La decisión de haber declarado la emergencia agropecuaria a mediados de setiembre expresa una situación “bastante anómala”, comentó el titular del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Fernando Mattos, el lunes pasado ante los legisladores de la comisión homónima que citaron a los jerarcas para que hagan una evaluación de cómo se atraviesa el déficit hídrico desde hace ya varios meses.
Según consta en la versión taquigráfica, Mattos expresó que “prácticamente nunca ha sucedido que en plena primavera” se haya decidido tomar esta decisión, en forma “tan temprana” y en todo el territorio nacional.
La emergencia agropecuaria es hasta el 24 de abril, pero bien saben en la secretaría de Estado que la decisión, pese a las últimas lluvias -que no fueron sostenidas-, es aplazar la declaración otros tres meses más. Previo a la determinación, la semana que viene se reunirá el Comité de Emergencia Agropecuaria donde harán un mapeo de la situación en todo el país, en especial en el sur, donde la cosa está más complicada, supo la diaria.
En ese marco, Mattos dijo que “es prácticamente un hecho” que va a haber una reiteración de esta emergencia, “sin perjuicio” de que la situación empezó a cambiar en febrero en algunas zonas con ciertos volúmenes de precipitación que, de alguna manera, “han generado alivio en casi todo el territorio, pero no fueron la solución para la crisis hídrica y la sequía que ha ocasionado daños en todos los rubros productivos en todo el territorio”. Según las estimaciones que tiene el MGAP en cuanto a las pérdidas por el déficit hídrico, son unos 2.000 millones de dólares aproximadamente.
El director de la Granja Nicolás Chiesa dijo a la diaria que los episodios de lluvia que han ocurrido en algunas zonas “son escasas” y que no ha habido una “recuperación de reservas”. “Todavía falta que llueva bastante para recomponer. Siempre lo decimos: no llueve pasto, no llueve fruta, llovió algo de agua y nada”.
Asimismo, dijo que buena parte de lo que es la zona granjera la más comprometida está en los departamentos de Florida, Colonia, San José, Canelones, y en Montevideo rural.
Por su parte, el director de Desarrollo Rural, Carlos Rydstrom, señaló que “muchas” de las políticas que ya están programadas en el marco de la emergencia quedarán vigentes más allá de que se declare nuevamente o no la emergencia agropecuaria.
En ese sentido, en diálogo con la diaria, citó el caso del apoyo articulado con intendencias que se lleva adelante -hay 50 millones de pesos del MGAP, donde hay más 1.200 productores anotados-, los créditos a través de República Microfinanzas -se llevan prestados casi 630.000.000 de pesos- y también el plan de contingencia alimentaria, que es la “principal novedad”, que se empezará a ejecutar a partir del 15 de abril. Hay otras medidas para paliar la situación, por ejemplo, descuentos por parte de UTE.
Asimismo, anunció que van a solicitar en la próxima Rendición de Cuentas un refuerzo presupuestal para apoyar a proyectos de ganadería sostenible y, en particular, para respaldar el microcrédito rural, que es una “herramienta complementaria”.
Al ser consultado sobre si la extensión de la emergencia podría abarcar la mayoría de los rubros, como ocurrió con la última, Rydstrom indicó que “depende mucho” de cuáles son las herramientas que quedarán disponibles porque, en cierta forma, “si no viene respaldada con apoyos específicos o generales en definitiva es un saludo a la bandera”.
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Gobierno evalúa la importación de frutas y verduras
Chiesa indicó que habrá un menor volumen de frutas y verduras para lo que es el consumo. En ese sentido, indicó que puede ser necesario que en algún momento se tenga que importar, en especial, la cebolla, zapallo, calabacín, boniato, entre otros. “Seguramente tengamos que meter mano al importado”, agregó. Si bien por el momento no hay desabastecimiento, advirtió que lo “complicado” es que estas frutas y verduras en su mayoría vienen de la región. “La seca no pegó sólo acá, sino que también en Argentina y Brasil”, donde también hubo exceso de lluvias.
El jerarca agregó que ahora hay una faltante de tomate, que en la región no hay y se intenta conseguir en Chile. “Eso hace que todo se encarezca un poco en algunos rubros como la fruta y verdura. Ahí va la habilidad de los consumidores en aprovechar en qué momento comprar qué fruta y verdura porque esto es un efecto claro de la sequía”, apuntó, y recordó que cuando hay “abundancia de todo”, hay precios “muy buenos” para el consumidor y “muy malos” para los productores.
Hoy, en cambio, la afectación es un tanto “al revés” puesto que al consumidor podemos tener unos precios “un poco más altos”, que tampoco “es bueno” para el productor, porque “si no tiene qué vender, por más que el precio sea alto, no se beneficia”.
Este panorama es bastante generalizado también en la ganadería, en donde “la falta de kilos de los ganados encuentra un mercado que si bien no es de franco deterioro, es muy distinto al que tuvimos hace un año”, apuntó Mattos, quien agregó que en ese momento “la pujanza de la demanda china generaba un precio excepcional para nuestras ventas de ganado”.