En el marco de la décima edición del Día del Futuro, la diaria y el Centro Regional Este de la Universidad de la República (CURE) invitaron a representantes políticos y sociales de Maldonado a debatir y reflexionar sobre cómo conciliar la necesidad de desarrollo con la preservación del valor de la naturaleza.
Maldonado ha ido en constante crecimiento. Según el último censo del Instituto Nacional de Estadística, en 2011, la población total era de 164.298, mientras que en 2004 había 140.192 habitantes y en 1996, 127.277, lo que implica una tasa anual media de crecimiento de 11,9. Punta del Este y la capital departamental, ciudad homónima, forman el segundo conurbano más amplio y concurrido del país, según datos de la intendencia. Pero tras la pandemia, Maldonado fue sacudida como todas las ciudades, y particularmente el sector turístico, su principal actividad de desarrollo. En ese marco el jueves 18 se realizó en el CURE el Día del Futuro con dos propuestas que generaron un próspero debate entre los expositores y el público.
Tras la propuesta de imaginar el turismo dentro de diez años, fue imprescindible reflexionar qué Maldonado se quiere para el futuro. Se vibró en la misma sintonía: la de ir hacia un modelo de sostenibilidad que respete el medioambiente con la educación como pilar fundamental. No hay fórmulas mágicas para equilibrar el desarrollo del turismo y una urbanización que genere el menor impacto posible negativo en el ambiente, pero se acordó en la necesidad de trabajar en conjunto entre habitantes, empresarios, comerciantes, trabajadores y políticos, para tener “una sociedad sin explotados ni explotadores” rumbo a ese proceso de “construir para las generaciones futuras y en un mundo habitable para todos”, remarcó el secretario general del Sindicato Único Gastronómico, Óscar Andino, quien aseguró que el sector viene trabajando desde 2017 con el Ministerio de Turismo (Mintur) en un Estudio prospectivo en turismo a 2050, disponible en internet.
Martín Laventure, director de Turismo de la Intendencia de Maldonado, enfatizó que para mirar el futuro se necesita un presente comprometido. Reconoció que falta hacer mucho en turismo, pero valoró la diversificación de las ofertas turísticas, la creación del CURE y la especialización en Turismo que permite la ocupación laboral de profesionales en distintas áreas, el crecimiento de Maldonado hacia el interior y su “encanto”, que sigue conquistando a extranjeros.
Mariana Pírez, presidenta de la Asociación Nacional de Guardaparques, rescató la riqueza paisajística de Maldonado de costas, sierras, lagunas, montes nativos y la diversidad de especies y ambientes: un gran potencial para promover el turismo ambiental. Mostró preocupación por cierto desperdicio del ecosistema generado por espacios públicos que son poco atendidos, desaprovechándose así técnicos e idóneos en conservación y guardaparques con perfil para lograr un turismo más sostenible en esos espacios, algunos de los cuales no son accesibles. En esa línea interrogó si somos conscientes de que en las acciones que tomamos existen alteraciones y frente a estas, “¿cuál es el límite que estamos dispuestos a tolerar?”.
Gabriela Campodónico, directora del Área de Estudios Turísticos del CURE, resaltó el avance en la investigación en turismo que en 2019 llevó a firmar un convenio con el Mintur para investigar y generar nuevos productos en las regiones del este y centro sur. De allí nacieron dos informes de investigación que, entre otras cosas, proponen un encare del futuro del turismo en la región y proyectos de producción. Aseguró que se está investigando en el tema memoria, patrimonio y turismo, concretamente en Punta del Este, con resultados de insumos turísticos relacionados al turismo cultural. Cuestionó si hay interés real en mirar y profundizar problemáticas que presenta el sector turismo, como la tasa de desempleo, el trabajo precario, la inaccesibilidad en vivienda, la destrucción de los ecosistemas, y si se cuentan con recursos para abordarlos, porque sin ello es imposible cambiar el paradigma.
Desde el público latió el poco apoyo por parte del Estado a propuestas de emprendedores que aportan al turismo y son del interior de Maldonado. En esa línea, Laventure aseguró que las obras de infraestructuras previstas son hacia el interior, y que la necesidad de complementar el turismo de sol y playa pasa por el desarrollo de los productos locales. “Se viene trabajando en redes con emprendedores, fomentando la capacitación y la integración de esas distintas redes y en conjunto con los municipios”.
Una preocupación que surgió fue la problemática de los emprendimientos en contacto con la naturaleza que se construyen de forma “abrupta y descolgada”. “Estamos acostumbrados a que los lujos y las comodidades de la ciudad se trasladan a lugares agrestes, y no debería ser así porque el calor, el frío y la humedad son parte del atractivo natural que lo hacen una experiencia única para al visitante”, dijo Pírez en referencia a que el turismo de naturaleza busca generar una transformación en sus visitantes y a Maldonado le sobra potencial para ello.
En ese sentido, un joven cuestionó sobre la ocupación real de turismo en relación a las grandes construcciones que se hacen en diferentes puntos de ciudad, como frente a la playa Mansa, y que la arquitecta e investigadora del CURE Isabel Gadino se encargó de mostrar. “¿Qué pasa con los vecinos y propietarios que están alrededor de esos edificios? ¿En qué momento haremos juicios o reclamos acerca del daño paisajístico y de privacidad que presentan esas torres sobre el barrio que tienen permiso para construir hasta dos pisos?”, interrogó.
En qué medida, entonces, el uso para el desarrollo no compromete el paisaje como se ha intentado en varios proyectos como en el balneario Buenos Aires donde padrones públicos ubicados en la franja costera, cedidos por la intendencia a las sociedades Lenores SA, Kalin Assets SA y Arwen Inc., y la marina de Chihuahua, que, aseguró, ya tiene permisos como el del Ministerio de Transporte y Obras Públicas. En ese marco, Gadino enfatizó en la necesidad de preservar la confianza que va contra las excepciones a la planificación del territorio, lo que le dio pie para mencionar como ejemplo el hotel San Rafael, hoy demolido y a la deriva. “Se están demoliendo edificaciones históricas para armar una cajita de zapatos con un adornito afuera para mostrar al extranjero”, retrucó una señora del público.
Asimismo, se consideraron las directrices de ordenamiento territorial que Maldonado aprobó hace unos diez años, presentes en la Ley 19.772 de Regulación del Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible del Espacio Costero Atlántico y del Río de la Plata. Una ley que se aplica muy poco por la libertad que los gobiernos departamentales se toman en su aprovechamiento, aseguró Adriana Brena, arquitecta y presidenta de la Comisión de Fomento de Punta Colorada, donde existen problemáticas de deforestación por la densificación de construcciones nuevas en los fraccionamientos existentes o por nuevos fraccionamientos, pavimentaciones y aperturas de calles que han generado una gran pérdida del paisaje, y la contaminación de fluidos por la falta de un sistema de saneamiento.
Desde una mirada comercial, Javier Sena, presidente de la Cámara Inmobiliaria de Punta del Este, señaló que el turismo es una industria y si bien la construcción tiene sus desventajas, reconoció, genera habitabilidad y el sustento laboral. Señaló que sin esos puestos de trabajo no habría turismo. En relación a la construcción de edificaciones altas, indicó que surgen por las excepciones que “ponen por delante el trabajo de la gente y la balanza de qué está primero, si la gente o la edificación y la inversión”.
Pero el turismo, opinó un joven, es más que una industria, es un intercambio cultural que está avalado por diferentes industrias: la gastronómica, la hotelera, la inmobiliaria. Va más allá aún, y conforma parte de la identidad de nosotros”.
Al respecto se trataron los problemas de la identidad cultural que se generan por el crecimiento de la población del interior del país que busca empleo en Maldonado, las desigualdades que se provocan al hacer un turismo enfocado en los visitantes o para los visitantes. “Punta del Este no es Maldonado Nuevo, pero ambos son parte de una misma región”, aportó un joven. Enfrentar esa problemática, contribuyó, implica preguntarnos sobre cómo generar en los sectores más desposeídos no una especie de ansiedad por ser lo que no podemos ser, por lo que vienen los turistas, sino por ser lo que somos, ir descubriendo juntos qué somos, porque eso es un aporte al turismo en la medida en que el que llega va a encontrar progresivamente, un pueblo más unificado y más consciente de su propia personalidad”.
Hubo una clara sintonía en preservar la fuente de ingresos ligada al turismo. Pero conjugar la relación construcción y comercialización versus preservación del ambiente en el turismo es el gran desafío del futuro de Maldonado, para lo cual es imprescindible considerar también los escenarios no deseables, porque “si seguimos ocupando la franja costera, rellenando humedales, contaminando las aguas, las urbanizaciones crecen de forma no planificada; yo veo un futuro no tan deseable, si no un futuro oscuro y triste en el que, al seguir erosionando las costas, lamentablemente el turismo de sol y playa no tendrá mucho futuro y las fuentes de trabajo de ese turismo tampoco”, opinó un joven.