente Amplio, propusieron que el MEC elabore un Plan Nacional de Educación. Incluso a través del último Congreso Nacional de Educación se empezó a esbozarlo.

La diferencia es que el plan que surgiera del Congreso tendría los aportes directos de la comunidad educativa que participó. Por lo que aparece en la LUC, el plan ahora estaría hecho en exclusiva desde el ministerio.

Creo que el MEC tiene que ser el gran articulador y hacedor, mientras que los distintos organismos que tenemos responsabilidades propiciamos la participación de nuestras comunidades educativas. El último congreso esbozó en líneas generales la conveniencia de hacer un plan y algunos lineamientos generales en base participativa. Yo creo mucho en eso, y será responsabilidad de cada uno de nosotros llevarla adelante en nuestra órbita de acción.

¿Qué le parece fundamental que esté explícito en ese plan?

Las líneas de acción que van a estar en gran coincidencia con nuestro mensaje presupuestal. Creo que además ese plan va a tener que desarrollar una actividad coordinada entre la educación universitaria y el sistema educativo no universitario; deberíamos poner algunos objetivos que nos vinculen y desafíen a los dos. Lo mismo dentro de nuestro sistema educativo: tenemos que interrelacionar mucho más a la educación primaria con la media, con el foco en la trayectoria educativa.

La Udelar cuestionó la eliminación del Sistema Nacional de Educación Pública y los espacios de coordinación entre los organismos públicos de la educación en la LUC. ¿Le parece importante que existan?

Creo que sí; aunque manifesté mi discrepancia con que exclusivamente funcione desde el MEC con foco en lo público, creo que debería también tener foco en lo privado. De todas formas, no tengo dudas de que los públicos también tenemos que coordinar entre nosotros. Al ser entidades autónomas tenemos nuestros ámbitos de competencia y muchas veces no tenemos los flujos de coordinación que deberíamos. Creo que el MEC está llamado a cumplir un rol protagónico en la coordinación del sistema público, y el ministro está de acuerdo en que tiene que haber una vinculación entre las entidades públicas y debe ser una competencia del ministerio que eso exista.

Algunos académicos han cuestionado la “tendencia privatizadora de la educación” de la LUC. ¿Qué le parece?

Es un disparate. Lo digo clarísimo: podrá haber alguien que defienda tanto como yo la educación pública, pero más que yo, ninguno; estando Robert Silva en la presidencia del Codicen no hay lógica privatizadora. Lo que decimos es que la educación en el país es una y tenemos que coordinar todos los actores. Se tomó la eliminación de un párrafo sobre los tratados internacionales para hacer bandera de una cosa que no es. Lo digo con todas las letras: decir que venimos a privatizar la educación es una falacia que no tiene sustento.

Otro de los temas de la LUC que generó dudas sobre la implementación es la posibilidad de tener dos estatutos docentes paralelos. ¿Cómo lo están pensando?

Hoy por hoy, la ANEP tiene dos estatutos, uno general para los docentes y un capítulo específico para la formación docente que, si bien no fue un nuevo estatuto, muchos actores, incluidos representante de los sindicatos, decían que debía serlo. Tenemos que avanzar hacia cuestiones que nos permitan atender realidades diferentes, generar nuevas posibilidades de ascenso y desarrollo profesional, pero lo primero es no afectar los derechos adquiridos.

Uno de los cambios sería que los directores decidan con qué docentes trabajar. Eso generó varias dudas sobre la implementación.

Vamos a ver cómo se instrumenta. Lo que tiene que quedar claro es que va a regir en todo momento el respeto a los derechos adquiridos. En Primaria los directores eligen docentes para suplantar cuando un maestro falta, y lo hacen a través de un listado nacional. Yo no digo que eso vaya a pasar, pero no generemos fantasmas y temores cuando muchas de estas cosas ya pasan en el sistema. Lo que hay que hacer es instrumentarlo.

También generó controversia la eliminación de la Universidad de la Educación.

Sí, porque vamos a hacer posible lo que nadie ha podido hacer. Hubo un proyecto en 2005, la Ley General de Educación es de 2008 y estamos en 2020 y seguimos esperando. No hay acuerdo, porque las diferencias sobre la gobernanza van a seguir, se requiere una mayoría especial que no hay, entonces el camino de la LUC es propiciar el reconocimiento universitario del MEC, manteniendo en la ANEP la potestad de reconocimiento docente. Estamos dispuestos a presentarnos con nuestros programas para que haya reconocimiento universitario, es un camino que se propone como se hizo con el instituto policial, el Ejército o las universidades privadas. Creo que va a ser un desafío interesante. Yo me comprometí a trabajar por concretar el ansiado título universitario de maestros y profesores. El mecanismo está en discusión, hay gente que dice que privilegia la formación docente privada, yo creo que no. El tiempo dirá.