La sociedad mercadocéntrica en la cual vivimos no sólo ha profundizado las desigualdades, sino que termina vaciando el debate público de cualquier perspectiva moral en temas relevante
Este descreimiento que crece día a día en la política y en las instituciones que heredamos de la ilustración alimenta el descreimiento y el crecimiento de alternativas “políticas” mesiánicas o autoritarias.
Si, como se puede observar, la calidad de nuestra democracia comienza a ser amenazada, no habría tarea más relevante para los próximos años que la construcción de un gran frente político y social en su defensa.