Los sindicatos policiales han alertado en múltiples oportunidades sobre los suicidios en la Policía. Una vez sí y otra también reclamaron atención oportuna en salud mental, también porque hay denominadores comunes en los casos de policías que se matan: persecuciones, hostigamiento y acoso de los mandos. Familias de policías que se suicidaron plantearon también que llegaron a denunciar estas situaciones, a pedir ayuda, pero no recibieron ni respuesta ni contención de parte del Ministerio del Interior. Para los sindicatos policiales no hay dudas: “Es una emergencia notoria”; en pos de encarar una “urgente atención a esta realidad”, lograron que el PIT-CNT acompañe este reclamo.

Las jerarquías del Ministerio del Interior han relativizado la emergencia. Tal es el caso de Santiago González, director de Convivencia y Seguridad Ciudadana de esa cartera, quien en plena emergencia de suicidios, en octubre de 2022, señaló que este es “un problema como sociedad” y “no es un problema de la Policía”, porque según González, basado en datos que no fueron aportados en ese momento, “no es mayor el porcentaje de suicidios de un policía que de un trabajador municipal o un bancario”.

Sin embargo, los datos contradicen al jerarca. A partir de un pedido de acceso a la información que hizo Informativo Sarandí se pudo saber que la tasa de suicidios en la Policía triplica la tasa general de la población. Mientras que la tasa de suicidios de policías en 2022 fue de 63 cada 100.000 personas, la de la población general fue de 21 cada 100.000 personas.

En 2022 se suicidaron 21 policías. Una cifra superior a la de 2021, año en el que se mataron 16 policías y más alta aún que la de 2019, año en que se suicidaron 13 policías. 2020 fue una excepción: se mataron cuatro policías.

La mayoría de los policías que se matan son varones y tienen menos de 50 años

El Ministerio del Interior aportó a Informativo Sarandí un desglose de las cifras de suicidios según la fecha, edad y sexo de los policías que se mataron; también aportó el número de evento del Sistema de Gestión de Seguridad Pública (SGSP) que identifica cada hecho.

En el informe se aclara que se aportaron los datos teniendo en cuenta que quien cargó el evento del suicidio en el SGSP lo haya hecho de forma correcta, es decir, que haya puesto “policía” en la ocupación. “No estamos exentos de una posible omisión en el registro correcto de este campo” y por eso “se sugiere cruzar este dato con Recursos Humanos del Ministerio del Interior, el área de Salud Mental del Hospital Policial, o alguna unidad competente dentro de la Dirección Nacional de Asistencia y Seguridad Social Policial (Caja Policial)”, planteó el comisario general Fabricio Fagúndez, director de la División de Sistemas de Información, que aporta en su respuesta al pedido de acceso a la información de radio Sarandí sobre los datos disponibles en el sistema. El exdirector de la Dirección Nacional de Sanidad Policial, actual jefe de Policía de Florida, José Pedro Delgado, y Daniela Moreira, coordinadora general del Departamento de Salud Mental de la Dirección Nacional de Sanidad Policial, también firman el informe.

En el documento aportado se desglosan 47 de los 54 suicidios que ocurrieron entre 2019 y 2022. Faltan datos sobre uno de los 13 suicidios que hubo en 2019, también sobre uno de los cuatro que hubo en 2020 y faltan datos sobre dos de los 21 suicidios que hubo en 2022. Sólo los suicidios de 2021 están desglosados por completo.

De los datos aportados, 41 de los policías que se suicidaron eran varones (87%) y seis eran mujeres (13%). El policía más joven que se suicidó tenía 20 años y el mayor tenía 74 años.

La gran mayoría de los suicidios ocurren antes de los 50 años. La década entre los 30 y los 40 años es la que concentra mayor cantidad de hechos, seguido por la década entre los 20 y los 30 años.

De los 21 suicidios de policías que hubo en 2022, cuatro fueron en Montevideo; tres en Rivera; dos en Maldonado, Rocha y San José; y uno en Canelones, Treinta y Tres, Cerro Largo, Artigas, Florida, Colonia, Lavalleja y Río Negro.

En 2021 hubo 16 suicidios: cinco fueron en Montevideo, tres en Canelones, dos en San José y uno en Rivera, Artigas, Florida, Lavalleja, Río Negro y Soriano.

De los cuatro suicidios de policías que hubo en 2020, uno fue en Montevideo, otro en Canelones, otro en Rivera y otro en Río Negro.

De los 13 suicidios que hubo en 2019, cuatro fueron en Montevideo, tres en Maldonado, y uno en Canelones, Tacuarembó, Cerro Largo, Rivera, Paysandú y Durazno.

Las acciones y la voz de los sindicatos

Este tema ha sido central para todos los sindicatos policiales y está en la agenda de la Unión de Sindicatos Policiales (USIP) y de la Coordinadora Nacional de Sindicatos Policiales (Conasip), ámbitos que nuclean a varios de los 24 sindicatos que hay en la Policía.

El Sindicato de Funcionarios Policiales de Montevideo-Uruguay (Sifpom) presentó al presidente de la República, Luis Lacalle Pou, un proyecto de ley para la prevención del suicidio en la Policía. También lo compartió con el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, con la intención de que impulse el proyecto. Hasta ahora, es un debe. Desde Sifpom afirmaron que “el mensaje debe ser fuerte y claro a esos malos mandos que terminan enfermando policías” y pidieron a la cartera “respeto” para los trabajadores y que las jerarquías “no se sigan transformando en mandos nostálgicos que piensan que presionar, hostigar y enfermar a sus policías es la manera de conducir”.

Por su parte, desde el Sindicato Único de Policías del Uruguay (SUPU) expresaron que “es increíble la deshumanización y falta de empatía que cierto personal superior tiene con sus subalternos para tratar de prevenir estos hechos”. También rechazaron el accionar de las autoridades al no reconocer esta realidad: “No viendo por nuestra parte cómo se nos cuida ya que ni siquiera se nos reconocen enfermedades profesionales, teniendo un alto porcentaje del personal certificado por las mismas”. En este sentido, pidieron a la institución que “se tome con seriedad y en forma inmediata medidas que permitan terminar con lo que ocurre; las señales están, sólo hace falta saber leerlas y con ello salvar una vida”.

En diálogo con la diaria, Patricia Noy, vicepresidenta del Sifpom, afirmó que “el suicidio en la Policía es una pandemia silenciosa” que se debe a “la complejidad de la tarea y las situaciones que se viven a diario, las cosas que se ven”, todas relacionadas con la violencia: homicidios, suicidios, conflictos familiares, accidentes de tránsito, etcétera. “A todo eso le sumamos muchas veces las persecuciones laborales y el acoso sexual” que atraviesan las y los policías, según Noy, algo que, señaló, “obviamente impacta en la psiquis del policía”.

La vicepresidenta del Sifpom criticó que “no hay una atención inmediata, así como tampoco una prevención”. En este sentido, graficó cómo se da la atención actualmente: “Hoy un compañero va a puerta de emergencia desbordado y pidiendo ayuda y sale con un pase a psicólogo o psiquiatra para dentro de un mes y medio o más”. Noy destacó una de las propuestas que hicieron en la Comisión de Salud Mental del Ministerio del Interior, la cual integran: “Uno de los puntos que se habló es que hubiera un médico psiquiatra o un psicólogo en la puerta de emergencia para dar una atención primaria e inmediata”. “Eso aún no se implementó, al igual que una línea de prevención de suicidio que hasta el momento tampoco comenzó a funcionar, pero estamos a la espera de eso”, lamentó.

Por otra parte, sobre los dichos de González, dijo que “en su momento él lo aclaró, que tal vez no se entendió la forma en que realmente quiso expresarlo”. “Obviamente, las cifras y las estadísticas no las inventamos nosotros y es una realidad el suicidio en la Policía”, señaló, e indicó que esta es una de las principales causas de fallecimiento de policías no sólo en Uruguay sino en el mundo. “No querer verlo y reconocerlo sería algo ilógico, sobre todo cuando el propio ministerio creó una Comisión de Salud Mental para poder abordar el tema”, subrayó, y agregó que “no se trata de minimizar la tarea de ningún trabajador, pero el nivel de estrés y las situaciones cotidianas que vive un policía no las vive un municipal o un bancario”.

En conversación con la diaria, Roberto Cardozo, presidente del SUPU, señaló que “los datos que se conocen sobre que los suicidios en la Policía triplican el promedio nacional y nos alarma mucho”, y recordó que “el año pasado manifestamos nuestra preocupación por la cantidad de compañeros que tomaron esa decisión, ya que en 2022 hubo un aumento muy significativo respecto de 2021”.

Cardozo subrayó lo expresado por Noy: “La USIP ya ha solicitado al Ministerio del Interior que instale en la puerta de emergencia del Hospital Policial un consultorio de emergencia psicológico para tratar a los trabajadores en vez de dar un certificado médico y radiarlos del servicio, con el perjuicio económico y emocional ante la suspensión en su tarea habitual”. No dudó en plantear que “el aumento de la tasa de suicidios se debe a las condiciones de trabajo, multiempleo, abusos sistemáticos que reciben en su labor diaria y el estrés propio de la función”.

El presidente del SUPU se refirió a los dichos del director de Convivencia y Seguridad Ciudadana. Planteó que “no nos asombra” y que “vemos como muy tristes sus manifestaciones” porque “demostró un desconocimiento total del problema que afecta a los trabajadores policiales, minimizando el mismo, que existe y es grave dentro de la Policía Nacional”. Cardozo agregó: “Me sorprende la ignorancia de este señor al manifestar que no es mayor el porcentaje de suicidios de policías que de un trabajador municipal o un bancario”, porque demuestra que “desconoce que el trabajador policial todos los días se enfrenta a situaciones que lo afectan psicológicamente, debiendo tener apoyo psicológico, que el Ministerio del Interior por medio del Hospital Policial no está brindando”. “Realmente no sabe dónde está parado, sólo habla por hablar; el problema es grave, hay que preocuparse y ocuparse. De esta forma el Ministerio del Interior demuestra poco interés sobre la salud mental de sus trabajadores”, sentenció el presidente del SUPU.

Por su parte, Rudeber Buela, secretario general del Sindicato de Policías Agremiados Canarios (Sidepac), dijo a la diaria que “los parámetros por los que discurre la problemática son complejos, tienen varios orígenes y no es fácil desentrañar qué problema psicológico tiene cada policía”. Señaló que “históricamente le hemos dado poca importancia, pero es verdaderamente un tema de relevancia que hay que abordar”. Buela considera que “para evitar llegar a problemas psiquiátricos es necesario trabajar en un abordaje psicológico preventivo del policía”, algo que, según señaló, “en la Policía es inédito, no existe, no se ha dado, salvo algún tímido intento hace más de dos años”.

Buela hizo especial énfasis en que “en este último tiempo el policía se ha visto envuelto en un rollo de que ‘no hay que aflojar’, de que parecería que hay que aguantar y que hay que aguantarlo todo”. Afirmó que “en eso entran muchas cosas por las que el policía termina desbordado”, a la vez que “termina desbordado porque para aguantar hay que tener respaldo y el respaldo viene de la mano de lo económico, y no olvidemos que hemos tenido una pérdida salarial imponente en los dos últimos años”. “La pérdida de salario y la inflación impactan en las posibilidades económicas de sustentar a la familia, lo que ha generado más multiempleo”, afirmó. Por un lado, planteó que se da “en la interna del Ministerio del Interior, porque aumentaron las horas de 222 [servicio privado de seguridad] que los policías hagan, pero es a costo de su propio sacrificio”, lo cual “no es un aumento de salario, sino que es un aumento de trabajo”. A su vez, está el multiempleo “que se da en el sector privado al mismo tiempo que en el público”.

“Eso está haciendo que la gente que se había acostumbrado a poder tener un pasar de vida un poco más holgado, poder estar más con la familia, hoy no esté pudiendo cubrir esa área fundamental que es lo afectivo y poder hacerse cargo de las maternidades y paternidades sanas, con tiempo, como tiene que ser”, indicó Buela, que consideró que “esos parámetros están generando una anomia social que está golpeando muy duro a la baja”.

Por otra parte, se refirió a la importancia de la capacitación: “Siguen entrando [funcionarios] a la Policía y teniendo un escaso entrenamiento para que la persona se blinde lo suficiente para poder afrontar la vida laboral”. Según el secretario general del Sidepac, “antes del 2000 podía llegar a trabajarse con poca cosa”, pero “hoy en Uruguay el policía debe constituirse como un verdadero profesional, y para eso la inversión en formación y educación es fundamental”.

Además, hay otro aspecto que Buela considera fundamental: las relaciones dentro de la fuerza. “En la Policía no existen las relaciones laborales, existe la relación jerárquica, existe la orden, son otras cosas”.

A su vez, sumó otro elemento clave, que tiene que ver con el rol de los policías y la realidad social: “Hay muchas áreas que impactan en la psicología de la persona, y en estos tiempos en los que estamos volviendo a situaciones económicas complejas, que están haciendo recrudecer dinámicas sociales de miseria, de injusticia social, el policía también sale a la calle y lo ve, y tiene que lidiar con eso a diario. Tiene que vivir muchas veces en los círculos en que están en esas circunstancias, y eso genera que el ser humano que lleva el uniforme se vea golpeado y permeado por toda esa problemática”.

“Todas estas cuestiones se suman, generando un efecto negativo que para sobrellevarlo es necesaria una apoyatura diferente y no la que se dice que se tiene, que no es real. Hoy estamos saliendo a la calle con muchas desventajas en cantidad de personal, con mucha sobrecarga laboral, sobre todo en el interior del país, algo que es acuciante. También ocurre en algunas direcciones nacionales, como Bomberos, Policía Caminera y el Instituto Nacional de Rehabilitación”, denunció el representante del Sidepac.

Sobre los dichos de González, dijo que “las estadísticas hablan por sí solas” y que tanto al Sidepac como a la Conasip “les preocupa muchísimo la situación del suicidio de los policías y el incremento que hubo”, el cual señaló que “hace activar unas alarmas que nunca habían estado tan pendientes”. “No compartimos los dichos del director de Convivencia, no nos parece que sea de recibo que un representante del Ministerio del Interior tenga esas palabras para con los funcionarios de su cartera ni para el público en general, cuando hay números reales que fundamentan” la preocupación, criticó. Agregó que “en algún punto tuvo otras palabras al respecto, en las que intentó generar otro ambiente con el discurso, pero esas palabras no fueron bien recibidas ni por el Sidepac ni por la Conasip, y mucho menos por cada policía”.

“Son temas que surgen y de los que se habla a cada rato. La pérdida de un compañero golpea muy fuerte entre las filas y se habla durante mucho tiempo. Es acumulativo y lleva a recordar. Es duro y difícil que se encare un discurso de ese tipo cuando hay familias detrás que están escuchando y están siendo depositarias de todo lo que se dice en los medios”, indicó Buela, que subrayó que “no es por ahí”. “No avalamos ese discurso ni lo compartimos. Al contrario, intentamos que ese tipo de discursos no se sigan propagando, porque verdaderamente no ayudan a la causa al minimizarla. La problemática del trabajador policial es muy compleja y no puede tomarse tan a la liviana”, sentenció.

Por otro lado, Raúl Pereira, secretario general del Sindicato de Policía de Maldonado (Sipolma), planteó a la diaria que “el suicidio es un fenómeno muy grave que afecta a nuestra Policía Nacional” y que “tiene múltiples factores” a los que “hay que agregarles además que históricamente el Ministerio del Interior no trabaja el tema en profundidad, a pesar de varios intentos por desarrollar una política de prevención del suicidio”.

Pereira agregó que, “en este sentido, vemos con asombro cómo algunos integrantes del ministerio tratan las cifras de suicidios muy livianos de cuerpo, comparando las muertes de policías con otras ramas de actividad, como si se tratara sólo de un número”, criticó, y enfatizó que “más aún desconociendo que detrás de ese número hay una persona, hay familia, hijos, padres, hermanos; en definitiva, familias destrozadas por la pandemia silenciosa del suicidio”. “Para el Ministerio del Interior, los policías seguimos siendo números que tenemos que cerrar una ecuación positiva para el botín político electoral en el que se ha transformado la seguridad pública”, concluyó Pereira.