El Instituto Cuesta Duarte junto con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) realizó un estudio sobre el impacto de la pandemia en el mercado de trabajo y la nueva ley de promoción de empleo que presentó la semana pasada. A nivel general el informe señala que “la llegada de la pandemia con su consiguiente crisis económica y social no hizo otra cosa que agudizar los problemas que ya venía arrastrando el mercado laboral”.
Sobre el momento actual del empleo en Uruguay los investigadores comentan que luego del momento crítico que se vivió en 2020, cuando se perdieron hasta 90.000 puestos de trabajo, “las tasas de actividad y empleo han tendido a recuperarse aunque todavía no han alcanzado los niveles previos a la pandemia y los registros más recientes parecen dar cuenta de un cierto estancamiento”.
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Con la fuerte crisis que arrastró la pandemia, “la matriz de protección social se convirtió en una herramienta central para sostener el ingreso de muchos hogares, amortiguar el aumento de la pobreza y la desigualdad y mantener muchos puestos de trabajo”, se destaca en el documento. Con respecto a la ayuda estatal, el seguro de desempleo fue la herramienta de cabecera y llegó a tener el mayor incremento en la historia del país; hacia el segundo trimestre de 2020, el total de trabajadores percibiendo un subsidio superó los 180.000, y dentro de este grupo, la causal que más se utilizó fue la de suspensión, lo que implica que el trabajador cobre 50% de su salario.
Impacto desigual de la pandemia en el mercado de trabajo
Las mujeres y fundamentalmente los jóvenes son los que históricamente presentan peores indicadores en relación al trabajo, y el período de pandemia no fue una excepción. Como suele pasar, las tasas de actividad y empleo de los hombres son más altas que las de las mujeres, que deben asumir en mayor medida tareas de cuidado y trabajo no remunerado. De todas formas, la pérdida de trabajo y la posterior recuperación afectó en igual medida a hombres y mujeres.
Por otra parte, el informe subraya que el impacto en los jóvenes ha sido mayor. Para los mayores de 25 años el impacto es “menos intenso y la recuperación es clara”, pero para los trabajadores más jóvenes la caída del empleo “es más profunda” y la recuperación se quedó estancada. Para los menores de 25 años la tasa de empleo pasó de 31% en 2019 a 25% en 2020 y se mantuvo en ese nivel durante buena parte del año. El informe del Instituto Cuesta Duarte concluye: “Es muy claro cómo el impacto de la crisis se concentró con mayor intensidad entre los trabajadores más jóvenes”.
Al analizar la tasa de desempleo en los jóvenes se observa que la desocupación partía de niveles muy superiores, casi cinco veces más altos que los del resto de la población, y crece sostenidamente desde que comenzó la emergencia sanitaria: “Hacia el último trimestre de 2020, la tasa de desempleo de este colectivo fue de 35,5%, muy por encima del 7,0% registrado para los trabajadores de 25 y más años de edad”, señala el trabajo.
Salarios sumergidos
El instituto del PIT-CNT advierte que “los salarios reales aumentaron sostenidamente hasta mediados del año pasado en que, producto de los lineamientos dispuestos por el Poder Ejecutivo, el proceso se revirtió con una caída acumulada de 4,3% al inicio de esta novena ronda de Consejos de Salarios”.
En ese escenario señala que como indicador de “salario sumergido” se entiende el que es menor a los 25.000 pesos líquidos por 40 horas semanales, y durante 2020 “más de 650.000 ocupados no llegaron a cobrar ese mínimo, representando un 42% del total”.
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Nuevamente los jóvenes son los más afectados. El informe indica: “Entre los menores de 25 años, la proporción de trabajadores que perciben remuneraciones inferiores a 25.000 pesos líquidos al mes es de 69% y entre ellos, un 19% del total no llega a los 15.000 pesos. El análisis muestra que tan sólo un 7% gana entre 35.000 y 50.000 pesos, mientras que sólo un 4% (cerca de 5.000 personas) supera esta última cifra”.
“El análisis muestra que los jóvenes no sólo enfrentan desempleo mucho más alto y niveles de informalidad significativamente mayores, sino que son quienes perciben remuneraciones más bajas, un resultado en principio esperable por su posible menor formación y capacitación, pero en una magnitud exageradamente alta que evidencia la inserción excesivamente precaria de este colectivo en el mercado laboral”, concluye el informe.