En agosto de 2020 irrumpieron distintas iniciativas en redes sociales para denunciar situaciones de violencia de género en el ámbito de la cultura. Los casos que resonaron con más fuerza fueron los vinculados al Carnaval, pero también hubo denuncias contra varones de la música y el teatro, entre otros espacios.
Esto marcó un antes y un después para muchas organizaciones e instituciones vinculadas a la cultura, que de alguna manera se vieron interpeladas. En el caso de la Comisión de Género de la Sociedad Uruguaya de Actores (SUA), se sintió como un “cachetazo” que obligó a reflexionar y tomar medidas, explicó la actriz Florencia Zabaleta, una de sus representantes, a la diaria. Una de esas medidas fue la elaboración de un protocolo para casos de violencia y acoso en el ámbito laboral y educativo de las artes escénicas y las producciones audiovisuales, que fue aprobado y presentado este mes.
La Comisión de Género de SUA venía trabajando en el tema desde hacía un tiempo, pero las denuncias en las redes sociales aceleraron algunos procesos que derivaron en una resolución de la asamblea extraordinaria del sindicato, que estableció por escrito la necesidad de elaborar un protocolo de prevención, atención, investigación y sanción ante situaciones de violencia específicamente en estos contextos. Lo que pasó en las redes “fue como una especie de diagnóstico de situación, de poner en palabras situaciones que nos incomodaban, que eran inaceptables pero que nos costaba decirlo y ponerle voz”, contó Zabaleta, y aseguró que a partir de ese momento “hubo algunas, seguramente más jóvenes, que se animaron a hablar”.
El protocolo contempla todas las formas de violencia definidas en la Ley 19.580 y el acoso sexual laboral regulado por la Ley 18.561. Parte de la concepción de que todas las personas tienen derecho a vivir “en un mundo del trabajo libre de violencia, de acoso y de discriminación”, tal como establece el convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La integrante de SUA aseguró que el documento está construido con un “enfoque inclusivo”, en tanto “incluye a todas las personas del mundo del trabajo”, lo cual implica “no solamente a las que tienen un contrato sino también a las que no tienen contrato, a las que buscan trabajo, al trabajo voluntario, a las aspirantes, a las personas que han dejado de trabajar”. Es también inclusivo porque abarca “a todas las personas: hombres, mujeres y disidencias”. Además, está atravesado por la perspectiva de género, ya que tiene en cuenta que “hay una población más vulnerable” a las situaciones de violencia y acoso, que son las mujeres y las adolescentes.
De acuerdo con el documento, al que accedió la diaria, el protocolo aplica para todas las situaciones de discriminación, violencia y/o acoso que tengan lugar “durante el trabajo, con relación al trabajo o como resultado del mismo”. Esto incluye los ámbitos de trabajo de cualquiera de las ramas de actividad abarcadas por el sindicato, como salas teatrales, lugares de ensayo, reuniones, castings, pruebas de vestuario, notas de prensa, medios de transporte, espacios comprendidos en las giras, audiciones, sets de grabación, estudios de grabación, locaciones diversas, oficinas de las productoras, entre otros. El protocolo también se aplicará en los espacios de formación de las artes escénicas y del audiovisual, como pueden ser cursos, talleres, ámbitos de investigación o escuelas.
Zabaleta resaltó que el documento pretende abordar todas estas situaciones “desde un marco preventivo, de investigación y, en última instancia, si correspondiera, de sanción”. De acuerdo con el protocolo, las denuncias se deberán realizar ante la Comisión de Ética de SUA y podrán ser presentadas tanto por las víctimas como por otras personas que tomen conocimiento de estas situaciones.
La representante del sindicato adelantó que en los próximos días se pondrá en marcha una estrategia de difusión del protocolo para que el texto completo sea accesible para todo el mundo.
Poner en palabras
Para Zabaleta, la puesta en marcha de este instrumento introduce un cambio sustantivo en la forma de abordar las situaciones de discriminación, acoso y violencia en el contexto de las artes escénicas y las producciones audiovisuales. En primer lugar, porque “nos obliga a hablar del tema” y lo “pone arriba de la mesa”. “Si tenemos un problema y no lo ponemos en palabras, el problema no existe. Entonces, en tanto tiene palabra, determina que estas son las situaciones inaceptables y que no queremos tolerar más. Si esto sucede tenemos un problema y tenemos que darle una solución”, aseveró la actriz.
Pero, además, es una herramienta “garantista”, dijo, “en el sentido de que es un debido proceso legal como corresponde, que da garantías a la persona que denuncia pero también a la persona denunciada”. En ese sentido, aseguró que “da garantías de defensa, establece el principio de confidencialidad y de reserva de todas las actuaciones, el principio de no revictimización, el principio de no confrontación en ninguna instancia entre la persona denunciante y la persona denunciada, que son todas cosas que establece nuestra ley y la normativa internacional también”. A su entender, estas garantías “ayudan a las personas a que denuncien”.
De acuerdo con la integrante de SUA, recién se podrá evaluar su funcionamiento “en un año o dos años”, cuando se pueda hacer un monitoreo de la situación. “Una política no es buena si no se aplica. Esto quiere decir que si a lo largo de uno o dos años no tuvimos denuncias o consultas, vamos a tener que decir que fracasamos y deberemos generar otro instrumento, porque que no haya denuncias no significa que no haya situaciones de violencia, sino que no hay confianza en el instrumento”, afirmó.
De todas formas, Zabaleta insistió en que se trata de “un proceso dinámico que implica sobre todo un cambio cultural, de poder decir que estas situaciones se volvieron inaceptables, porque dañan, lesionan y nos hacen mal”. La actriz aseguró que estamos ante un “cambio de paradigma”, reforzado por iniciativas recientes como el movimiento #MeToo en Estados Unidos o el #MiráCómoNosPonemos en Argentina, que contribuye a “desnaturalizar” determinadas conductas.
“Había muchas acciones naturalizadas por cuestiones culturales. A nivel local, había una cultura del ídolo, esto de que, con tal de trabajar con determinadas personas que son muy reconocidas y que tienen una gran trayectoria, nos sometíamos a situaciones que no eran las que nos hacían bien, tanto a nivel personal como a nivel creativo”, consideró.
La actriz dijo que “muchas compañeras dejaron procesos porque creían que no podían trabajar ni crear de esa forma, y en realidad ahí lo que estaban mal eran las reglas de juego”. En su opinión, esto repercutió en las mujeres y también en muchos varones, que empezaron a reconocer actitudes que “lesionaban”.
“Lo importante es que la persona que se sienta violentada o acosada en el espacio del trabajo lo pueda decir, que esto tenga consecuencias, que haya garantías para que se haga un proceso justo para las dos personas y que, en definitiva, yo no tenga que elegir entre mi derecho a trabajar y mi derecho a vivir en un ambiente libre de violencia, sino que tenga derecho a las dos cosas a la vez”, señaló Zabaleta. El protocolo apunta a eso: “Lo hacemos para trabajar mejor y, en consecuencia, vivir mejor todas, todos y todes”.