En su estudio Dos años después: Salvando a una generación, que toma el período más duro de la pandemia, en el que se cerraron aulas por el aumento de casos de covid-19, el Banco Mundial (BM) y Unicef destacan que los resultados de Uruguay demuestran la “importancia” de la “preparación previa” para la educación a distancia. Según destacan en el informe, que fue realizado en conjunto con Unesco, en el país no se registraron “reducciones significativas en los resultados de aprendizaje, expresados en calificaciones promedio”. Ello se concluye con base en el estudio Aristas, del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), tanto de 2017 como de 2020, que utiliza una muestra representativa de todos los estudiantes de tercero y sexto grado.

Para los organismos internacionales, la obtención de mejores resultados en Uruguay estuvo relacionada, en términos generales, con que estaba mejor preparado para la educación a distancia, “gracias al Plan Ceibal”, que “amplió el acceso a internet y a las computadoras para estudiantes y docentes”. “La relevancia del Plan Ceibal obtuvo mayor visibilidad en el contexto de la pandemia por el aumento del uso de plataformas. Casi el 90% de los docentes indicaron que, durante la pandemia, estuvieron conectados con los estudiantes a través de una plataforma del Plan Ceibal”, resaltaron.

Asimismo, el estudio muestra que la reapertura “rápida” de las escuelas también contribuyó a obtener mejores resultados. Por ejemplo, los estudiantes de tercer año escolar que asistieron al centro educativo con mayor frecuencia muestran niveles de lectura “más altos”. En tanto, de los niños con baja asistencia, solo 19,4% alcanzó los niveles 4 y 5 de lectura, en comparación con 33,1% de los niños que asistieron a clases de manera habitual. En ese marco, consignaron que 100% de las escuelas primarias y del primer ciclo de secundaria tenían conexión a internet y acceso a dispositivos digitales, como laptops o tablets.

En cuanto al desempeño en matemática, se obtuvo un resultado similar. A modo de ejemplo, el informe cita que en tercer grado solo 11,4% de los niños con muy baja asistencia alcanzó los niveles 4 y 5, en comparación con 27,2% de los niños que asisten a clases de manera habitual o frecuente.

Tal como han indicado varios estudios nacionales, la pandemia “interrumpió el proceso educativo de manera desigual”, en función del contexto de las familias. En ese sentido, los niños que no estuvieron en las aulas o, mejor dicho, quienes volvieron más tarde, eran, en gran medida, “niños en condición más vulnerable”. En consecuencia, el BM y Unicef apuntan que “parece haber aumentado la brecha académica entre los estudiantes con mayores y menores ingresos”. “Estos datos reflejan muy bien el impacto de la falta de asistencia sobre el aprendizaje en otros países, teniendo en cuenta que su situación probablemente es mucho peor, dada la preparación que tenía Uruguay para la educación a distancia”, remarcaron.

Preocupación a futuro

En lo regional, el BM y Unicef prevén que cuatro de cada cinco niños de sexto año “no alcance el nivel mínimo de comprensión lectora”. Destacaron que si bien la región “ya se encontraba en una crisis de aprendizaje” antes de la pandemia, esto representa un “agravamiento sustancial”. “Esta nueva y alarmante estimación también sugiere que luego de dos años de cierre de escuelas en la región a causa de la covid-19, los resultados del aprendizaje podrían haber retrocedido más de diez años”, advirtieron.

Según el informe, la falta de “habilidades básicas” de los estudiantes, en especial las que tienen que ver con estos bajos niveles de comprensión lectora, fue una “limitación clave” para la educación a distancia. Además, indican que esto es aplicable a los estudiantes más desfavorecidos, que no tuvieron acceso a las plataformas en línea de alta tecnología ni a la enseñanza virtual sincrónica.

En ese sentido, los organismos señalaron que, “a fin de superar los desafíos previos y posteriores” a la pandemia y “reducir significativamente la ‘pobreza en el aprendizaje’ en la región”, los sistemas educativos deben “centrarse” de “manera efectiva” en el desarrollo de niveles de competencia básicos en lectura, escritura y matemática para todos los estudiantes.

En ese marco, recomendaron un conjunto de políticas para optimizar las oportunidades de aprendizaje en la región, como mejorar la “preparación para aprender” y la calidad y efectividad de los docentes. A su vez, el informe pide revisar los programas de estudio vigentes y el tiempo de enseñanza para “reforzar las habilidades principales de alfabetización” y volver a “enfocar” el sistema y la gestión escolar hacia el desarrollo de habilidades básicas.

¿Y los docentes?

El informe indica que, antes del comienzo de la pandemia, la “oferta de formación digital” para los docentes era, a menudo, “muy básica y no sistemática en la región, lo que probablemente explicaría estos déficits”. “La formación pre-servicio de los profesores, teniendo en cuenta elementos para el desarrollo de las competencias digitales, no suele incluir una formación avanzada en términos de incorporación de la tecnología a la pedagogía”, se señala, y como ejemplo se menciona la importancia del “uso de tecnologías de aprendizaje adaptativo, la integración del pensamiento computacional en todas las áreas, la creación de contenidos digitales o cuestiones relacionadas con la seguridad en los entornos digitales”.

Según el organismo internacional, Uruguay fue el único país que antes de la pandemia “había desarrollado todas las condiciones básicas” para la educación digital, como la conectividad escolar, plataformas digitales, tutorías virtuales, paquetes de recursos digitales y repositorio digital de materiales. Sin embargo, se señala que en el país la formación universal en competencias digitales para los profesores “no estaba implementada”. “A pesar de que el programa nacional Plan Ceibal de EduTech ofrece una amplia gama de herramientas de desarrollo profesional, no sólo en las habilidades específicas necesarias para utilizar las herramientas y plataformas digitales, sino también en las tendencias educativas innovadoras, la oferta todavía no está incorporada en los programas de pre-servicio, y no se requiere ninguna formación digital para convertirse en un profesor”, apunta el estudio.

Por otra parte, se señala que, en el plano regional, varios países de América Latina y el Caribe reaccionaron a la pandemia “cancelando o reduciendo” las evaluaciones nacionales para el seguimiento del aprendizaje y otras evaluaciones a gran escala, incluidas las que se llevaban a cabo para certificar la educación primaria o secundaria y los exámenes de ingreso a las universidades. Por el contrario, Uruguay, junto con Brasil y El Salvador, hicieron evaluaciones. “Lo paradójico es que los países estuvieron más dispuestos a abandonar sus evaluaciones nacionales de seguimiento que sus exámenes de certificación”, concluyeron.

Un éxito

El informe destacó que Uruguay fue el primer país de América Latina en regresar de “manera exitosa” a las clases presenciales. En ese sentido, consignó que el regreso a la escolaridad fue un “proceso gradual” que comenzó con la apertura de las escuelas rurales en abril de 2020 y que hacia junio del mismo año casi todas las escuelas habían abierto nuevamente. A su vez, recordó que el Ministerio de Salud Pública elaboró un protocolo que las escuelas debían aplicar, “con especial atención” en mantener el distanciamiento físico en las aulas, y en especial, en los recreos. “La asistencia presencial no era obligatoria y se combinaba con la enseñanza en línea”, se agrega. Asimismo, el estudio indica que se implementó una campaña inclusiva de regreso a la escuela con transferencias monetarias dirigidas a alumnos con alto riesgo de deserción escolar.