Seis niños jugaban juntos en el patio, tres comían la merienda al sol, un par inventaron una pelota y se la pasaban en la cancha, mientras otras tres niñas hablaban con la maestra. Así pasaban los 20 minutos de recreo en la escuela 378 de Casavalle, que reabrió sus puertas a los estudiantes después de tres meses. Junto a los niños de esa escuela este lunes estuvieron habilitados para volver otros 250.000 en todo el país.

La segunda etapa de reapertura de centros educativos implicaba para el Consejo de Educación Inicial y Primaria reactivar 850 escuelas, y sólo dos centros no llegaron a tiempo. En la mayoría la primera jornada transcurrió con normalidad, y aunque la asistencia se calculará con la semana cerrada se espera un promedio de 50%, como fue durante la primera etapa de reinicio de clases, que comenzó el 1º de junio.

Falta un par

A pesar de que en la gran mayoría de las escuelas el inicio de clases fue tal cual lo pautado, en algunas no se pudo concretar. Por ejemplo, la escuela 336, también de Casavalle, era una de las que estaban habilitadas pero no tuvo alumnos. La razón fue el atraso en las obras de reconstrucción de la escuela, que comenzaron en octubre del año pasado y deberían haber finalizado en febrero. El edificio tiene tres alas y todas están en obra; el colectivo de trabajadores asegura que no hay forma de limpiar un espacio sin que vuelva a llenarse de polvo, por lo tanto decidieron no abrir las puertas hasta que puedan liberar la mayor parte de los salones, para poder trabajar con las distancias que demanda el protocolo.

Por otra parte, un jardín de infantes de Montevideo no llegó a realizar los contratos con los auxiliares de limpieza, por lo que abrirá cuando cuente con todo el personal que demanda la nueva normativa.

Entre los centros que abrieron este lunes estaban los jardines de infantes, las escuelas primarias urbanas comunes, de práctica y de tiempo extendido de todo el país, menos las de Montevideo y el área metropolitana, y las escuelas Aprender y de tiempo completo de Montevideo y alrededores, que se sumaron a las que ya estaban abiertas en el resto del país desde principios de mes.

En la escuela 378 los niños fueron recibidos por las maestras en el hall de entrada, donde había una flor pegada en el piso cada metro y medio, de forma de visualizar la distancia. Patricia Riola, directora del centro, comentó a la diaria que antes de empezar se hizo una reunión con el colectivo docente y organizaron las entradas y salidas de forma escalonada para evitar aglomeraciones: un turno de estudiantes entra a las 8.00 y sale a las 11.00, mientras que la otra tanda entra a las 8.30 y sale a las 11.30.

Los grupos son en promedio de 28 niños, por lo que para guardar la distancia los dividieron en dos subgrupos: una mitad de la clase irá lunes y martes y los otros compañeros irán jueves y viernes. Mientras tanto, se mantiene el trabajo virtual. Los recreos también están divididos en dos tandas y se redujeron a 20 minutos. El protocolo se cumple a rajatabla: alcohol en gel para entrar, distancias en la clase y alfombras sanitarias en la entrada de la escuela y del patio.

Riola detalló que su escuela estuvo “en contacto permanente con la gente”, porque siguió abierta para repartir las viandas. Al comenzar la emergencia sanitaria, 149 de los 360 niños pidieron sumarse al servicio de alimentación, pero a medida que se incorporan a clase se suman estudiantes que piden el almuerzo.

Durante las entregas de alimentos las docentes ayudan a los padres con la tarea de educar en casa, explican el uso de las plataformas, las tareas que se mandan e incluso entregan material impreso para los que tienen problemas de conexión. Según comentó la directora, en toda la institución cuatro niños no pudieron avanzar académicamente; las maestras entraron en contacto con las familias y conocían la situación particular de cada una, pero los niños no pudieron entregar las tareas. Más allá de estos casos puntuales, la directora también sabe que en promedio cinco niños por clase tuvieron conexión intermitente.

Escuela 378 en Casavalle, el 15 de junio.

Escuela 378 en Casavalle, el 15 de junio.

Foto: Mariana Greif

Sobre la asistencia presencial, que rondó el 50% de los convocados, Riola afirmó que era lo que esperaban. “Los padres habían expresado que por temas de salud como cardiopatías o asma en los niños no los iban a mandar, porque les daba miedo, y también hay preocupación por el virus en sí mismo, por desconocimiento, por temor al contagio, prefieren no mandarlos por ahora. Algunos comentaron que tal vez después del invierno volverían”, destacó.

La dinámica en clase cambió, y eso puede significar ciertos atrasos con la planificación, aunque, según la directora, “son menos horas de trabajo pero son menos niños; es una fortaleza, en ese sentido, porque el maestro puede trabajar con ellos de forma individual y profundizar. Se va a focalizar en lengua y matemática, y se va a ir avanzando al ritmo de los chiquilines”.

Sexto año es un grado que preocupa particularmente a las autoridades, por lo complicado del pasaje a educación media. En la escuela 378 decidieron hacer un periódico como proyecto especial con esos estudiantes para profundizar en competencias de lectura y escritura, uno de los puntos débiles.

En el caso de educación inicial, los cambios en la dinámica de la clase son aún más notorios. la diaria recorrió el jardín 377 de Casavalle, donde comenzaron las dos clases de nivel cinco: en una de ellas había cuatro niños y en la otra seis, cada uno en su mesa individual. Una maestra utilizó un hilo largo para explicar que de ahora en más esa será la distancia que deberán mantener entre cada uno. Cuando preguntó si sabían por qué debían estar separados, Diego no dudó en responder: “Es por el coronavirus”.

Los grupos de cinco se dividieron en dos y cada subgrupo va dos días. También en el jardín la presencialidad rondó el 50% de los convocados, algo que era esperado por los docentes.