La alarma social y el botín electoral terminan presionando, incluso en la izquierda, y se terminan aceptando estigmas que son verdaderos ordenadores de la política.
Los datos muestran que la urgente consideración se disocia de la urgente aplicación y, por lo visto, de la urgente necesidad que tenemos de contener y mitigar los problemas de la criminalidad.
Nadie puede poner en duda que Uruguay es una ruta consolidada por las que transitan grandes volúmenes de mercadería ilegal hacia los centros de consumo internacionales.
Invito sobre todo a mis amigas y amigos de la colectividad a unir sus voces a quienes desde la colectividad denuncian este crimen. Vuestra voz tiene más fuerza de lo que piensan.
Si la infancia es lo primero, si hablar de destinar recursos a la población más vulnerable del país no es un eslogan, entonces es tiempo de que el sistema político no mire para el costado.
Como la sensación de emergencia se construye artificialmente, la “ayuda” también se ofrecerá siguiendo líneas colonialistas y racistas: sin leer el contexto, sin profundizar en el debate político y las luchas de poder que organizan Haití, y sin democracia.